REAL ZARAGOZA

Iván Azón como síntoma: el nueve de casa que siempre acaba metiendo más goles que los fichajes

Bakis y Enrich siguen sin mojar y el Zaragoza, club con una larga tradición de grandes goleadores, acumula otro año de fracaso en la elección de delanteros.

Iván Azón celebra el  2-1 ante el Tenerife./Real Zaragoza
Iván Azón celebra el 2-1 ante el Tenerife. Real Zaragoza
Mario Ornat

Mario Ornat

Después de siete partidos con un solo tanto a su favor y cinco jornadas consecutivas sin ver portería, el Zaragoza abrió una pequeña hemorragia de alegría con su victoria frente al Tenerife, atada con tres dianas de Francés, Iván Azón y Maikel Mesa. El mediapunta canario, escorado esta vez en la banda izquierda en el 4-4-2 ordenado por Víctor Fernández, firmó con una volea majestuosa su noveno tanto. Mientras, Azón coronó con el suyo un estupendo encuentro, compartiendo la doble punta junto a Bakis. El Zaragoza llevaba casi ocho horas de fútbol sin ver portería. El Tiburón Azón no marcaba desde el 14 de octubre. Bakis y Enrich, los dos fichajes, siguen en blanco.

Las cifras adquieren carácter de síntoma: con solo tres goles, el delantero de casa vuelve a ser el mejor nueve del Zaragoza. No hay aspiración sostenible con números tan escuálidos. No es el mejor año de Azón. Después de pasar meses lesionado la temporada pasada, este año su ritmo y convicción se han resentido. El comentario de Víctor Fernández el sábado suena hoy a premonición: "La primera semana me asusté mucho porque vi a Iván Azón muy noqueado. Lo he visto esta semana mucho más suelto, más ágil, muy mejorado. Ha entrenado de maravilla". Su partido y el gol al Tenerife ratificaron el diagnóstico.

Tres tantos no dan para levantar ninguna bandera, pero la sensación general es que el chico de casa acaba siempre por hacer su parte del trabajo. Quienes no cumplen son los fichajes en la punta. Y así, Azón se va imponiendo un año más como lo único medianamente rescatable, por pura decantación. O por el amargo refrán de los tuertos y los ciegos. Una situación familiar en sus cuatro temporadas en el primer equipo. La ineficiencia de este Zaragoza postmoderno en ataque alcanza niveles de epidemia y explica su permanente distancia con el objetivo del ascenso. Desde la campaña 2019/20, cuando el bloque dirigido por Víctor Fernández alcanzó el playoff de ascenso impulsado por los 19 tantos del colombiano Luis Suárez, ni uno solo de los diez atacantes fichados ha llegado a la decena de goles. Eso da una medida del problema. Si levantamos la mirada a las 11 últimas campañas en Segunda, descubrimos la inmensidad del agujero: sólo Borja Bastón (23 en la 2014/15), Ángel (11 y 21 entre 2015 y 2017), Borja Iglesias (22 en la 2017/18) y el propio Luis Suárez han llegado a cifras relevantes.

Conforme pasan los años, la cosa va a peor. Los 12 goles de Roger en la 2013/14 o los diez de Wilian José (2014/15) y Álvaro Vázquez (2018/19) parecen hoy día una quimera. En los últimos cuatro ejercicios la incapacidad del Zaragoza para fichar gol tiende al esperpento. Sólo Juanjo Narváez en su primera campaña (nueve) y Giuliano Simeone (otros nueve el año pasado) se aproximaron a un mínimo exigible. Azón aportó siete en su mejor versión. Ninguno de ellos estaba llamado a un papel principal, pero a su alrededor se acumularon los fichajes de delanteros sin pólvora: Vuckic, Toro Fernández, Sabin Merino y Gueye pasaron y se fueron del Zaragoza sin meter un solo gol. Ni uno. Álex Alegría marcó una vez.

Casos como el del senegalés dejaron entre la afición un asombro de incredulidad: ¿Qué criterio hizo posible confiar en un delantero así en un proyecto con mínimas aspiraciones? Para solventarlo, Torrecilla le firmó tres años a Sabin Merino, quien tampoco vio puerta en 16 partidos. Salió cedido primero al San Luis mexicano y ahora está en el Racing de Ferrol, donde sí lleva media docena de goles. Casos así hieren la sensibilidad del aficionado, educado en una larguísima tradición de colosales goleadores: de Marcelino con Los Magníficos a Diarte y Arrúa en tiempos de los Zaraguayos. Y después Amarilla, Valdano, Pichi Alonso, Esnaider, Morientes, Savo Milosevic, David Villa, Ewerthon y Diego Milito, entre otros muchos.

La sequía de Sinan Bakis y Sergi Enrich este año insiste en la infortunada línea reciente. Para frenar la metástasis (con Julio Velázquez el Zaragoza ya ni remataba), Víctor armó el domingo una doble punta con Bakis y Azón, tras alternarlos en los dos encuentros anteriores. Bakis había sido el titular. Azón, el revulsivo: condición natural en su fútbol generoso, de incansable trabajo y conquista de espacios. Una contribución táctica a menudo infravalorada. El nuevo dibujo reanimó la actividad con la pelota y sin ella. Con un fútbol más profundo en la combinación, el Zaragoza acumuló hasta tres ocasiones en el arranque del partido y Azón anunció a los defensas que pasarían la tarde con dolor de cabeza. Su gol al borde del descanso rescató al Zaragoza cuando peor lo pasaba el equipo.

Bakis, por contra, ni siquiera llegó a chutar a puerta. Ha jugado 15 encuentros y se acerca a los 1.000 minutos de negación frente al gol. Víctor Fernández trata de recuperarlo a base de minutos, después de perderse tres meses por una meniscopatía y algunas semanas más por un problema muscular, residuo de la primera lesión. En todo caso, ni antes ni después se ha aproximado Bakis al delantero de los 12 goles en el Andorra, argumento para su contratación el pasado verano. El técnico subrayó ayer su mejoría y La Romareda lo despidió con un aplauso conmiserativo (facilitado por el buen ambiente del 3-1 a favor, claro)... Pero la realidad es testaruda: cada partido Bakis deja la sensación de un nueve desorientado, fuera de punto en lo físico y alejado de la zona de impacto.

Mientras, el otro ariete contratado para este año, Sergi Enrich, volvió a interpretar el ingrato papel de relevo para los tramos finales de los partidos. Como acostumbra, puso oficio y desgaste, pero escasa amenaza. Enrich suma más de 600 minutos en 25 partidos: sólo ha aparecido tres veces en la alineación titular (frente a Mirandés, Huesca y Albacete). Nadie le presumía el rol de goleador principal en el Zaragoza, pero sí una aportación algo más vistosa. Ese trabajo lo están asumiendo otros: Mesa (9), Mollejo (4), Azón, Francés y Francho (3), Manu Vallejo (2), Jair, Fran Gámez, Jaume Grau y Germán Valera (1). Cifras menores para cualquier objetivo mayor. Por eso el Zaragoza celebró el triunfo frente al Tenerife como una línea de vida. Es lo que hay: mantenerse un año más en Segunda y esperar tiempos mejores. Si existen.