Bruno Iribarne, el ex de La Fábrica que se reivindica en casa: "Ha sido el lugar perfecto para decir 'aquí estoy yo'"
El portero, primer meta almeriense en debutar con el Almería en casi 20 años, sueña con la Selección y desgrana con Relevo su salida del Real Madrid: "Yo no iba a estar en un segundo plano".
Cuando uno repasa la lista del penúltimo Europeo Sub-19, el del verano de 2023, se encuentra a bichos que ya están en la Absoluta (Samu Omorodion), a jugones que dan que hablar en Primera (Yarek o Fresneda) y a nombres menos conocidos para el público en general que esperan su momento para brillar al mismo o mayor nivel. Bruno Iribarne (2004), titular en aquel torneo, debutó en la primera ronda de Copa con el Almería de Rubi hace poco más de un mes y presenta desde hace años su candidatura a ser uno de los mejores guardametas nacionales de la próxima década. Su historia contiene giros de guion: el Real Madrid le fichó en 2018, él abandonó La Fábrica motu proprio en 2022 por motivos que ahora explica por primera vez… y entonces decidió volver a casa para, desde allí, desbancar a los metas blancos y ser el '1' de la Selección.
Iribarne se sienta con Relevo para hablar de todo eso y más en las entrañas del UD Almería Stadium. Ahora a la sombra de Maximiano y el veterano Fernando y a la espera de otra oportunidad con el primer equipo, el almeriense compite los domingos con un filial que va como un tiro y pelea seriamente por el ascenso a Primera Federación. Si Rubi puntualiza en cada rueda de prensa que cuenta con tres porteros de máximo nivel, y no sólo con dos, será por algo. Y que Bruno se haya convertido en el máximo apoyo en el vestuario de la estrella Luis Suárez y se haya ganado el cariño del resto también habla a las claras de su personalidad arrolladora, adornada por un punto picante de confianza propia y mirada desafiante que siembran el pánico entre los rivales. Su próximo reto pasa por asentarse en su hogar y alcanzar la Sub-21.
Tu abuelo fue futbolista y tu padre y, sobre todo, tu tío Pedro marcaron una época en el balonmano. ¿Cuál ha sido el consejo más importante que has recibido en casa?
Que, si quiero algo, debo luchar por ello sin mirar hacia otro lado.
Creciste en Aguadulce, a 50 kilómetros de Almería. ¿Cómo recuerdas tu infancia y tus primeros pasos en el fútbol?
Es curioso: empecé de delantero (risas). Era bueno, pero un día faltó el portero y me puse yo. Me gustó… y hasta hoy. El que decidió colocarme bajo los palos fue Fran Fernández, exentrenador del primer equipo del Almería y ahora en el Real Murcia. Desde pequeño había estado con mis amigos en el Roquetas. Al acabar alevín, me llamó el Málaga. Me fui allí solo, a una residencia. Estuve seis o siete meses y decidí volver a casa. Sentía que lo necesitaba. Después de una temporada y media en el Almería, me fichó el Real Madrid.
¿Cuándo supiste por primera vez de ese interés blanco?
Me llegaron pequeños rumores de que me estaban viendo… pero, por una persona de confianza de mi padre, un día nos dijeron que esas habladurías eran verdad, que me querían y que iban a venir a hablar conmigo. Recuerdo que viajaron hasta siete u ocho trabajadores del Madrid para asegurarse del fichaje. Superé un buen filtro (risas).
Después de esa experiencia en Málaga… ¿tuviste muy claro que debías volver a irte solo con apenas 14 años?
Bueno… Que te llegue la oportunidad de fichar por un club como Madrid, Barça o Atleti es un privilegio. Yo, personalmente, no tardé en decidirme. Era lo que quería: vivir del fútbol. Y esa experiencia me sirvió mucho para estar donde estoy ahora. Me fui decidido. Siempre hay altibajos, pero mi mentalidad es muy fuerte. Cuando quiero algo, voy a por ello.
¿Con quién hiciste más migas en la residencia?
En mi primera temporada compartí habitación con Marc Cucalón, pero todos los de mi generación éramos como hermanos. Siempre salíamos juntos, nos íbamos a comer, a cenar… una familia. Eso me ayudó a integrarme rápido y que no se me hiciese tan difícil estar lejos de casa.
¿Cómo fueron esas cuatro temporadas en La Fábrica y por qué saliste en 2022 pese a haber jugado muchos minutos en cada campaña?
Las primeras tres fueron muy buenas. Me entrenaron Raúl, Diego Nogales, Tristán (Celador), Róber… y me llamó por primera vez la Selección. A mitad de la cuarta, el club decidió apostar por otro portero. Yo siempre jugué, pero a la hora de subir con una categoría más el elegido no era yo, sino otro. Como soy muy ambicioso y me veía mejor, yo me consideraba el principal portero. Al finalizar el año le transmití al club mi deseo de salir. Respeto que tomasen la decisión de potenciar a otro portero, pero yo no iba a quedarme ahí para estar en un segundo plano. Me veía para ser yo el portero potenciado. No pasa nada, no hay ningún problema, pero yo no iba a estar en el segundo plano de nadie, y más en un año tan importante. Siempre confié plenamente en mí. Sabía que, fuera a donde fuera, iba a tener un gran año. Cuando le comenté a tres amigos que me iba del Madrid, me decían que estaba loco. Yo les respondí que no, que me iba a marchar del Madrid y que iba a llegar a la Selección. Y así se dio.
¿Cuál fue el mejor momento de esos cuatro años en Valdebebas?
Seguramente algún derbi contra el Atleti, mi primera llamada a la Selección o mi último partido. Yo ya sabía que en esas circunstancias no quería seguir allí, pero mis compañeros no tenían ni idea. Fue emocionante.
¿Y por qué, con más ofertas de equipos grandes, decidiste volver a Almería?
Porque tanto João Gonçalves (director deportivo) como Mohamed (El Assy, director general) me habían transmitido mucha confianza desde años atrás. Cuando yo aún estaba bien en el Madrid, ellos ya querían que volviese aquí. Necesitaba estar en casa. Fue el lugar perfecto para reivindicarme y decir 'aquí está Bruno'.
Una pregunta de corazón: ¿qué significa Almería para ti?
Es mi casa. Tengo a mi familia aquí, que es muy importante; a mis amigos, que se comen mis malos momentos y mis mosqueos… Mi sentimiento de pertenencia es enorme. El futuro dirá si estaré aquí o en otro club, pero Almería siempre seguirá dentro de mí.
Lo que ocurrió al salir del Madrid, en esa 22-23, fue curioso: hiciste un temporadón con el Juvenil A, alcanzasteis la final de la Copa del Rey… y jugaste como titular el Europeo Sub-19 por delante de Diego Piñeiro, tu rival por la meta en el Madrid, o Ander Astralaga, del Barça.
Tengo que darle las gracias a mis compañeros y a mi entrenador. Nadie se esperaba esa temporada del juvenil del Almería. Llevábamos 20 años sin ir a la Copa del Rey y fuimos campeones de invierno en Liga por delante de Betis o Sevilla. Cuando me llamó de nuevo la Selección, les dije a mis amigos: 'Voy de tercer portero; ahora tengo que quitarle el puesto al segundo. Y luego, ser el titular'. Así se dio. Le estoy muy agradecido a José Lana, el seleccionador. Confió plenamente en mí pese a que yo jugase en División de Honor, una categoría menor que la del resto de mis compañeros. De verdad, le estaré eternamente agradecido.
Y luego destacaste en aquel torneo, por mucho que Italia os eliminase en semifinales.
Recuerdo que se acabó la Liga en División de Honor y que Rubi me subió a entrenarme con el primer equipo. Se estaban jugando la permanencia. Las últimas tres semanas las hice con ellos. Nos salvamos en Cornellà… y aún quedaban dos o tres semanas para la concentración con la Sub-19. Durante ese tiempo, como estaba tan mentalizado, vine a entrenarme con un preparador físico al club y por la tarde iba con otro. Yo tenía que ser el que mejor llegara. Mi compañero Ander (Astralaga) todavía estaba jugando el playoff de ascenso con el Barça Atlètic. Si quería jugar, sabía que tenía que llegar muy fino.
Allí ya coincidiste con Samu, que entonces jugaba en el Recreativo Granada. ¿Lo conocías de antes? ¿Habéis mantenido la relación?
Con él todo fue muy natural. No lo conocía, pero, como él iba desde Granada y yo desde Almería, a los dos nos pusieron un chófer y llegamos a Madrid antes que los demás. Empezamos a hablar… y aún mantenemos la amistad. Me alegro por sus éxitos como si fuesen míos.
Con Ilias Akhomach también trabaste una gran amistad. ¿Has hablado con él desde que se rompió la rodilla?
Le escribí que no sabía ni qué decirle. Repito lo mismo: me dolió como si me hubiese pasado a mí. Esto le va a servir para volver más fuerte y mejor. Tiene una mentalidad top, como yo, y la calidad que todo el mundo ha podido ver en el Villarreal.
A los integrantes de aquella Selección os ha pasado de todo en sólo un año y cuatro meses. ¿Cómo viviste el coma de Félix Garreta y, afortunadamente, su reciente recuperación?
De todo, de todo... Fue un palo muy grande. De un momento a otro, te enteras de que un compañero ha entrado en coma. Me alegro de que ya esté bien y que haya regresado a la normalidad. Dios quiera que vuelva a jugar al fútbol como sabe.
Tu siguiente paso ya es la Sub-21. ¿Sueñas con ello?
Para eso me preparo día a día. Me entreno muy fuerte para, cuando me llegue la oportunidad, aprovecharla. Si se da el momento en que Santi (Denia) me llama, intentaré convertirme en un fijo en sus convocatorias.
¿Recibes algún tipo de 'feedback' por parte de alguien de la RFEF?
Hablo con los entrenadores de porteros y algún analista. Tengo muy buen rollo con ellos. Me van comentando que ven mis partidos, que estoy bien… Sólo falta que se dé la situación y pueda ir.
¿Crees que te encuentras en el camino adecuado para conseguirlo o, por el contrario, piensas que debes competir ya en una categoría superior a Segunda Federación?
Ahora mismo soy el tercer portero del primer equipo y de vez en cuando bajo a ayudar al filial. Cuando se dé la situación de debutar en Segunda y encadene algún partido bueno, ya se verá.
He leído que Rubi, que confía muchísimo en ti, habló contigo en verano para frenar tu salida. ¿Es así?
Sí, sí. El míster siempre tiene una conversación con cada miembro de la plantilla que está haciendo la pretemporada. Conmigo fue muy claro: me dijo que confía mucho en mí, que cree en mis condiciones y que quiere hacerme crecer y potenciar mi nivel. Me hizo saber que contaba conmigo para ser portero de su plantilla, sin partir ni como tercero, ni como segundo ni como primero, y que a lo largo del año se iría viendo quién jugaba. Se lo agradecí. Ya sea para bien o para mal, los entrenadores deben ser claros. Él me transmitió su fe desde el primer día. Estoy encantado con él.
¿Qué significó el estreno con el primer equipo en la primera ronda de Copa? El último meta almeriense en conseguirlo había sido tu ahora entrenador de porteros, Ricardo Molina, hace casi 20 años…
Fue un sueño. Cualquier niño almeriense se prepara para debutar con el equipo de su ciudad. Mi familia vino a verme. Eso lo convirtió en un día todavía más especial.
Compartes meta con dos porteros de la talla de Luís Maximiano, por el que se pagaron ocho millones y con varios títulos en el bolsillo, y Fernando, con 41 partidos en Primera y casi 100 en Segunda. ¿De quién aprendes más o, al menos, a quién te sientes más cercano?
Los tres tenemos muy buena relación. Siempre hablo con los dos. Nos aconsejamos. Al ser yo el portero con menos experiencia, soy todo oídos con ambos. Cada uno me aporta algo distinto.
¿Y en el vestuario? Me han dicho que te llevas muy bien con Luis Suárez, uno de los nombres de la temporada…
Es como mi hermano mayor desde que llegó aquí. Siempre hemos tenido muy buena relación.
¿A Ramazani también te une una relación especial?
Sí, lo conocí cuando yo todavía estaba en el Madrid. Cuando bajaba para Almería, coincidía con él. Compartir vestuario fue especial. Lo considero un gran amigo.
𝑩𝑰𝑬𝑵𝑽𝑬𝑵𝑰𝑫𝑶𝑺 𝑨𝑳 𝑺𝑯𝑶𝑾 𝑫𝑬 @brunoia10🍿😼 pic.twitter.com/wpgvWkRKMt
— UD Almería B y Academia UD Almería (@AcademiaUDA) November 12, 2024
Si todos conocemos lo mejor de Bruno (juego aéreo, agilidad, capacidad reactiva…), ¿qué es lo que te queda por mejorar?
No soy perfecto en nada y, por tanto, tengo que potenciarlo todo.
Acabas contrato en 2026. ¿Ya hay negociaciones para renovar? ¿Cuál es tu voluntad? ¿Piensas en una salida si no encuentras continuidad con el primer equipo?
Eso lo dejo en manos de los que saben. Yo estoy centrado en entrenarme, en mejorar y en dar mi máximo nivel para que Rubi cuente conmigo.