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El reencuentro 31 años después entre un hijo y su padre biológico con el Albacete como testigo

Ilusionado con la pelea por el ascenso, Sergio Fernández halló en el conjunto manchego el cordón umbilical que le mantuviera unido a su origen biológico.

Sergio y su padre biológico, reunidos en el Carlos Belmonte. /Sergio Fernández
Sergio y su padre biológico, reunidos en el Carlos Belmonte. Sergio Fernández
Sergio Sánchez

Sergio Sánchez

"Cuando le daba el biberón, le contaba el cuento del niño que estaba en Albacete. Había unos papás, Luis y Tere, que se lo trajeron a Talavera. El niño se llamaba Sergio y se vino con nosotros. Éramos muy felices. Siempre le contaba el mismo cuento, como quien cuenta el de Caperucita", nos explica desde la ciudad de la cerámica Teresa Rubio, madre adoptiva de Sergio. Su hijo continúa el relato: "Un día me di cuenta de que yo era el protagonista del cuento. Hubo un momento en el que lo pasé mal en mi adolescencia por bullying y el Albacete se convirtió para mí en paracetamol, era mi aspirina contra el dolor. Yo nunca he jugado bien al fútbol, pero he sido futbolero". Así comenzó la historia de amor entre Sergio y el conjunto manchego: "Era ese punto biológico de unión que no tenía".

Desde Mora (Toledo), donde reside e imparte clases de inglés tras haber estudiado Filología por la UNED, fue creciendo su interés por la escuadra albacetista: "Sé que Messi le marcó su primer gol al Alba, también Fernando Torres en Segunda…, pero esos recuerdos son muy vagos, no tengo muchos de Primera ni de esa época. Tengo más vivos, sobre todo, los partidos más recientes contra el Valencia Mestalla, el Sestao o el mítico de Riazor".

Una pasión que le ha proporcionado momentos de todo tipo. Los hubo de liberación: "En 2020, cuando no me atrevía a mirar otra cosa y tapaba con la mano el teletexto hasta que llegó el final del Cádiz-Albacete, ¡nos habíamos salvado!". También se produjeron instantes de tristeza, como el descenso del 2021. Incluso llegaron las lágrimas de alegría, "cuando se logró el regreso con Rubén de la Barrera en el 2022, no me lo podía creer".

Teresa vivió el crecimiento de ese amor por un equipo al que le unía algo especial: "Se aficionó mucho al fútbol. Como su padre era del Madrid, se hizo del Barça. Pero lo que realmente le interesó fue empezar a seguir al Albacete, porque era su tierra. Nosotros no somos tan futboleros, él es más de vivir todo a tope". Fue un proceso en el que la vida y el balón se aliaron. "Primero, pasamos por un acogimiento, antes de la adopción plena. Es un camino de muchas entrevistas y preguntas para que el chico esté bien, es complicado", resalta. "Siempre hemos querido que él lo tuviera muy claro, no engañarle de ninguna manera ni ocultarle la verdad. Cuando cumplió 18 ya le contamos todo lo que sabíamos. Me inventé esa forma de mantener el nexo con el cuento, y lo ha ido viviendo de una forma muy normal", destaca, antes de concluir afirmando que "el fútbol le puede ayudar, ahora está en una nube". Apunte que confirma el propio Sergio: "Para mí ver el Belmonte por televisión era como ver un trozo de mi tierra y pensar: yo quiero estar ahí. Hasta 2019, no había visitado Albacete ni su conocida Feria de Septiembre. Tenía mucho miedo a encontrar alguien que me contase una historia dura y no estar preparado. El fútbol ha sido esa ventana que me ha permitido mirar a mis orígenes".

"El fútbol ha sido esa ventana que me ha permitido mirar a mis orígenes"

Dos veces viajó al Carlos Belmonte para disfrutar en vivo de su equipo. Fueron los primeros pasos, pero el decisivo llegó hace pocas semanas. Sergio tuvo la oportunidad de conocer a su padre biológico, casi 31 años después, y apuntó en ese reencuentro la necesidad de realizar una próxima visita muy especial: ir juntos a un partido en el feudo manchego. Sería su tercera experiencia en el Belmonte, pero esta tendría algo único. A su lado, sentado en la grada, estaba Chema. "No sabía que sería de mí. He pensado un millón de veces en momentos como este", afirma José María Sánchez. Su padre biológico tiene 65 años y vive en Pozo Cañada, un pequeño pueblo a veinticinco kilómetros de la capital. En el pasado queda un periplo lleno de vicisitudes. "Yo le dije que no sentía ningún rencor hacia él, que nadie somos perfectos", afirma Sergio, quien guarda como un tesoro el regalo que le entregó Chema: "En cuanto le dije que era muy del Alba, vino con un llavero, que para mí es oro puro, aunque valga cinco euros".

Desde la distancia, Teresa se muestra aliviada: "Le apoyamos en todo a la hora del reencuentro, pero teníamos miedo a que ese momento pudiera hacerle daño. Teníamos muchas dudas". Sergio ha cerrado un círculo y se encuentra satisfecho: "Teresa y Luis me han criado y siempre serán mis padres. A Chemica no le puedo decir señor, le tengo que tratar con cariño". Todo lo envuelve el fondo norte del estadio albaceteño y una conversación muy futbolera en familia. "Yo no he visto un equipo tan versátil como este Albacete Balompié, que en tres toques se planta en portería rival. Me encanta, es vertiginoso, tipo Premier", comenta el hijo. A lo que el padre responde: "Me gustaría ver al Alba en Primera y que le ganase al Madrid y al Barcelona". Quién sabe; a veces, los sueños se cumplen.