ENTREVISTA

Mehdi Nafti repasa su carrera mientras ejerce de 'bombero' en Catar: "Muchos de los dueños de equipos en los que he estado han terminado en la cárcel"

El entrenador francotunecino, con la misión de salvar al Al-Khor, habla distendidamente con Relevo sobre su trayectoria como entrenador y jugador, principalmente desarrollada en España.

Mehdi Nafti, en su época al frente del Levante. /
Mehdi Nafti, en su época al frente del Levante.
Sergio V. Jodar

Sergio V. Jodar

En el fútbol actual, cuesta sacar grandes titulares a futbolistas y entrenadores por falta de buenas respuestas. Con Mehdi Nafti (Toulouse, 1978) también es complicado destacar una frase, pero en su caso porque varias de sus declaraciones podrían encabezar la entrevista. Él, ya lo dice, prefiere el fútbol de hace años, de cuando él era jugador. Habla "sin filtros" con Relevo sobre los ascensos que ha disfrutado y los descensos que ha sufrido, la inestabilidad en los banquillos y la etiqueta de bombero que fabricó en España y que le han llevado al Al-Khor, el colista de la liga de Catar, que hasta su llegada no había ganado ningún partido.

Aún son colistas, pero ganaron en campo del Al-Duhlai, líder de la liga.

Más allá del resultado, fue el trabajo que veníamos haciendo. Ya habíamos ganado un amistoso y un partido de Copa por 3-0, construyendo nuestra identidad como equipo. Nadie esperaba que sacáramos ni un punto de ese partido, porque además veníamos de perder 5-0 contra el Al-Sadd. Después también tuvimos partidos contra los equipos de arriba y hay mucha diferencia.

¿Cómo es el nivel de la liga de Catar?

Es imposible compararlo con otros países. Hay jugadores que vienen de Primera División de España, pero otros no jugarían ni en la Roteña, y todo eso en la misma categoría. Es un país muy pequeño, es como intentar hacer una liga de primera de 12 equipos en Asturias. Es complicado porque hay pocos jugadores, de ahí que ahora aquí la prioridad es la formación.

¿Y el jugador local?

Entrenamos por la tarde porque algunos estudian por la mañana. Otros son funcionarios, militares, policías… Para algunos futbolistas, el fútbol aquí no es lo más importante en su vida. Para nosotros es un trabajo y para ellos es una diversión, y hay que encontrar el equilibrio. Es un tema cultural, y los estudios aquí se valoran mucho.

Antes de llegar a Catar, estuvo un tiempo como director de la selección de Túnez, pero, leyendo sobre el motivo del final, no llegué a entender lo que pasó.

Yo tampoco [ríe]. Queríamos ayudar al seleccionador, que ya tenía una edad, y nos pusimos de acuerdo para echar un cable en la absoluta y tener un ojo en las selecciones inferiores. Pero el seleccionador no gestionó bien nuestra llegada y nos vio como una amenaza. Hubo un cambio radical a la hora de tomar decisiones, sin tener una federación porque la FIFA asumió el mando y ahora hay elecciones. Hubo un malentendido y nos fuimos, ahora está en manos de la justicia.

"Si me hubiera llamado Rubi o Mendilibar, el Levante me habría aguantado más jornadas"

Llega al Al-Khor en octubre con el objetivo de salvar al equipo, como ya le ocurrió en Alcorcón, Lugo y Leganés. ¿Es buena o mala la etiqueta de entrenador 'bombero'?

Me he hecho muchas veces esa pregunta, y no tengo la respuesta. Depende de cómo se vea el vaso. Lo veo medio lleno y pienso que tengo trabajo, pero para mí va a ser complicado iniciar un proyecto. Tendría que salvar al equipo, tener la opción de renovar… En España me pasó. Allí es muy difícil entrenar, cuesta entrar en la rueda y es fácil salir. En Lugo, por ejemplo, llegamos con el equipo en dificultades y nos pusimos en playoff. Tino Saqués, con quien tengo una buena relación, tomó la decisión de despedirnos y luego se arrepintió. En Mérida y Marbella me pasó lo mismo. Y en el Leganés, otro ejemplo, tenía la renovación apalabrada pero vendieron el club a unos nuevos propietarios.

Solo empezó una temporada desde el principio con el Levante y lo cesaron a los nueve partidos.

No era un buen momento, la gente pedía un entrenador con más nombre. Era un proyecto fracasado antes de empezar, pero no podía decir que no. ¿Y si me iba bien? Si me hubiera llamado Rubi o Mendilibar el club me hubiera aguantado más jornadas. Es lo que hay.

La angustia del descenso.

A mí me gustan esos retos. Lo comenté con la plantilla hace poco. Necesito, como creo que dijo Simeone, enemigos para poder funcionar. Sin piedras en el camino no estoy cómodo. Incluso necesito inventar los enemigos.

¿Es más estresante luchar por no descender o por ascender, como tuvo que hacer en Marbella, Badajoz y Mérida?

Lo más estresante es pelear por estar arriba. De todas formas, cada experiencia es distinta. En Marbella, mi primer año como entrenador, estábamos arriba, pero había unos directivos amateurs total e hicieron una gestión de club lamentable. Nos despidieron cuando íbamos segundos, cambiaron de director deportivo… Un circo. En Mérida nos despiden en Navidad y nos pidieron volver en febrero. En Badajoz cogemos al equipo en descenso, jugamos playoff, pero viene un presidente a lo Jesús Gil barato, y en dos años el club se va a la mierda. Estuve en Marruecos también que… Ahora que lo estoy pensando, mucho de los dueños de equipos en los que he estado han acabado en la cárcel. Seré el gatito negro [ríe]. Marbella, Badajoz, en Marruecos, Federación de Túnez… Avisaré al dueño que tengo aquí [ríe]. Peero ya te digo, cada club es diferente. En Alcorcón hay una afición top que supo valorar el trabajo pese al descenso. Y en el Levante pegaba más un profesor, políticamente correcto, con traje y corbata.

¿Usted es más de chándal?

Es que de futbolista he sido igual. Es la educación que he tenido en mi familia. El lema de nuestra familia es sudar para cobrar un euro. A mí nadie me ha regalado nada, he jugado en la Liga, en la Premier… Vengo de familia obrera, mis padres emigraron y nos ha costado. Es la educación que quiero dar a mis hijos. Hay más formas, sí, pero no es lo mío. Yo entiendo así la vida y el fútbol.

Como jugador le entrenaron Onésimo, Setién, Preciado...

De todos aprendí, hasta de los que no sabían nada. Pero hoy los entrenadores están más preparados que hace años. Es verdad que Lucas Alcaraz me marcó, y Manolo Preciado también. Con él salía al campo pensando que era el mejor mediocentro del mundo. Pero el más preparado que tuve fue Raúl Agné, con el Cádiz en Segunda B, en mi último año. Es verdad que yo estaba más atento porque se acababa mi carrera de jugador, pero, en cuanto a conceptos, era el mejor.

Descendió y ascendió con el Toulouse, descendió y ascendió con el Racing de Santader, descendió y ascendió dos veces con el Birmingham.

Ni de jugador he tenido tranquilidad. Eso es bueno, así hay emoción.

Es curioso el caso del Birmingham. Las dos veces que descendieron, mantuvieron a los entrenadores y esos mismos técnicos, Steve Bruce y Alex McLeish, ascendieron al año siguiente. ¿Es impensable hoy en día?

¿Cuántos entrenadores lleva el Cartagena esta temporada? Dos despidos y estamos en enero. Y el Tenerife. Y ahora venderán que la culpa la tiene el entrenador. Las prisas nunca son buenas. Si fuera verdad eso de 'entrenador nuevo, victoria segura', que cojan cada semana a uno, ¿no? El entrenador no está protegido. Debería haber una penalización para los clubes si despiden a dos o más entrenadores en un año. Somos la cabeza visible, pero hay más gente dentro de un club que debería dar la cara.

También tuvo una experiencia en el Aris de Salónica, donde coincidió con Abreu y Fredy Addu, y fue entrenado por Mazinho y Héctor Cúper.

La pasión allí está por encima de todo. Había un proyecto importante a nivel equipo y nos clasificamos para Europa League y perdimos la final de copa contra Panathinaikos. La segunda temporada, sin embargo, esa pasión llevó a situaciones que no fueron de mi agrado y en enero me fui al Valladolid.

Su primera experiencia en España fue en el Racing de Santander. Vino en coche con su padre desde Toulouse para subirse al último tren del fútbol.

Tenía 19 años y era seguir en el fútbol o volver a la universidad. Había empezado a estudiar gestión de empresa y administración y lo intentaba alternar en el Toulouse. Llegué a debutar en Ligue 1, jugué 9 o 10 partidos, pero descendimos, tuve una lesión importante y ni en segunda ni en primera, cuando ascendimos, tenía hueco. No encontré equipo en Francia y me surgió la opción de probar en el Racing. Debía de ser finales de agosto. Pasé la prueba y a las tres semanas estaba debutando en el Camp Nou contra el Barça de Cruyff y Rivaldo.

¿Qué recuerda?

Que estaba cagao, desde el calentamiento, ya la noche de antes casi no dormí. Y encima yo me las di de gallo ¿eh? Entre semana me preguntaron en rueda de prensa si podía imponerme el Camp Nou, y dijo que para nada, es un campo de fútbol y al final la superficie es la misma. Y al salir a calentar miré para arriba y pensé: esto no puede ser.

Ganó una histórica Copa de África con Túnez, además como anfitriones.

Cada vez que salíamos en autobús a los partidos era una locura. Encima ganamos con un camino muy complicado. Ganamos a Senegal que venía de eliminar a Francia en el Mundial anterior, a Nigeria, que tenía a Finidi, Kanu y Okocha, en la final vencimos a Marruecos. Es lo mejor que he vivido como jugador.

También disputó el Mundial de 2006 y jugó contra España.

Tengo sensación agridulce de ese Mundial. Venía de una temporada sin jugar por una lesión grave en el cruzado con el Birmingham. Y como selección, después de ganar la Copa de África, creíamos que podíamos ser segundos por delante de Ucrania y Arabia Saudí. Pero las cosas no salieron bien como equipo y yo no estaba recuperado. Jugué de titular contra España y al descanso tenía calambres. Me fui al baño a estirar para que no me viera el entrenador y me cambiara. Es verdad que hicimos un partido serio y aguantamos hasta el 70' con 0-1, pero entró Raúl y cambió el partido.

Si Mehdi Nafti empezara hoy su carrera, ¿sería jugador o entrenador?

Ninguna de las dos cosas. No me gusta el fútbol actual. Lo dije en el Alcorcón y se lio cuando hablé de este fútbol Netflix. Tengo la suerte, o la mala suerte, de que ahora no puedo salir de este mundo porque lo quiero y da de comer a mi familia, pero no me identifico. Que si cinco minutos para ver una jugada en el VAR, todo se comenta, un abracito, los toques al papel higiénico en Instagram… no es mi salsa. El fútbol me hace feliz, pero ese show no va conmigo. Ahora están las cámaras dentro del vestuario, hay gritos de "venga, chicos, con orgullo", un besito al escudo… No es mi salsa.

¿Pero se arrepiente de haberse dedicado?

Para nada. Al revés, he tenido la suerte de haber vivido el fútbol de antes, antes de que llegara la tormenta del circo. Es ahora cuando no me gusta. De hecho, mi hijo está con un balón en los pies e intento desviar su atención con el piano, le digo que nade… Pero me ve todos los días delante de la pantalla viendo fútbol y creo que va a ser adicto también.

Uno más en la familia. Su padre también fue futbolista.

También.