RACING DE SANTANDER

Iván Bolado: "Di positivo y se demostró que fue por inhalación pero en el vestuario me decían porrero; era un niño y nadie me ayudaba"

El niño maravilla, que metió al Racing en UEFA, marcó de rabona y chilena y tuvo siete operaciones, se sincera: "El club me engañó y luego abandonó. El Inter me ofreció cinco años y cinco millones".

Iván Bolado celebra un gol con la camiseta del Racing./
Iván Bolado celebra un gol con la camiseta del Racing.
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Santa Cruz de Bezana.- Iván Bolado (Santander, Cantabria, 1989) fue, ante todo, un espectáculo como delantero. No logró ser una leyenda del Racing como apuntaba, pero nadie puede decir hasta ahora que un gol suyo metió al equipo de su tierra en la UEFA y que marcó en Primera de rabona y de chilena. Las malditas lesiones, y hay quien dice que el entorno y su cabeza, arruinaron su prometedora carrera cuando ya despuntaba en la Sub-21.

Ahora, las secuelas de seis intervenciones de rodilla y una de tobillo, y el hartazgo de haberlo pasado verdaderamente mal y de tener poca ayuda de su propio club y de algunos compañeros, le mantienen alejado del fútbol como un aficionado más. Si hoy requiere la atención de Relevo es porque, cosas de la vida, ahora acude a El Sardinero sin que casi nadie, entre lleno y lleno, le reconozca. Lo hace entusiasmado con un flamante líder de Segunda al que esta temporada, sí que sí, ve de nuevo en Primera: "Me encanta el equipo; subimos seguro, ya lo verás".

¿Qué hay de tu vida?

Pues en cuanto al fútbol, la verdad es que estoy un poco fuera. Sigo al Racing, pero no estoy nada metido ya a nivel profesional. Me gusta el tema de los chiquillos, eso es una cosa que sí me gusta. Y sigo con las malditas rodillas. A ver si logro parar ya tanta operación. Y mientras, acabando la casa. Llevo ya un año ahí metido trabajando. La estoy reformando entera.

¿De albañil?

Claro. Siempre he sabido de estas cosas porque antes de meterme en el Racing hacía cosas con mi padre. Le ayudaba con algunas chapuzas por encima. No soy experto, pero he revocado entera la casa, he puesto asfalto a la entrada, la voy pintando y he estado con los interiores. Lo tengo ya casi todo listo.

Con el talento que tenías y al haber sido profesional e internacional, supongo que estamos hablando de una mansión parecida a la de Benzema.

Noooo. No, no. [Risas] A ver, la casa está chula. Pero cuesta mantenerla. Y encima no la tengo aquí en Santander, está en Oviedo. La he puesto bien para intentar venderla.

Iván Bolado, tras su entrevista con Relevo.
Iván Bolado, tras su entrevista con Relevo.

Tienes 35 años y, por tanto, eres muy joven. Pero es que te retiraste siendo un crío. ¿Por qué?

Lo dejé con 27. El último equipo fue en Don Benito. Ya es que no podía. Entrenaba un día a la semana. El club quería que siguiera, lo que pasa es que yo hablaba con Cruz, el médico, y el club me dijo que me iba a pegar ya hueso con hueso, que habría un problema óseo, y que iba a tener que parar porque si no acabaría en silla de ruedas. No estaba a gusto. Y cuando uno no está a gusto, jugando con dolores, hielo e infiltrándome… Así no se puede.

Vaya... En los años que estuviste en lo más alto, ¿te dio tiempo a ganar suficiente dinero como para vivir ahora de las rentas?

No. Encima yo he tenido problemas para cobrar. Por ejemplo, en primavera estuve con los de AFE, que lo que me han hecho en el último club es una barbaridad. Tenía un contrato majo y aún podía vivir del fútbol, pero no me lo han pagado. Me dejaron tirado.

¿Y eso?

Me lesioné el cruzado y me volví a lesionar seguidamente. Estuve dos años y pico parado. No me pagaron y han cerrado porque cambiaron la empresa, la sede y demás. Aunque no está permitido por ley por FIFA. Y, sin embargo, les han dejado hacerlo y no me han pagado. Y en el Racing también me hicieron quita. Y eso que tampoco cobraba como Tchité [delantero en aquella época] y esta gente. Entonces, bueno, pues para sobrevivir he vivido bien. Medianamente bien esos años y después...

Te veo con rabia, hartazgo, pena…

Me cuesta ver fútbol. Lo único que veo es el Racing, pero me da un poco de rabia. Yo sabía las condiciones que tenía. En Santander viví una época en la que estuve muy bien. En la temporada de Marcelino [2007-2008] acabo muy bien. Me voy a la pretemporada y me rompo el tobillo para ocho o nueve meses. Y al volver me rompo el cruzado. Salgo de esa y me vuelvo a romper… Encadené una lesión tras otra. Psicológicamente eso me fue hundiendo. Siempre he estado orgulloso de mi fortaleza para volver después de tantos problemas. Llegué a hacer dos goles en San Mamés nada más salir de nueve meses de lesión. Estaba hundido y el equipo iba muy mal y, aun así, juego cuatro ratos y lo hago muy bien. Pese a que no estaba como solía siempre demostraba mis condiciones.

Sin duda las lesiones tienen un porcentaje elevadísimo en tu carrera, pero.. ¿cuánta parte de culpa tienes tú de que no fueras lo que se preveía?

Tengo parte de culpa, tengo parte de culpa… Tuve que haber escuchado más a los veteranos. En aquel momento estaba muy arriba y no escuché bien los consejos. Y luego muchas veces ha sido mala suerte. Cuando te toca, te toca. Yo he hablado con el doctor Mantecón, con Cali, y me decían, 'bueno, te puede pasar una vez una lesión grave? pero cuando encadenas tantas siendo tan joven…'. Eran lesiones muy, muy, muy complicadas, que te merman a la hora de correr y de vivir. Todo eso te va hundiendo. Pero bueno, estaba orgulloso porque siempre puse las ganas de intentarlo. Siempre me decía 'sé que es una lesión grave, pero voy a intentarlo coño, que estoy en Primera y hay que poner todo aunque me cueste más'. Hasta que volvía a caer.

¿Has llegado a necesitar ayuda?

Sí, sí. Fui al psicólogo muchos años. A última hora ya me agobié tanto mentalmente que... Futbolísticamente notaba que ya no podía correr de la misma manera, los dolores venían y no se iban.

¿Fuiste tú quien solicitaste la ayuda o te lo aconsejaron?

Ambas. Fue después de estar con Marcelino. Finalizo muy bien con él la primera vez. Ahí no estaba hundido porque volví bien, aunque tardé mucho tiempo y perdí otra temporada. Pero a partir de la segunda vez, en la pretemporada siguiente en Alemania… Ahí ya empiezo a no estar bien, pese a seguir intentándolo. Me rompí la tercera vez y empezó la cuesta abajo. Necesitaba ayuda.

Normal. ¿Cómo llevas lo de haber pasado de salir en las portadas a nivel nacional a que, por ejemplo, aquí en esta cafetería donde estamos, no te reconozca casi nadie?

Estoy más a gusto ahora que la gente no sabe quién soy. Algunos, cuando eres conocido, hablan de todo y exageran muchas cosas. Hoy no me conoce nadie y voy andando sin problemas. Aunque siempre pasa que alguno sí me reconoce, porque no soy tan mayor, y me dice '¿no serás tú fulanito?'. Pues sí, aquí ando. Me sigue pasando mucho. En el sur [ha vivido mucho tiempo en Málaga], cuando tengo que decir cómo me llamo para hacer alguna factura, se dan cuenta. Se acuerdan y me hace ilusión. Porque que suceda eso en Cantabria, es más normal. Pero tan lejos, no lo es. Y ahí empiezan las conversaciones de que hice el gol de la UEFA, uno de tacón, el de chilena, otro de rabona… En Don Benito me pasó una cosa…

¿El qué?

Pues que fui a poner internet en la casa, le di los datos al tipo y me dice 'joder, había un jugador en Santander, del Racing, que se llamaba como tú y era muy bueno, lo que pasa es que se le perdió la pista y ya no supe más de él...'. No le dije que era yo.

¿Por qué?

Me callé mientras él decía 'qué pena, con lo bueno que era...'. Pero luego, cuando se fue, me puse a repasar y a mirar los partidos, y los minutos que había jugado [1.763 en Primera, con seis goles y cinco asistencias; y 758 en Copa con dos tantos], y es que es verdad: salía cuando el partido igual estaba mal y revolucionaba todo. Ahí es donde de verdad el fútbol me duele porque sabía lo que podía haber sido.

¿Te gusta ver de vez en cuando aquellos goles y fotografías?

Me gusta, me gusta, aunque a veces tengo sentimientos encontrados.

¿Le has enseñado a tu niña quién era el Iván Bolado jugador?

Sí, alguna vez. Y me dice '¿éste eres tú?'. Y le digo 'sí, sí, que no lo hacía mal…'.

¿Qué es lo que más ilusión te hace recordar: la chilena, la rabona, el debut...?

El otro día estaba en casa, solo, y pese a que no suelo mirar cosas por esa contradicción que te contaba, vi el gol de San Mamés de chilena. Y digo, 'la verdad es que es una locura de gol'. Recuerdo la acción y es tremenda: el disparo va pegado al poste, me estoy cayendo hacia atrás...

¿Te ponías nervioso cuando te tocaba salir en esos escenarios siendo tan joven?

No. En aquel momento es que no eres no consciente porque estás arriba, en una burbuja. Sólo me he puesto nervioso, de sentir la presión, en dos campos: en El Sadar y en la vuelta de la Copa con el Athletic en la que pasamos a semifinales. Al principio del partido estaba un poco nervioso, hasta que empezábamos. Cuando las cosas van mal, es diferente. Pero yendo bien como entonces... Hicimos una temporada buenísima con Marce. Eso también me dio rabia porque era un entrenador que me conocía, y que estaba muy a gusto con él. Nos metimos en la UEFA y todo estaba perfecto para mí para seguir evolucionando. Pero se fue y me lesioné, así que se rompió todo.

Tengo la sensación de que cuando le sucede esto que has vivido a un jugador de talento y calidad, como es tu caso, que igual no trabajaba tanto como Munitis, siempre hay runrún de que no se cuida lo suficiente. ¿Lo ves así?

Eso me llegaba. A veces se menospreciaba lo que hacía. No hacía las cosas de casualidad o por suerte. Es que sabía hacerlo. Recuerdo que pasó cuando la rabona. Y fíjate, que no lo hice para hacerme el chulo ni nada. Fue un recurso porque se me quedó atrás la pelota y era la única manera que se me ocurrió de disparar. Pero se decían cosas. Igual no me cuidaba como Pedro, pero es que como se cuidaba Munitis y Pinillos no se cuidaba nadie en el mundo. Yo no bebía, nunca fumaba y no salía mucho. Alguna vez sí, porque era joven, pero no salía mucho. Con Marcelino, cuando no nos salían las cosas, se pensaba que era porque no estábamos bien físicamente. Y no, muchas cosas en el fútbol tienen que ver con la parte psicológica. Siempre he sido muy fuerte de mente, pero cuando ya me pasó lo de la tercera operación seguida, ahí cambié. Sé que cambié aunque seguí tirando. En Cartagena, donde fui luego, empecé muy bien, haciendo goles, y jugando. Pero me rompí otra vez. Es que es muy duro.

¿En qué notabas tú que ya no eras el mismo futbolista?

En la explosividad. Para un delantero es fundamental. Igual de central no tanto, pero para un delantero, o un segundo punta, era clave. Y a mí me quitaron los ligamentos para ponérmelos en las rodillas.

¿Cuántas operaciones tienes?

De la derecha fueron dos y de la izquierda cuatro. Más la del tobillo derecho. Esta última me dio especialmente rabia.

¿Y eso?

Nada más acabar la temporada, el día que marco el gol ante Osasuna que nos mete en la UEFA, me voy con la Selección Sub-19 a Armenia para jugar el Europeo. Cuando acabo, el Racing empieza una nueva pretemporada. Llego a Santander y pido descansar 10 días porque no había tenido vacaciones en todo el santo año, cuando el resto sí las había disfrutado. Y me dicen que no, que tengo que ir a que me conozca el nuevo entrenador [Juan Ramón López Muñiz] y a presentarme. Me dijeron que luego volvía y ya me podía ir de vacaciones. Me voy para allá y el entrenador me dice 'a mí el club me ha dicho que te tienes que poner a entrenar'. Intenté explicarle a la dirección deportiva que necesitaba despejar un poco la cabeza para no empalmar dos temporadas sin descansar. Pero nada, como yo no había parado, iba más rápido que los demás. Y en una jugada en la que me iba con claridad, Moratón llegó tarde, cuando ya le había regateado, y me trabó el tobillo en el partidillo. Y ahí empezó a ir mal todo mal.

¿La familia, visto ahora con perspectiva, te ayudó a tomar buenas decisiones o te perjudicó? A veces ese debate también te rodeaba entonces.

Yo tomé mis decisiones. Cuando acabé con el Racing en 2008 tenía ficha del filial. Y tuve una oferta del Inter de Milán. Y me daba un pastizal y cinco temporadas. Renuncié y eso me mató. No quise el dinero y renuncié a todo. El Racing me prometió que iba a jugar, era el año de la UEFA, soy racinguista y quería jugar con mi equipo… El club me dijo que no había dinero, que tenía que ayudar, que tenía que jugar en un año histórico como chaval de la cantera y que al año siguiente me venderían. Me convencieron y firmé en Santander por lo mínimo. Al poco tiempo contrataron a otro jugador y le pagaban un millón y pico y fui a hablar con ellos. Por resumir, me vinieron a confirmar que me habían engañado y que me tenía que quedar.

¿Quién era tu agente?

Entonces, Jokin Bárcena. Pero fue una decisión que tomé yo.

¿Cuánto te ofrecía el Inter?

Cinco años, a un millón de euros por temporada. Y pagaban la cláusula, que era de cinco millones de euros.

¿Y tu familia que te decía?

Tomé esa decisión con mi hermano en el salón de casa. Él me dijo 'vete, vete al Inter ya mismo'. Y yo, que había hablado con el presidente, Francisco Pernía, y con otros del club que sabían de las ofertas y me dejé llevar por el sentimiento. Estuvieron varias semanas hablando conmigo… Me engañaron.

Y después de todo esto y siete operaciones, que son muchas, ¿has notado ese cariño del club como tú le demostraste o no te ha llamado ni Dios?

Nadie, nadie. No. Ni en aquel momento. Me acuerdo ahora, por ejemplo, que Óscar Serrano se rompió contra el Villarreal y al partido siguiente salieron todos con las camisetas para apoyarle. Yo encadenaba operación tras operación, y psicológicamente hundido, y nadie del club me llamó para ver cómo me encontraba. Nadie. Me abandonaron. No entendía que al final un club es una empresa. Era muy joven. Y hay gente muy mala, como te puedes encontrar en cualquier otro sitio. Y yo eso no lo entendí. Pensé que esto era otra cosa y me guíe más por los sentimientos. Tenía que haber actuado más como empresa, porque luego la gente no valora todo el esfuerzo que uno hace o que yo en aquel momento hice.

Después de todo lo que te pasó, hubo mucho líos que envolvieron al club hasta que ha llegado una nueva propiedad. ¿Te extrañó ver como dirigentes con los que coincidiste saquearon el club y eran condenados a penas de cárcel o ahora te encaja todo?

No, no me extraña nada. Es lo peor que me he podido encontrar en la vida y en el fútbol. Hay muchos Pernías. Por eso tengo ese pequeño odio al fútbol. Me encanta el sentimiento y me gusta ver a los aficionados del Racing de nuevo con ilusión. Eso es lo que me gusta del fútbol. Luego tú ves los entresijos de dentro y es una patraña.

¿Vas al campo alguna vez?

Sí. Alguna vez he ido.

¿Y qué sientes?

Me gusta porque no me conoce la gente y puedo ver el partido tranquilo. Pero a veces me duele.

En ocasiones estás viendo el partido y dices, 'yo era un poquito mejor que ese'.

Me pasa mucho [risas]. Pero ahora mismo hay un equipazo. Sabía lo que daba y he tenido al lado y enfrente a jugadores buenísimos a los que le plantaba cara. El Iván Bolado de 18 años tenía un potencial… No tenía límites. Iba con De Gea, Jordi Alba, Azpilicueta, Parejo y todos estos a la Selección. Y era el más top. Pero no sólo por el nombre de aquel momento, sino que yo me veía en los entrenamientos y era muy superior. Y claro, ahora pones la tele y ves a todos ahí y yo en casa… Han llegado prácticamente todos los de mi generación. Y están ahí levantando copas.

¿Mantienes el contacto con alguno?

A veces hablo con Jordi Alba. Por ejemplo, antes de irse al Barça y luego al final, cuando se fue a Miami. Es muy buen chaval. Pero ya te digo, estoy más bien apartado porque me hace daño.

Iván Bolado es atendido en un entrenamiento.  ARCHIVO
Iván Bolado es atendido en un entrenamiento. ARCHIVO

Bueno, a ti también te dio tiempo a jugar la Copa de África e irte al extranjero...

Sí, sí, y me fui a la Superliga India en el primer año que se hacía. Aquello no tiene nada que ver con esto. De ahí tengo una anécdota…

Pues me la tendrás que contar.

Claro. Fui a un centro comercial con un par de compañeros colombianos que tenía. Y venía de frente un hombre, que estaba medio moribundo, se cayó, se pegó un trompazo con la acera y se murió delante mío. Todo aquello lleno de sangre. Vinieron dos policías, lo sacaron y lo pusieron así en un lado, en un césped, apartado. Y la gente le pasaba por encima como si nada. No sabíamos qué hacer. Aquello me impactó mucho. Pese a este detalle, la India fue una experiencia buena. Conocí a mucha gente. Pensé que eran más una cultura como la árabe. Pero no, son gente abierta. Me gustó Pero no es esto.

¿Tú naciste en Santander?

Sí, pero también soy guineano por mi padre.

De hecho, jugaste con su selección absoluta. ¿Cómo lo recuerdas?

¡Buah! Jugué dos Copas de África. Estaban Balboa, Juvenal, Nsue y otros. Fui gracias a Benjamín, Bodipo y esta gente. Una experiencia muy chula, muy chula. Ya había llegado a mi límite con la Selección española. Fui a los Juegos del Mediterráneo, ganamos, y luego fui a la Sub-21, y ya no había opciones de nada más. Ya iba para abajo psicológicamente y me salió eso. Me sirvió para conocer a mi abuela, que no la conocía, y en lo futbolístico y personal fue genial. Los campos llenos, mucha ilusión y llegamos a cuartos. En la primera Copa África nos eliminó Costa de Marfil, que tenía a Drogba, Yayá, Kolo Touré. Era una locura de selección. Y en la segunda llegamos a semifinales.

¿Tienes la sensación de que, sin lesiones, hubieras sido un futbolista de los caros?

Es complicado decirlo. Cuando empecé veía a Ronaldo, que era mi ídolo, y quería ser como él. Y aquí, en el Racing, veía desde la cantera a Benayoun, Bodipo y Javi Guerrero y sentía que era capaz de hacerlo como ellos, o incluso mejorarles. Cuando subí al primer equipo confirmé que podía. Era la ilusión de mi vida. Ese año, además de la UEFA, subimos con el filial con Ángel Viadero. Hice tres goles el día clave en El Sardinero. Si se llega a quedar Marce más tiempo...

¿Desde entonces no has hablado con él?

Hablé luego porque le tuve en una segunda época aquí en Santander. Y él me dijo que me veía que me estaba hundiendo. Es más, no renuevo por lo que hablábamos y me fui por menos dinero. Me fui a Segunda porque encima me prohibieron irme a Primera pese a que tenía ofertas. No esperé. Me quería ir porque no se habían portado bien conmigo y me había pasado de todo. Me habían renovado por una mierda y me habían engañado. Todo mal.

¿Cuánto es lo máximo que llegaste a cobrar en el Racing?

Aquí, 200.000 brutos. Es un dinero, pero había gente que cobraba... Cuando estaban Xisco y estos, ganaban un millón y medio neto. Tremendo.

¿Te gestionabas tú todo o tenías ayuda?

No le daba mucha importancia al dinero. No era ni soy un tío derrochador. Y gastaba cuando tenía que gastar. No era la ilusión que yo tenía de niño. La ilusión era jugar y llegar a lo que hice. Y quería ganar títulos y hacer algo grande.

¿Destacabas mucho de crío?

Sí. En juveniles era…

¿Siempre estuviste en el Racing?

Siempre. Desde el cole, el Ramón Pelayo, al Racing. Entré en el Alevín B. Recuerdo que ahí me hiciste una vez un reportaje de la hostia en la pista donde empecé.

¡Es verdad! ¿Cuál es el momento de toda tu carrera que guardas con más cariño?

El gol que nos mete en la UEFA. Por histórico. Lo hice en mi casa y eso supone mucho sentimiento. Pero también creó mucha envidia, ¿sabes?

¿Por qué?

Como te digo, decían que si el gol se lo había dejado Osasuna… Y claro, yo les digo que sí, y que también se dejaron el de rabona, y el de chilena. Todos. Se dejaron todos. A veces me han despreciado y me jodió. Porque ese desprecio nace desde dentro del vestuario.

¿Generabas envidia?

Claro, porque estaban saliendo las cosas. Por eso es que ya no veo mucho fútbol. Me querían bajar de ahí. Era cuando todavía no era consciente de lo que realmente es el fútbol. Por eso me gustan más estar con los niños. Tengo anécdotas de pasarlo muy, muy, muy mal. A algunos le ves las caras y no te lo imaginas, pero… No te voy a decir con quién lo pasé mal ni nombres, pero sí te voy a decir una anécdota que resume todo eso.

Adelante.

Yo di un positivo en THC por el que me inhabilitan dos años en Primera.

¿Sí?

Sí, sí. Y yo le decía al médico y al resto, 'es imposible, si yo no fumo'. Fue en la primera etapa de Portugal. Estaba yendo ya convocado y di positivo en cannabis. Y no podía ser. Si es que nunca he fumado. Así que pedí un contraanálisis. Pero de momento, hasta que no salieron los resultados, todos me miraban... No salió en ningún lado porque hasta que no se confirmase con el segundo análisis, no se podía decir nada concluyente. Y en ese tiempo hubo unos compañeros que me decían 'eres un porrero' y cosas así. Yo era un niño y me golpeaba uno y nadie me ayudaba...Lo pasé mal. Y se lo dije a mi padre: quiero bajar al B porque no puedo y nadie me ayuda. Tenía fobia de ir a entrenar. Jugaba en Primera y no quería estar ahí. Y luego en el contraanálisis se vio que era inhalado, porque iba a un bar de aquí que se llama el Cicles. Antes se podía fumar en los bares y yo estaba metido ahí todo el día. La gente estaba fumando porros todo el día y yo inhalé. Menos mal que al final se supo y no me sancionaron. Se demostró que no había consumo. Aquello no se conoció. Pero dentro del vestuario me lo decían. Hubo un par de compañeros en particular que me lo hicieron pasa mal e imposible.

¿Y quién sí te ayudaba y te daba buenos consejos?

Hubo uno que me dio el mejor consejo y le hice poco caso. Cuando fuimos a la pretemporada de Alemania, en la segunda época de Portugal (2009), y estoy a tope pero sin apenas jugar. El trato que me daba el míster era de desprecio total. Al equipo no le salía nada. Y yo estaba demostrando pero no tenía minutos. Y bueno, pues empiezo a dejarme ir. Si no juego, pues no entreno fuerte. Y me empieza a ver Pinillos. Y me dice 'aunque no vas a jugar por muchas cosas, te mereces jugar, pero tienes que aprender que la vida a veces es injusta'. Y siguió: '¿Sabes lo que va a pasar? Que estamos mal, la afición va a empezar a pedir que juegues, te va a sacar el míster un día y vas a estar hecho una puta mierda porque no tienes ritmo y porque estás entrenando fatal'. Me dijo que tenía que hacer 10 veces más y hasta quedarme a hacer más cosas después de los entrenamientos. Quería que, cuando saliera, lo hiciera bien y la gente se preguntara por qué no lo están poniendo. Confié en Pini porque sabía más que yo y lo di todo. Le hice menos caso del que debía. Y justo pasó eso. Empezó la gente a pedirme, salí en el primer partido y lo revolucioné. El míster se cabreaba y todo porque lo hacía bien. Cuando metí los dos goles en Bilbao, ojo, un tío que viene nueve meses de lesión y eso que sólo había jugado un partido antes. ¿Sabes lo que me dijo el entrenador?

¿El qué?

A ver si haces algo de puta vez. No haces nada. Un tío que no estaba jugando. En el vestuario ese día no me quería ni saludar. Y mientras, todos los compañeros hablando en el bus sobre la chilena. Ahí fue la primera vez que lo vi. Pero tampoco le hice mucho caso. Igual lo he visto en total 10 o 15 veces en mi vida. Y el segundo es otro golazo. Dos chicharros.

Eras joven pero tenías mucha personalidad.

Me salía así. A Marcelino le eché un pulso y lo perdí. Se cabreó conmigo. Un error mío. Me prometió que en la Copa iba a jugar. Pasamos a semifinales, me llama al vestuario y me dice que le han dicho desde el club que tengo que quedarme fuera. El Racing había gastado dinero en otros jugadores y tenían que jugar antes. Y cuando quiso tirar de mi para el partido de Liga que había entre la ida y la vuelta le dije que estaba lesionado. Y claro, perdí merecidamente el pulso. Me quedé 10 partidos sin convocar y me llevo al último partido, en el que nos la jugábamos. Va y me dice, '¿se te ha pasado ya el cabreo?'. Y le contesté, 'sí, sí, lo que usted mande'. Y ahí sí que estábamos un poco nerviosos. Jugábamos en casa y no salían las cosas. Pero al final llegó un gol histórico que siempre se recordará. Pensaba que no me iba a sacar por todo lo que había pasado. Y cuando ya me llaman estaba tenso. El campo lleno. Salí muy ansioso. Me metí mucho en fuera de juego. Hasta que no me metí y la enchufé. Hice lo que me decía siempre el míster, 'sigue la jugada y rompe al primer palo'. No era consciente de lo que había hecho ese día ante Osasuna. Entró y fui para la esquina, donde estaban los de Juventudes. Y camino del centro del campo miré a la grada donde estaba mi madre. Fui precioso ver el campo así. Una vivencia. Y eso, al final, es lo que te queda.

Iván Bolado marca contra Osasuna el gol que da al Racing el pase a la UEFA.  ARCHIVO
Iván Bolado marca contra Osasuna el gol que da al Racing el pase a la UEFA. ARCHIVO

Cobrarías una buena prima.

Pues cobré sólo parte de ella. No me acuerdo de cuánto era aquello. No me acuerdo bien. No es por no decírtelo. Tenía contrato con el B. Y cobré por compañeros como Pini. El club no quería pagármela, porque no entraba al no ser jugador del primer equipo a todos los efectos. Y yo decía '¡pero si he estado toda la temporada!'. Pero vamos, que marco el gol más importante y no me querían pagar la prima grupal. Para mí era mucho, pero tampoco era mucho para todo lo que se hizo. No sé si eran 50.000 o 60.000 euros. Para mí eso era la hostia. De aquel día recuerdo que no pude quedarme ni a celebrar.

¿Y eso?

Estuve después 18 horas de viaje. Me fui directo a Madrid en coche porque me iba al Europeo con la Sub-19. Acabó el partido y a la media hora estaba en carretera. Ni me duché ni nada. Me preocupé por guardar las botas y la camiseta, que aún las tengo. Dormí en el hotel de Barajas y al día siguiente avión a Armenia. Me perdí la fiesta de mi vida. Vi la celebración por la tele. El fútbol es así.

Que te lo digan a ti.