Curro Sánchez, el Pichichi de Segunda al que Sampaoli trataba como un "pinchao": "Pasaba de nosotros; eso no era normal"
El atacante del Burgos reflexiona en Relevo sobre los altibajos de su carrera… y el acoso en redes sociales: "Me las quitaré pronto".

Curro Sánchez (27 años) estrecha la mano con la confianza de quien se sabe en su mejor momento. Al andaluz, máximo goleador de Segunda y estrella del Burgos, todo le sonríe: lleva ocho goles en 13 partidos, ha encontrado el rol de líder que buscaba y empieza a estar en el punto de mira de equipos de Primera, que no pierden ojo al golpeo y visión de un futbolista que termina contrato en junio. Son las mismas cualidades por las que una década atrás, siempre rodeado de expectativas, se le colgó la etiqueta de canterano maravilla del Sevilla y ojito derecho de Unai Emery.
Para llegar hasta aquí, Curro ha tenido que encajar decepciones y madurar de golpe. Con la marcha de Emery su proyección en Nervión se cortó de raíz ("Sampaoli nos trataba como si fuésemos un pinchao") y acabó lejos del Sánchez-Pizjuán, pero siempre con el talento que caracteriza a los enganches especiales. Después enamoró en Soria y Ponferrada, se llevó un palo en Almería tras ascender a la máxima categoría ("Rubi contaba conmigo y me rescindieron; me quedó una espinita") y ahora, en su punto de máxima madurez, se ha convertido en ídolo absoluto en El Plantío.
Paradójicamente, cuando todo le va bien, Curro tiene casi decidido desaparecer. "Pronto me quitaré las redes sociales. Poco a poco me voy alejando", dice. Su Instagram da fe: casi dos años sin actividad. Los insultos a su amigo Matos, que denunció "amenazas de muerte" en este medio tras la entrada que lesionó a Giuliano Simeone, han supuesto otro punto de inflexión. "Desde ese día decidí apartarme. Fue muy duro". Mientras tanto, el atacante reflexiona en Relevo sobre ese y otros asuntos: el porqué de su crecimiento, el peso de los entrenadores, la influencia de Ramazani para su infalibilidad desde los once metros...
“No se sabía ni nuestros nombres”
Curro, el enésimo talento surgido en La Palma del Condado (Huelva), destacó pronto en el fútbol base del Sevilla y en las categorías inferiores de la Selección, donde brilló con Luis de la Fuente. Emery le hizo debutar con el primer equipo con 19 años. "Fui precoz, pero en esa época disfruté muchísimo. En juveniles ganamos una Copa de Campeones y una Copa del Rey, con el Sevilla Atlético subimos a Segunda y debuté pronto con el primer equipo. Había mucha exigencia, pero cumplí el sueño de todo canterano".
Por aquel entonces, con el filial en la categoría de plata, el atacante y varios de sus compañeros opositaron con fuerza y sin éxito a ganarse un sitio en la primera plantilla. "Después ha habido equipos que han ascendido a sus canteras al fútbol profesional y sí han tirado de muchos chavales... Nosotros tuvimos un año magnífico en Segunda y se apostó por muy pocos", lamenta, aunque recuerda: "En ese momento el Sevilla era un equipo Champions, con varias estrellas y que aspiraba a lo máximo. Mi quinta lo tuvo difícil".
Con Emery, Curro jugó cuatro partidos de Liga y dos de Copa. La marcha del guipuzcoano al PSG lo cambió todo. "En mi carrera hay un momento clave: cuando debuté con Emery, yo ya estaba en dinámica de primer equipo. Ese año me llevó convocado a la final de la Europa League, a la de la Copa del Rey en el Calderón, ascendimos con el filial… En verano, Unai se fue a París y ficharon a Sampaoli. Cambió todo: la estructura, vino un entrenador al primer equipo que no conocía a nadie de la cantera… Bueno, ni conocía ni hacía por conocernos", explica con detalle.
"Sampaoli nos llevó de pretemporada y ni siquiera se sabía nuestros nombres. Fue un poco duro para nosotros. Veníamos de hacer las cosas bien en la cantera y, a pesar de ser joven, tú te esperas que por lo menos se preocupen por ti. Sampaoli, en ese aspecto, era un tío que ni fu ni fa. Estábamos ahí como si hubiesen llamado a otros cinco o seis. Sabíamos que no íbamos a tener ni oportunidades ni un trato cercano con él", expone. El ninguneo se trasladaba de la concentración al césped.
"Estábamos en un sitio en el que pensábamos que no teníamos que estar. Ni se sabía nuestros nombres. En los entrenamientos nos trataba como si fuésemos un 'pinchao', básicamente. En ese momento, como eres tan joven, piensas que eso es lo normal dentro de un primer equipo, pero cuando pasan los años ves que no. No es normal que llegue un entrenador a un primer equipo y no sepa qué jugadores hay en un filial. Para nosotros fue algo extraño, porque veníamos de todo lo contrario con Unai Emery: él siempre veía nuestros partidos, sabía nuestras cualidades, nuestros defectos, nuestras virtudes, dónde tenía que ponernos dentro del campo… Tenía un trato cercano hacia los canteranos que después no hubo".
Así, sin oportunidades y todavía masticando el desdén del argentino ("con el paso de los años pienso que le daba igual que estuviéramos o no estuviéramos; era más cosa del club. Íbamos, pero simplemente pasaba de nosotros y ya"), Curro tuvo que buscarse la vida lejos del calor de Sevilla. Y lo encontró en Soria.
De una única oferta al aluvión
Realmente, el mediapunta tampoco tuvo mucho donde elegir. "Cuando salí del Sevilla sólo tenía dos propuestas: Numancia y Tenerife. Pero la del Tenerife no estaba cerrada, querían esperar... Y lo de Soria ya era firme. Por eso decidimos marcharnos para allí". Aquel año, también en Segunda, se salió: 13 goles y cinco asistencias en 34 partidos. "Fue un cambio duro. Tuve que adaptarme a un nuevo clima, a una nueva ciudad, a un nuevo equipo; pero fui trabajador, me lo curré, me centré en lo mío y me salieron bien las cosas". Un año después, las ofertas se habían multiplicado y alcanzó un preacuerdo con un Primera: el Levante.
"Hablamos con ellos para firmar, pero por culpa del límite salarial no podían inscribir jugadores. Lo que hicimos fue firmar un precontrato, entre comillas, e irnos a la Ponferradina en calidad como de cedidos. El Levante se guardó una opción para ficharme en Navidad… pero no la ejecutó y yo quedé libre en junio. Por eso sólo firmé un año en Ponferrada". Después de una temporada de menos lustre en cuanto a números e igual esplendor en el juego, Curro se fue al Almería. Y allí, al fin, logró volver a Primera… por menos tiempo del que le hubiera gustado.
"Conseguimos el ascenso en Leganés gracias al gol de Zarfino con el Alcorcón en el último minuto (se medían al Eibar, su gran rival). La celebración fue una locura. Rubi contaba conmigo para Primera. Así me lo dijeron él y su cuerpo técnico desde el primer día, pero el club, cuando llegan los últimos días de mercado, decide que tengo que salir cedido". Fue otro impacto que recibió con decepción: "Al Almería le dije que no, que no tenía por qué salir cedido cuando un entrenador contaba conmigo en Primera. Rescindieron mi contrato de dos años el 1 de septiembre. Me quedó la espinita. Todo pasó muy rápido y tomamos una decisión acertada: venir a Burgos".
Máxima madurez
Todos esos pequeños varapalos han dado como resultado la actual versión del onubense, en plena madurez y "al cien por cien" capacitado para volver con un rol más importante a la máxima categoría. "Claro que creo que podría jugar en Primera. Soy un futbolista que confía mucho en mí mismo, en mis capacidades", confiesa. Este verano ya estuvo cerca de salir y su perfil, como futbolista que acaba contrato en 2024, resulta más que atractivo para muchos.
"Yo, de momento, me centro en el Burgos. Cuando me fui del Almería quería tener protagonismo, minutos. Por eso vine aquí. Y no puedo estar más feliz". Es capital en el vestuario y un faro sobre el verde. "Quizá lo que haya cambiado en mí sean la madurez y los partidos que llevo en la categoría. Cuando los futbolistas se retiran, todos dicen lo mismo: 'Ojalá hubiera tenido antes la cabeza que tengo ahora'. Aquí pasa lo mismo: los goles, el día a día, conocer a compañeros, a entrenadores, situaciones en el terreno de juego… Todo eso me está ayudando a sentirme mejor".
En su Burgos, ahora con Jon Pérez Bolo a los mandos, navegan en la zona tranquila de la clasificación... sin dejar de mirar hacia arriba, con 17 puntos tras 13 jornadas. De los ocho tantos que lleva, Curro ha marcado cinco de penalti. La llave la tiene Largie Ramazani. "Coincidí con él en el Almería y tenía una forma muy peculiar de lanzarlos: mirando al portero y esperando hasta el último momento. Yo veía que así había más porcentaje de acierto. Ahora los chuto así y de momento no fallo", cuenta entre risas. A la hora de hablar de las redes sociales se pone más serio.
"Hoy en día son muy peligrosas. Si las cosas te van bien, parecen maravillosas: te dan visibilidad, todo el mundo te dice que eres muy guapo... Cuando no van tan bien, es todo lo contrario. Poco a poco me estoy alejando. Si no es ahora, pronto me las quitaré. No veo justo que haya personas detrás de una pantalla que te puedan decir de todo, insultarte, llamarte lo que quieran y que aún encima eso le afecte a tu familia y a tus amigos. Como la gente te machaca de esa manera y gratuitamente, y no lo veo bien, no tengo la necesidad de seguir con ello", piensa en voz alta. El acoso a Matos ha terminado de convencerle.
"Él lo pasó mal, pero nosotros también. Fueron momentos duros. Conocemos a Matos y sabemos que en ningún momento hizo eso para causarle daño a un compañero, ni mucho menos. Ahora tenemos que lidiar con esa red social (X) en la que la gente se esconde detrás de una pantalla sin nombre, sin DNI y sin apellido y es capaz de desestabilizar a una familia. Hacen daño a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestras mujeres… Es algo que se debería controlar. Lo vemos normal, pero no debería ser normal que una persona te diga barbaridades o te amenace. Cuando ocurrió lo de Matos, a sus amigos nos llegaban mensajes de todo tipo. Aunque digas que no le echas cuenta, lo ves y no es fácil. Desde ese día decidí alejarme un poco. Intento leer lo menos posible, sobre todo comentarios negativos. Quieras o no, te afectan".
Con o sin redes, Curro espera seguir maravillando en Burgos y que el fútbol premie su magia. "No tengo ningún tipo de prisa por volver a Primera. Por lo que he vivido en el fútbol, mi prioridad es estar en un sitio donde me valoren, donde yo sea feliz y donde mi familia esté a gusto. Mi sueño, como el de todos, es poder llegar a la máxima categoría, sea como sea, si te ficha un club o si subes con tu equipo actual. El que no te diga que ese es su objetivo, miente". Conseguirlo con el Burgos cerraría el círculo: "¿Te lo imaginas? Sería un sueño, una locura. Es difícil, porque sabemos en qué club estamos, pero siempre hay que soñar cosas grandes...".