ENTREVISTA

Rafa Rojas novela el 'secuestro' de Marcelino tras el gol a Yashin: "Es como si Iniesta hubiera desaparecido después del gol en Sudáfrica"

'¿Dónde está Marcelo?' crea una ficción en torno al delirante episodio con el delantero del Zaragoza, desaparecido entre la final de la Eurocopa 64 y el título en la Copa de Ferias de los aragoneses.

Canario, Duca, Marcelino, Villa y Lapetra, en un partido del equipo «magnífico» del Real Zaragoza/
Canario, Duca, Marcelino, Villa y Lapetra, en un partido del equipo «magnífico» del Real Zaragoza
Mario Ornat

Mario Ornat

España ganó el 21 de junio de 1964 la Eurocopa a la Unión Soviética con el célebre gol de Marcelino a Yashin en el Bernabéu: un cabezazo inverosímil que marcó a varias generaciones de aficionados al fútbol en España y convirtió a Marcelo, como le conocían sus compañeros en el Real Zaragoza y la Selección, en una celebridad absoluta más allá del fútbol. Tres días después, el equipo aragonés debía jugar en el Camp Nou la final de la Copa de Ferias contra el Valencia. El primero de los dos títulos que iba a ganar en apenas dos semanas (el otro fue la Copa, el 5 de julio).

Juan Manuel Villa, Severino Reija y Carlos Lapetra, quienes también estaban entre los campeones europeos con España, llegaron al día siguiente a la concentración de Vallvidrera. Pero Marcelino, no. Durante casi dos días, el delantero estuvo desaparecido. El relativo misterio sobre esas casi 48 horas le ha servido a Rafa Rojas, periodista zaragozano, para escribir ¿Dónde está Marcelo? (Doce Robles, 2025). Una divertida narración que mezcla fútbol, zaragocismo e historia para imaginar algunos de los días más célebres del legendario equipo de los Cinco Magníficos.

Tal y como está ahora mismo la realidad del Zaragoza, ¿es la ficción sobre el pasado glorioso un refugio para el aficionado?

No cabe ninguna duda. Estamos viviendo una agonía auténticamente insufrible. Pero hay que refugiarse en cosas entretenidas, alegres, y que fueron las que le dieron a este equipo el lustre que tiene, y que está perdiendo a toda marcha.

Es tu primera incursión en la ficción, pero sobre un periodo que ya tocaste en 'Magníficos', tu libro sobre aquel equipo de leyenda.

Mis dos libros anteriores, Magníficos y Zaraguayos, eran más como biografías, ensayos... Yo me los tomé como reportajes periodísticos de 300 páginas: la idea era aportar al zaragocismo y recordarle a la gente de dónde viene este equipo y por qué se hizo grande. Y, claro, los años 60 fueron la época crucial para dar el salto y convertirse en un equipo de otra dimensión. Ahora lo hemos hecho con una novela, en un terreno en el que no había entrado y en el que me sentía al principio un poco intruso: hablar de una novela me parece un poco excesivo, prefiero decir que es una obra de ficción. No vaya a pensar la gente en un Delibes, un García Márquez, un Tolstoi o algo así. Pero bueno, estoy muy satisfecho.

¿Te ha servido esa experiencia y el conocimiento acumulado sobre la época para acometer ahora una historia de ficción?

La parte histórica ya la tenía más o menos trillada. Es el terreno en el que, como periodista, siempre me he sentido cómodo. Escribir Magníficos me ayudó a profundizar y a conocer a varios de los personajes de aquellos años e intentar hilvanar cómo se gestó el equipo que explotó en 1964. Esa es la época en la que se ambienta la novela. La cuestión era engarzar a esos personajes históricos con otros de ficción para que resultara atractivo.

¿Cómo has articulado el cruce entre la realidad histórica, los personajes inventados y la trama de la novela?

La novela se mueve en tres niveles: hay personajes reales, los futbolistas, los directivos, etc.; una parte de absoluta ficción, en este caso una pareja de amigos que tienen un golpe de fortuna y deciden seguir al equipo en la parte final de aquella temporada en 1964; y después, una subtrama periodística, en la que se mueven personajes inventados, pero inspirados en periodistas reales que sí existieron. He intentado cuidar mucho esa parte, en homenaje a mi formación y a mi realidad profesional, aunque ahora esté algo apartado. Pero hay que insistir en esto: es un libro de ficción, basado en hechos históricos pero con hechos de ficción que pueden sorprender. Yo creo que al aficionado zaragocista le va a gustar. Y espero que también a quienes no lo sean.

¿Tuvisteis siempre claro que el periodo elegido debía ser aquel de los 'Magníficos'? Los 'Zaraguayos' también fueron, como se dice ahora, unos 'personajazos'...

Desde el primer momento pensamos en los Magníficos. Y así me lo planteó Javier Lafuente, editor de Doce Robles: "Quiero que hagas una novela sobre los meses de la primavera del 64". El titular del libro ¿Dónde está Marcelo? —luego hablaremos de qué significa— creo que lo dijimos la primera tarde que nos reunimos para hablar del proyecto. Todo aquel momento nos parecía muy novelesco y no tuvimos dudas. Si hubiéramos hecho una sobre los Zaraguayos igual tendría que ser un poco... bueno, escabrosa. Porque había personajes que más allá del fútbol tenían sus particularidades.

"La novela es una ficción que engarza personajes y momentos históricos con otros inventados, eso debe quedar claro: la 'desaparición' de Marcelino tras la final de la Eurocopa es el gancho alrededor del cual se desarrolla el resto de la trama"

Rafa Rojas Periodista y autor de '¿Dónde está Marcelo?'

¿Son buenos personajes de novela leyendas como Yarza, Santamaría, Canario, Santos, Marcelino, Violeta, Villa, Lapetra, Reija, etc.?

Cada uno tenía su carácter, pero son caracteres que quien ha sido zaragocista, aunque no haya vivido esa época como no lo hice yo, que no había nacido en el 64, los conoce: sabe cómo era Santamaría, cómo era Reija, cómo podían ser Yarza o Lapetra, si eran más o menos impulsivos, cómo reflejaban eso en el campo... Quienes nos hemos interesado en la historia hemos leído sobre todo eso. Y sí, son personajes que se adaptan muy bien a la novela.

¿Te ha generado tensiones ponerlos a decir o hacer cosas que a lo mejor no fueron exactamente así en la realidad?

No, no. Lo que es pura ficción, por ejemplo, es una conversación entre ellos en el vestuario: nadie sabe lo que se decían en ese momento. Pero tampoco nadie sabe qué le decía Napoleón a sus generales antes de una batalla. Ha habido gente que me preguntaba por eso, por cómo me sentía escribiendo sobre gente que aún está viva: bueno, es una ficción, no pasa nada. Y además, no hay ninguna consideración personal acerca de ellos. Simplemente desarrollan sus personajes del modo que eran o como yo creo que eran. Hablé prácticamente con todos cuando hice Magníficos y tengo una percepción clara de cómo eran la mayoría. Todo está tratado de forma muy prudente, discreta y atendiendo sobre todo a sus características deportivas.

¿Utilizas diálogos o declaraciones reales de las hemerotecas?

Sí, por supuesto. Tenía mucha documentación de la elaboración del otro libro y en este aparecen frases que son tal y como ellos las dijeron en aquellos años. Y además, hay otros personajes en los que podemos incidir después: como Luis Belló, que es el héroe oculto de esta novela.

Rafa Rojas cuenta el núcleo de la trama de su novela.

Hablemos de la trama: ¿Cuál es el gatillo y de dónde sale el título?

¿Dónde está Marcelo? puede ser sorprendente para quien no conozca la historia. Marcelino, que era un personaje de novela, un tipo tremendo, después de marcarle a la Unión Soviética el gol que lo encumbró como una figura nacional, se convirtió en una estrella no sólo del deporte, sino de la sociedad española. Bueno, pues al día siguiente desaparece. Tiene que viajar a Barcelona, donde el Zaragoza está concentrado para disputar la final de la Copa de Ferias... y no aparece. Waldo Marco, el presidente del Zaragoza, se lleva a Barcelona a Reija, Villa y Lapetra, que son los otros tres concentrados con la Selección, pero nadie sabe dónde está Marcelino. Y ese es el gancho, el núcleo o centro de la novela, alrededor de la cual se desarrolla el resto de la ficción.

¿Cómo fue el episodio real?

Es un episodio que ha estado siempre muy oculto. Ya cuando escribí Magníficos encontré muy pocas referencias. Se quedó en el limbo... Un hecho que, hoy en día, vamos... al minuto 1 estaría en las redes sociales y todo el mundo andaría buscando a Marcelino por Madrid. De una manera u otra se le encontraría. Pero claro, en el año 64 no había móviles, para establecer una conexión telefónica entre ciudades había que pasar por una centralita, no había medio de averiguar dónde podía estar una persona, aunque tuviera la trascendencia de Marcelino.

¿Y dónde se metió Marcelino?

Fue digamos que no secuestrado, pero captado por el Marqués de Villaverde (Cristóbal Martínez Bordiú, el yerno de Franco), que era otro de los personajes tremendos de aquella época, para un beneficio personal: presumir de tener al lado al que en esos momentos era el héroe de España. Hay episodios absolutamente delirantes, como la participación de Marcelino en una operación a corazón abierto que hace el marqués de Villaverde. Y así fue cómo sus compañeros del Zaragoza supieron dónde andaba Marcelino. Estaban en la concentración de Barcelona, viendo la televisión, y en el telediario de la noche aparece Marcelino con bata de cirujano y con el gorro quirúrgico, junto al Marqués de Villaverde, todo ufano... Eso provocó un terremoto total.

¿Has hablado con Marcelino para la novela?

Marcelino es una persona un poco inaccesible: él sabe que la novela está escrita, pero hace muchos años vive retirado en Ares, en su pueblo natal. Aquel gol lo convirtió en un personaje que trascendía el deporte. Una celebridad social del franquismo: eran el Cordobés y Marcelino. Hasta que no llegaron el gol de Fernando Torres, el de Iniesta, el de Oyarzabal... el gol de Marcelino fue lo máximo del fútbol español durante más de 40 años.

La factura del tanto contribuyó al mito: es formidable.

Es un gol inenarrable. No sé cómo una persona puede agacharse a sesenta centímetros para rematar en un escorzo como ese, para batir a Yashin, que era uno de los grandes mitos del fútbol en aquel momento. Además, la victoria tenía una enorme carga política para Franco. El régimen había anulado en la primera edición de la Eurocopa, en 1960, la eliminatoria entre España y la URSS: los soviéticos no debían pisar suelo nacional bajo ningún concepto. Pero cuatro años después volvió a tocar enfrentarse, en Madrid, ante 70.000 personas y con toda la prensa europea pendiente. Así que no había forma de evitarlo y fue una oportunidad de derrotar a los soviéticos.

En alguna entrevista años más tarde, Marcelino dijo que después de la final, 'se despistó' un día porque estaba agotado tras mes y medio de concentración.

Hay una imagen en el diario Pueblo, en una página en la que el periodista habla con Marcelino y el marqués de Villaverde y cuentan lo de la operación y que por la noche estuvieron en un concierto de Manolo Caracol. Pero vamos... Imagínate hoy en día que, no sé, Andrés Iniesta, después de meter el gol en Johannesburgo, desaparece unos días sin que nadie sepa nada de él y aparece en la fiesta privada del mayor personaje del mundo. O haciendo una melonada como entrar en un quirófano en una operación a corazón abierto. Es divertidísimo desde ese punto de vista, pero totalmente increíble.

Entonces, ¿es ahí donde entra en juego la ficción?

Claro, ahí yo me imagino qué pudo pasar a partir de ese momento. Hay una realidad: el padre de Villa era o había sido directivo del Real Madrid, tenía muy buenas relaciones y fue quien recogió a Marcelino y se lo llevó. Pero claro, eso no es novelesco. Lo novelesco era hacer participar a dos desconocidos del rescate de Marcelino. Y eso es lo que hago en la novela.

¿Cómo llegan ahí esos dos amigos?

Son dos amigos de La Almunia que han ganado una quiniela y deciden irse a Madrid para asistir a la final de la Eurocopa de Naciones y, después, a Barcelona para la del Zaragoza: van al teatro a ver a Paco Martínez Soria, a los toros, se dan paseos... Y en ese periplo coinciden con Marcelino, que está en cierto modo secuestrado por el Marqués de Villaverde y pasa a ser secuestrado por estos dos tipos, a los que no conoce de nada, pero que son su única tabla de salvación para desaparecer del tinglado en el que se ha metido.

El autor explica la trascendencia social de Marcelino tras su gol a la URSS.

Pongamos en contexto aquella primavera y el arranque del verano del 64, que cambiaron la historia del Zaragoza con dos títulos en menos de dos semanas.

Cuando arranca la novela, el Zaragoza ha terminado la Liga 63/64 en cuarta posición... pero quiere más. El año anterior habían sido terceros con César Rodríguez, otro personaje fundamental. Hagamos un poco de historia: en 1956 se produce el ascenso dramático en Vitoria; al año siguiente se inaugura La Romareda; en 1959 llegan al Zaragoza Reija, Marcelino y Lapetra y en 1961, el entrenador César Rodríguez. Y el equipo empieza ya a plantearse otro tipo de cosas, con un estadio moderno, futbolistas que están llamando la atención a nivel nacional. Entra Waldo Marco como presidente, uno de los mejores, una persona sensacional, muy racional... pero con una ambición: no quiere tutear a los grandes, sino que quiere grandes cosas. Pese a la cuarta plaza en 1964, con Ramallets no hay mucha sintonía con parte de los jugadores y la afición. Y le quedan por jugar la vuelta de las semifinales de la Copa de Ferias, tras perder la ida en Lieja; y las de Copa contra el Barcelona.

En Lieja fue donde se alinearon por primera vez juntos los 'Cinco Magníficos': Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.

Todo eso se desarrolla en la novela, pero tiene gracia porque ese día no metieron ni un gol y hubo gente que dijo: "Vaya cosa, juntar a estos cinco y no son capaces de marcar ni un gol". Y dices: con lo que luego fueron... Pero bueno, ocurre eso y, tras una derrota con el Mallorca, se decide el cambio de Ramallets y toma el equipo a su cargo Luis Belló. Un hombre con poca experiencia, pero que goza del cariño del zaragocismo porque unos años antes había sido el héroe de Torrero (el campo del Zaragoza antes de la inauguración de La Romareda) en una eliminatoria épica contra el Athletic de Gainza, Zarra y demás.

"Me gusta pensar en este libro también como homenaje a Luis Belló, el entrenador de aquel equipo: ganó dos títulos en sólo nueve partidos y eso es algo que nadie más ha hecho"

Rafa Rojas Periodista y autor de '¿Dónde está Marcelo?'

¿Cómo era Luis Belló y qué importancia tuvo en aquellos triunfos y en tu novela?

Una persona muy discreta, muy prudente, que sabía cómo tratar a los futbolistas. No va a imponer ninguna ley marcial de comportamiento ni nada. Aparte tiene ahí en el equipo a unos espíritus libres que no van a aceptar algo así. No le podías decir a Lapetra que se ciñera al carril del 11 ni a Marcelino que no se retrasara, etc. Cada uno sabía lo que tenía que hacer. Luis Belló retoma aquello y todo discurre como la seda. El libro se lo di a leer a personas que no sabían de fútbol, que no conocían a los jugadores. Y me decían que el personaje impactante es Luis Belló. Me gusta también como homenaje a una persona oscurecida, que hizo algo excepcional: en nueve partidos ganó dos títulos. A ver quién puede decir eso. Los otros entrenadores que han ganado dos títulos son Víctor Fernández, Luis Costa y Víctor Muñoz. Pero ninguno en tan poco tiempo y tan pocos partidos como Luis Belló, que fue el precursor. Además, a continuación salió del club, lo que le da a la historia también un punto amargo: un momento felicísimo del que te apartan sin tener la posibilidad de seguir creciendo con el equipo.

¿Has necesitado volver a hablar con los futbolistas para asegurar algún episodio concreto en este libro?

No, no he hablado con ninguno. Con los años se distorsiona la memoria. Y si con Magníficos ya me pasó que tenía que precisarles muchas cosas de las que ya no se acordaban bien, pues imagínate ahora. Es normal, ha pasado mucho tiempo y tampoco quise remover cosas para no complicar el proceso de escritura confirmando opiniones, versiones, etc. Decidí quedarme con lo que tenía y profundizar en la prensa de la época. Aparte, después de tantos años cada uno se crea su historia en función de su protagonismo o su recuerdo. Más en un caso como este, que pertenece a otra época en la que era difícil acceder a los héroes.

Ahora lo complicado es encontrar héroes en el Zaragoza actual...

Son nuestros futbolistas y hay que tenerles respeto siempre. Pero si ahora mismo desfilaran por aquí los 300 jugadores de los últimos diez o doce años, te aseguro que a sesenta o setenta no los conocería. Por eso viene bien darse un atracón de zaragocismo del bueno, pasar unas horas entretenidas, aprender, redescubrir y disfrutar. Y ese ha sido nuestro objetivo: aportar desde lo que sabemos hacer, que es escribir, y glosar lo que ha sido este equipo en aquellos años.