Lotina y la mochila de su récord de descensos: "De cada cornada aprendes; ahora me doy cuenta de que me equivoqué"
El de Meñaka espera a la oportunidad adecuada mientras atraviesa su periodo de inactividad más largo. "Te dan ganas de entrenar, pero bueno, no sé si a alguien le interesaría con la fama que tengo".
Son las 12:30 del mediodía. Nadie perdona un café en Meñaka (Bizkaia) y Miguel Ángel Lotina (Meñaka, 1957), menos. El entrenador llega a su encuentro con Relevo puntual, con tiempo de sobra para poder saludar a vecinos y amigos en el bar del pueblo, porque en Meñaka (745 habitantes censados) todos se conocen. "Aupa Loti, dena ondo?" ("¿Qué tal Loti, todo bien?", en euskera), es la frase más escuchada en la Herriko Taberna. El cariño hacia su figura es notorio una vez empiezas a hablar de fútbol: "¿Sabes que Lotina es de aquí, no?".
Un orgullo para el pueblo que ha vivido grandes momentos con él. Los ascensos con Osasuna o Numancia, la Copa del Rey de 2006 con el Espanyol o la clasificación a la Champions con el Celta de Vigo. En las buenas estuvieron todos, pero en las malas... "Cuando ganas, todos eufóricos dándote besos, y de repente, desciendes y todos son críticas al entrenador".
Con el tiempo se acostumbró a vivir con el sambenito de los descensos. "De cada cornada aprendes cosas; ahora me doy cuenta de que me equivoqué". Desde su casa insisten: "Loti, déjalo ya. Aquí estás bien". Pero él, ni caso. Ahora, tras casi año y medio sin sentarse en un banquillo, vive el fútbol de otra manera hasta que llegue la oportunidad adecuada. "Veo dos partidos a la vez y me dicen: 'Estás de psicólogo'". Entre oferta y oferta, repasa con Relevo una carrera plagada de éxitos y debacles, pero siempre con la misma máxima: "Si no hubiese ido a un equipo por miedo y me quedo en casa, estaría más jodido".
Nunca has estado tanto tiempo sin entrenar como en la actualidad. ¿Cómo lo llevas?
Bueno, al principio bien, porque siempre descansar viene bien. Luego lo echas de menos. Yo creo que a los que nos gusta el fútbol, la edad nos da igual. Entonces, a veces sí, echo de menos entrenar. Entrenar a un equipo de fútbol te hace estar con gente joven, te exige ponerte al día, no dormirte y todo eso creo que es bueno. Las tecnologías han traído una evolución de la manera de trabajar que es importante y a los que nos ha cogido con el pie cambiado por edad, pues hemos tenido que rodearnos de gente joven, gente que controla y poco a poco tienes que ir haciéndolo tú. Si te quedas acomodado, no es bueno.
Ahora que estás parado. ¿Cómo te mantienes al día?
Yo veo mucho fútbol. Puedo ver uno en la televisión, el otro en el ordenador. El otro día me escribió un amigo que me llamó y dijo: '¿Qué haces?'. Pues estaba viendo un partido en la televisión y tenía en el ordenador puesto la Selección femenina de España. Los dos, uno con sonido y el otro sin sonido. Y me dice: 'Loti estás de psicólogo'. Yo estaba disfrutando, estaba solo en casa y eso. Veo mucho fútbol.
"Con cada cornada aprendes cosas y te das cuenta lo que has hecho mal y lo que no harías. Y en ese aspecto ahora me doy cuenta de que me equivoqué. En muchas, muchas cosas"
De tus primeras grandes experiencias como entrenador fue el salto a Osasuna. ¿Qué recuerdas de aquella etapa?
Sí, bueno, a mí al principio me salió todo bien, quitando lo del Logroñés y tal, pero en el Numancia, me salió todo muy bien. Un equipo que nunca había entrado en el playoff, jugamos dos playoff. El tema de la Copa, que eliminamos a varios equipos, que ascendimos a Primera y luego el año siguiente fui a Osasuna y volvimos a ascender. Mantuvimos un equipo con poquísimo dinero. Y fueron unos años que se me dieron muy bien y de unos recuerdos muy bonitos. También fiché por el Logroñés en Primera y me salió mal. Bueno, tuve alguna cornada entonces, pero en general casi todo me salió bien.
El término 'cornada' lo has tenido muy presente tu carrera. Me acuerdo de que cuando te despides del Dépor dices que no te puedes permitir otra cornada como en la Real.
Cuando yo cogí la Real, a mí todo el mundo me decía: 'No lo cojas'. Hasta mi representante. La Real estaba atravesando un problema económico importantísimo en la plantilla. Pero curiosamente, descendimos el último día. Yo lo cogí, me acuerdo con ocho partidos y dos puntos. Perdimos los dos primeros partidos y con diez partidos nos presentamos allí con los dos puntos y aun así nos la jugamos el último día que teníamos opciones de salvarnos y dependíamos de otros. Fue un año bueno, es más, en ese momento yo tuve tres ofertas cuando acabé con el Real descendido en Segunda. Yo tenía el Dépor, Getafe y Recreativo, y yo me decanté por el Dépor.
¿Crees que has aceptado ofertas que no deberías de haberlo hecho?
Luego te das cuenta de que has metido la pata, porque cuando estuve en Osasuna tres años dije: 'Ya me tengo que cambiar'. Tenía esa mentalidad. A mí Osasuna me ofrecía dos años más de renovación y dije que no. No sé si está bien o mal. Mira a Arrasate, lleva un montón de años y está creciendo cada año el club, él y todo. Bueno, pero yo, por mi manera de ser, pensaba que antes de dos o tres años hay que cambiar de equipo. O cambias de jugadores o cambias de entrenador. Eso es lo que pensaba. Entonces en el Dépor, curiosamente, estuve cuatro años y renovaba cada año. Yo fui para un año y renovaba. Y es curioso porque el tercer año yo le dije a mi representante que igual nos tenemos que ir. Me dijo: 'Vamos a ver qué dice Lendoiro'. Y curiosamente Lendoiro me subió cada año lo que subía la vida. Si subía un 3%, pues un 3%. Yo tenía un contrato que estaba bien. Y ese último año parece que Lendoiro se imaginó algo y me vino el representante al día siguiente, porque había quedado con Lendoiro a cenar, y me dice: 'Oye, según me senté, el 10% de aumento. Me he quedado asustado. Este parece que se huele algo'.
"En un momento dado, la presión era tan grande que dije: 'Pues aquí no puedo, me tengo que ir yo'. La elección fue mía"
¿Y la oferta del Villarreal?
En el Villarreal antes que yo hubo dos entrenadores y el equipo no reaccionaba. Y yo llegué también porque piensas que tienes confianza en ti, pero los números están ahí. Yo no engaño a nadie. Mis números fueron los mejores de los tres entrenadores y con mis números el equipo hubiese quedado el decimosegundo, eso está ahí. Pero, ¿el que descendió quién es? Lotina. Y ya está, esa es la realidad. Y eso lo tengo que aceptar.
En el Villarreal entrenaste a 'Cani'. Él decía que confundías los nombres de los centrales. ¿Es verdad?
No, a ver. Los nombres de los extranjeros. Yo he trabajado con un psicólogo para la motivación y las charlas. En un momento dado yo llegué a una conclusión que tenía que mejorar y estuve trabajando cuatro años. Entonces, una de las cosas que él me enseñó es que cuando hay tensión, hay que romper la tensión. Yo muchas veces lo hacía adrede. Decía el nombre de un central con una letra cambiada o de un jugador extranjero para que los jugadores se arriesguen un poco y tal y les diga: 'Estáis atentos'. Es de esas cosas que bueno, la mayoría de las veces, la mayoría, no voy a decir siempre, yo lo hacía adrede porque ya sabía que luego se iban a reír de eso. Sobre todo cuando las cosas estaban jodidas. Cuando las cosas estaban un poco mal tenías que hacer cosas para hacer que se relajasen un poco. Él lo comentaría un poco de aquella manera, pero es bastante inteligente para saber que lo hacía aposta. No pasaba nada, es un comentario normal. El Villarreal no descendió por cambiarle el nombre a un central ni mucho menos, si hubiese sido por eso...
¿Esa confianza que comentas de creer en poder revertir situaciones como las del Villarreal la vas perdiendo con los descensos?
No, lo que pasa es que cada experiencia, cada cornada aprendes cosas y te das cuenta lo que has hecho mal y lo que no harías. Y en ese aspecto ahora me doy cuenta de que me equivoqué. En muchas, muchas cosas. Y yo siempre he sido un entrenador de club. Yo a Lendoiro le decía: 'Oye, quiero fichar a este jugador'. Me llamaba: 'Míster, este es muy caro'. Pues este otro. 'Míster, no llegamos'. Y al final fichábamos el cuarto o quinto, y yo nunca decía nada. Yo decía, hay otros entrenadores, que protestan. Por eso Lendoiro conmigo estaba contento. A veces ser tan de club me ha perjudicado, porque al final luego no te reconocen. Lendoiro sí eh, eso siempre me lo ha reconocido. Pero la afición, la prensa igual no lo reconoce y te perjudica bastante. Pero bueno, cada uno es como somos. Y ahora sí que si tuviera 40 años lo haría al revés, de distinta manera. Pues sí, porque por ejemplo, en Japón he sido un poquito más machacón con los fichajes, sobre todo al principio.
¿Te faltó egoísmo cuando entrenaste aquí?
Sí, sí. No es egoísmo. Claro, es que hay una cosa que es de dónde vienes. Yo vengo de este caserío y claro, yo me acuerdo de que hablando con Míchel, el jugador del Real Madrid, él hablaba siempre de ir a ganar. Claro, pero tú has jugado en el Madrid. Yo he jugado en el Logroñés. Nosotros cuando empatábamos en Las Llanas o en Basozelai estábamos contentos. Tú no, porque si no ganas en el Camp Nou estás enfadado. Pero eso es una mochila para bien y para mal. La de él y la mía. Entonces yo venía de eso, de ese fútbol, es diferente, ¿no? Cambiar eso no es tan fácil.
"Clemente se defiende bien, es rápido. Parece que hasta se encuentra en su terreno. Yo no, yo sufro. No me gusta. Alguna que ha tenido Clemente si me hubiese pasado a mí, buff..."
Hablando de mochilas. ¿La de los descensos ha pesado mucho?
Sí, sí me ha pesado, pero me ha pesado porque en un momento dado, la presión era tan grande que dije: 'Pues aquí no puedo, me tengo que ir yo'. La elección fue mía. Yo he tenido ofertas de España y entonces tuve ofertas. Generalmente de gente que me conocía, gente que había trabajado conmigo o exjugadores que habían cogido el equipo y me decían: 'Míster, quiero que vengas'. Y les he dicho que no. Pero por esa presión mediática más hacia mis amigos y mi familia que hacia mí. Yo aguanto, no tengo problemas en aguantar la presión. Eso es evidente que me ha pesado, está ahí y no lo puedo evitar. Eso no se puede evitar. Mira, yo tengo un récord, que la gente habla de mis descensos, pero yo he ascendido desde Preferente a Primera. Hay poca gente en España que desde Preferente a Primera haya subido. O sea, que siempre se habla de los descensos, pero no de los ascensos, curiosamente. Pero bueno, yo me acuerdo de los ascensos, de los descensos, me acuerdo poco.
Alguna vez has dicho que en los títulos todos se suben al autobús, el directivo, el jugador, el entrenador... Pero cuando desciendes estás tú solo
Yo subí al autobús de muchos equipos con el Numancia, el Osasuna, el Celta de la clasificación para Champions. Con el Espanyol cuando ganamos la Copa en 2006. Entonces vas en el autobús y empiezas a ver allí gente que dices: '¿Y este de dónde es?'. Una mujer, un crío. La mujer de no sé qué, la mujer de tal, el hijo no sé qué, un hermano de no sé qué, el primo de aquello. Todos eufóricos, te dan besos, y de repente desciendes y todos son críticas con el entrenador. Entonces dices: 'A ver, ¿todos los que estaban en el autobús el año pasado, dónde están?'. Es injusto porque aquí estamos los jugadores y yo, y muchas veces yo solo.
Volviendo al descenso con el Villarreal. ¿Te planteas dejarlo?
Sí, sí, sí, automáticamente lo planteo. Ahí me ofrecen un equipo de Primera que andaba mal. Osasuna concretamente. Estuve reunido con ellos, pero les dije que no. Y otros dos equipos de Segunda División y dije no. No, porque todavía no estoy bien. Y acerté. Además, acerté y en Chipre me di cuenta, porque ahí noté que estaba nervioso en el banquillo, mucho más nervioso de lo que era yo, porque estaba pagando todo lo que vivido en el Villarreal y en el Dépor al final. Entonces dije: 'Ostras, estoy nervioso. Loti, te tienes que tranquilizar'. Me vino muy bien ir a Catar, porque no había esa presión y me tranquilicé mucho.
¿Para ayudarte con los nervios acudiste a un psicólogo?
No. Yo con el psicólogo, ya te digo, cuatro años, pero siempre para mejorar las charlas. Y con la prensa también. Solo para eso y me vino bien, pero para lo otro, no para el nerviosismo con los amigos que tengo aquí, que nos reímos de todo, ya se me pasó.
¿Cómo ha sido tu relación con la prensa?
En general con la prensa he tenido muy buena relación. Lo que pasa que en España, ahora no lo sigo tanto, aquí hubo unos años que si unos defendían a otros, te atacaban. Era así en todos los equipos, en todos las ciudades. A mí me lo han hecho. Imagínate lo que me han hecho. Que tú dices: 'Hay que ser mal tío para hacer eso'. En un entrenamiento, la foto en portada de un periódico generalista, no deportivo. La portada "Ayer entrenamiento del equipo", del primer equipo de la ciudad, no voy a decir el equipo. Y un jugador bostezando. A ver, eso es mala leche. Eso es mala leche porque un jugador puede bostezar en cualquier momento. Igual está antes de salir al campo o después. En una foto hay que poner una foto deportiva, un remate, una parada o no sé qué. ¿Ante eso qué haces? Tú como aficionado ves el entrenamiento y ves a la figura del equipo bostezar. Tú, como aficionado, dices que están dormidos, estos no le hacen caso. Esas cosas y yo no las perdono. No entran en mi cabeza. Me puedes criticar porque he jugado con tres puntas y no con dos. Me puedes criticar, perfecto. Pero ante esto me encabrono, me enfado. Siempre hay algún enrevesado y si te toca, mala suerte.
¿Y cuando te toca un enrevesado? ¿Tragar y ya está?
No queda otra. Con la prensa todas las peleas y las guerras, las pierdes.
Mira a Clemente...
Sí, pero hay una diferencia entre Clemente y yo. Clemente se defiende bien, es rápido. Parece que hasta se encuentra en su terreno. Yo no, yo sufro. No me gusta. Yo en ese aspecto soy todo lo contrario. Yo admiro a Clemente porque es rápido y él sí que no ha perdido todas. Alguna que ha tenido Clemente si me hubiese pasado a mí, buff no sé como hubiese reaccionado. La que tuvo en Gijón, por ejemplo, que fue muy desagradable. Esas cosas a mí es lo que menos me gusta.
Ahora que esperas a la oportunidad adecuada. ¿Si echas la vista atrás de qué te acuerdas más?
De los descensos siempre te acuerdas, quieras o no. A ver, yo siempre digo que es verdad que al final fallas a tu afición. Lo que yo no estoy de acuerdo es que solo sea el entrenador. No estoy de acuerdo. Es responsable, pero junto a la directiva. Lo más bonito que tiene el fútbol es cuando consigues algo, ver ese brillo en la afición, cuando te saluda, cuando te da las gracias. Eso es lo más bonito. Luego, al revés, cuando fallas esa tristeza cuando te miran, que mucha gente no te dice nada, pero notas la decepción. Eso es lo más duro que hay de todo. A mí me ha costado. Me ha tocado vivir las dos experiencias y eso es muy duro, muy triste. Pero bueno, tú has dicho antes si me arrepiento de ir a Villarreal. Claro, después de esto. Pero si no hubiese ido al Villarreal por miedo y me quedo en casa, estaría más jodido. Yo prefiero ser valiente y tirar para adelante a quedarte en casa. Es como ahora. Yo tengo 66 años. A mucha gente y mi familia a veces: 'Déjalo, ya has hecho bastante. Estás aquí bien'. Si tú estás bien. Si tienes pasión por algo. ¿Por qué no lo vas a hacer? Ya tendrás tiempo de ver las fotos y los vídeos. Yo no veo la final de Copa ni los ascensos. Los tengo en casa. No he visto el partido. Nunca. No quiero que ver eso. Los partidos no están ahí guardados para mis hijos o nietos, sea lo que sea, pero yo no. Yo todavía prefiero construir que no estar mirando esas cosas. Y cuando, por ejemplo, hablo con gente, con mis amigos y empezamos a hablar de aquella época y digo: 'Joder, que no quiero hablar de esas cosas, que parezco el abuelo'.
¿Volverías a entrenar en España?
Mira, el otro día estuve hablando con un secretario técnico que ha cambiado de equipo. 'Loti, quieres entrenar en España'. Y digo: 'Joder, no tengo ni representante en España'. No sé si todavía estoy. Si surge no sé qué contestaría. No sé, la verdad.
¿Qué es lo que te genera dudas de entrenar en España?
Pues te dan ganas, porque yo creo que el fútbol ha evolucionado y yo he estado dentro de esa evolución. Porque he tenido entrenadores y asistentes jóvenes, con ideas nuevas de entrenos y tal. Y en ese aspecto ahora mismo me siento bien. Pero luego, bueno, la fama que tengo, pues no sé si a alguien le interesaría poder con todo eso. Luego yo sé que los resultados tapan todo y tal, pero esa es un poco la razón.
¿La retirada cada vez está más cerca?
Mientras tenga pasión... A mí me gusta analizar el fútbol. Me gusta. Lo entiendes. Es eso lo que te he dicho antes. Pasión y físicamente bien. Me encuentro bien físicamente. Me encanta el fútbol y aunque no trabaje, me siento en activo comentando un partido o dando una charla. Para eso tengo que preparar la charla con vídeos y todo eso para mí me hace trabajar. Me hace sentirme vivo.