FC BARCELONA

Construyendo el perfil de Vitor Roque: así deslumbra al Barça

El futbolista del Athletico Paranaense lleva siete goles y dos asistencias en el último mes y el Barça lo quiere cerrar cuanto antes.

Vitor Roque celebrando un gol con el Athlético Paranaense /AFP
Vitor Roque celebrando un gol con el Athlético Paranaense AFP
Albert Blaya

Albert Blaya

El fútbol nos ha inundado con la necesidad de hacer de la precisión, ese término científico, el axioma irrefutable para ponderar el rendimiento y potencial de un jugador. Como si en ser preciso estuviese todo y no solo una parte, llevando el fútbol a un terreno más rígido y estático; más seguro. Vitor Hugo Roque Ferreira (Timóteo, 2005) es fruto de otra urgencia, una que modula su juego de una forma más agresiva, confluyendo en un pacto: a cambio de renunciar a la magia brasileña, a un pedazo de su tradición, el fútbol le regalaría a Roque el don de la energía infinita. Su juego se despliega sin volver nunca al punto de inicio. Y el Barça, que ha engordado su historia con los mejores talentos, acepta el reto.

El fútbol es un deporte mimético. Culturalmente, eso se aprecia en la técnica de los jugadores, en su forma de relacionarse, de pasarse la pelota. De marcar. Hasta de celebrar. El aficionado azulgrana lo ha aprendido con el jugador brasileño a base de alegrías, y más que de gestos compartidos, en una forma de superioridad técnica que elevaba a esos futbolistas por encima del resto. De Ronaldo a Rivaldo. De Ronaldinho a Neymar. Vitor Roque exigirá un ojo distinto, un análisis sin comparativas respecto a sus homólogos. Así que, antes de empezar, marquemos las cartas: Roque va a tener que añadir muchas cosas a su juego para marcar diferencias en Europa, pero las que tiene de serie el Barça las necesita, y puede ayudarle en el desarrollo de las que él busca.

¿En qué pensamos cuando vemos jugar al brasileño? Su principal virtud, y en la que cimenta gran parte de su fútbol, es la agresividad. Cada movimiento y gesto va orientado en atacar al rival, en agredirlo. Roque no contempla el toque de queda ni su lenguaje incluye el paréntesis; su fútbol es un párrafo que nunca logra cerrarse. Es un delantero en el sentido más primigenio de la palabra, dejando poquísimo margen para todo lo que no sea atacar. Bien sea a través de desmarques profundos y verticales, que suelen condicionar los tres carriles del campo rival, o con apoyos que esconden una intencionalidad detrás, como una carta envenenada. Cuando Vitor da un pase no es solo eso, sino una invitación a mirar siempre su posterior movimiento.

Vitor Roque arrancando desde su campo tras recibir en el perfil zurdo, trazando una diagonal.  WYSCOUT
Vitor Roque arrancando desde su campo tras recibir en el perfil zurdo, trazando una diagonal. WYSCOUT
Roque continua el movimiento desmarcándose a la espalda del lateral tras recorrerse todo el frente de ataque.  WYSCOUT
Roque continua el movimiento desmarcándose a la espalda del lateral tras recorrerse todo el frente de ataque. WYSCOUT

Su mera presencia condiciona los tres carriles, dejando movimientos muy profundos que hunden al contrario, como si hubiese trucado el FIFA y la barrita de energía siempre estuviese a tope. "Es un gran goleador no solo por su disparo y recursos, sino por sus movimientos y su agresividad. Es muy veloz y potente y lo acompaña con una gran mentalidad", explica un scout que trabaja en un club brasileño. Sus 173 centímetros esconden un tren inferior poderosísimo para trazar movimientos largos, con una punta de velocidad muy alta y muy buena aceleración.

Hay que partir de la base que su equipo, el Athlético Paranaense, es antagónico al Barça en cuanto a propuesta y estilo de juego. Con un 47% de posesión, el conjunto brasileño vive más cerca de su propia portería, generando la mayoría de sus situaciones de ataque mediante el juego directo, aprovechando los espacios a explotar y buscando que Roque, con su hiperactividad, se haga notar por todo el frente de ataque. Lo que se le pide a Vitor en Brasil no será lo que se le pedirá en Barcelona, por lo que el análisis tiene que ser siempre en condicional y en base al jugador. Pero el gol, que es el lenguaje universal por excelencia, le permitirá adaptarse mientras aprende a convivir en otro escenario.

"Tiene mucho gol. Lo tiene todo para ser un goleador, por los recursos, por su disparo y lectura", explica un analista de rendimiento de un club del Brasileirao. Son 14 goles (y cinco asistencias) en 28 partidos esta temporada. En su paleta de recursos aparecen casi todos los colores: capaz de generarse disparos recibiendo en el pico del área tras recorte, atacando la profundidad, leyendo el centro lateral (pese a su estatura va bien de cabeza) o en conducción una vez tiene un metro para girarse. Es un jugador voraz, sin apenas artefactos decorativos. Renunció a la magia, pero no a la eficiencia.

Roque desmarcándose con agresividad al primer palo...
Roque desmarcándose con agresividad al primer palo...
Roque rematando solo en el segundo palo tras cambiar la trayectoria del desmarque y atacar la espalda de su defensor.  WYSCOUT
Roque rematando solo en el segundo palo tras cambiar la trayectoria del desmarque y atacar la espalda de su defensor. WYSCOUT

Roque tiene poca presencia en área rival debido al estilo de su equipo. Pero eso no anula su capacidad para generarse situaciones de remate en base a su talento y olfato en el punto de penalti. Su centro de gravedad, que es bajo, le ayuda a la hora de cambiar de trayectoria en pocos metros, siendo esa una de sus grandes virtudes. Para hacerlo no necesita desacelerar o frenar, sino que lo puede hacer a máxima velocidad, trazando movimientos en zig-zag, surfeando. En carrera se asemeja a un depredador, como si su físico hubiese estado programado para ello.

Si hay espacios, Roque es fútbol expansivo. Como una gran ola. En ese escenario, su cambio de ritmo y punta de velocidad condicionan la línea defensiva rival entera, convirtiendo su sola presencia en una manada. Esa ola teledirigida que es Vitor Roque encuentra siempre el desmarque justo, un traje a medida para el pasador. Y es evidente que a mayor calidad de quien se la tenga que pasar, más situaciones de gol tendrá Roque.

Vitor Roque corriendo por delante del pasador, yendo hacia su izquierda mientras los dos defensas se fijan en él. Los tiene fijadios.  WYSCOUT
Vitor Roque corriendo por delante del pasador, yendo hacia su izquierda mientras los dos defensas se fijan en él. Los tiene fijadios. WYSCOUT
Tras cambiar de dirección a máxima velocidad, Roque se genera el remate en área rival con una picadita por encima del portero pese a llegar forzado.  WYSCOUT
Tras cambiar de dirección a máxima velocidad, Roque se genera el remate en área rival con una picadita por encima del portero pese a llegar forzado. WYSCOUT

En la era de las presiones, y con un Barça que apenas ha tenido un recurso para atacar la profundidad cuando le ahogaban, Roque supondrá una amenaza desconocida para Xavi. Su movilidad por toda la línea de ataque le convierte en un elemento muy útil no tanto para fijar y buscar ser referencia en salida, sino sobre todo para desordenar y profundizar. El delantero de Athletico Paranaense se convence antes de cada partido de que no existe espacio que no pueda inundar con su agresividad, que es infecciosa y se propaga a la velocidad de la luz.

Cuando no tiene el balón, es la ansiedad la que lo domina. Encauzar su hambre por volver a recuperar el balón puede ser el primer paso para construir una presión efectiva en campo rival, ya que el brasileño salta con muchísima agresividad a la que ve una mínima posibilidad de recuperar el balón. En ese sentido, sigue siendo como un niño: solo quiere tener el balón. El Barça le permitirá tener un escenario mucho más propicio para que sus intentos resulten efectivos y no queden en simples muestras visuales de deseo. Potencialmente, es uno de los mejores delanteros para llevar a cabo una propuesta en la que la presión sea la primera pata del ataque.

El mapa de actividad defensiva de Vitor Roque en las primeras 12 jornadas del campenato nacional. Se aprecia su actividad tanto en área rival como en campo propio.  StatsBomb
El mapa de actividad defensiva de Vitor Roque en las primeras 12 jornadas del campenato nacional. Se aprecia su actividad tanto en área rival como en campo propio. StatsBomb

No se le puede negar a Roque el talento. Lo tiene. Pero tampoco se deben confundir dos términos que son limítrofes y que tienden a mezclarse y generar una percepción difusa del futbolista. Vitor Roque no es un jugador fino. Ni en los apoyos, ni en la conducción ni en el regate. De alguna forma, su modo de progresar es como si el campo estuviese minado, y en cada contacto el delantero tuviese que adivinar dónde irá la pelota en vez de ser él el que guía el movimiento del cuero. Aún así, se desenvuelve en ese caos técnico. Saca mucha tajada de cada recurso, convirtiéndose en una especie de falso torpe como en su día lo fue Luis Suárez. Pero el uruguayo llegó a cotas técnicas a las que Roque (todavía) no llega.

"Es 'entrenable' y es su gran punto de mejora, porque el Barça le va a exigir un nivel mucho más alto de precisión en espacios reducidos. Ahora juega en un equipo distinto y no lo necesita", cuenta un scout brasileño. "Es bueno devolviendo paredes, pero le falta pulir su técnica para ser más efectivo y tener más recursos", añade otro analista a Relevo. Es precisamente en acciones técnicas que reclamen máxima finura donde el culé no puede esperar un molde acabado y perfecto, sino que debe ver a Roque como lo que es: un alumno en proceso de aprendizaje, más relacionado con el espacio y el gol que con el pase.

Su fútbol desmiente el relato. Matándolo a la vez que muestra su verdadera esencia. El brasileño regatea y sabe jugar, pero lo hace todo a muchas revoluciones, en una misma velocidad. Su siguiente paso será pasar de quinta a sexta, pero también a cuarta y tercera, porque en el fútbol no hay nada más devastador que cambiar el tempo de las acciones. Y hacerlo todo a máxima velocidad es una habitación destinada a los mejores de la historia.

¿Por qué la obsesión del FC Barcelona con él? Porque es un jugador de 18 años con mucho gol, y el potencial para transformar ese gol en algo mayor, no solo en cuanto a cifras, sino en cuanto a juego y ritmo ofensivo. Su energía inhabilita cualquier atisbo de horizontalidad, pues siempre ofrece un mensaje para su compañero, aunque este nunca lo reciba. El Barça incorporará a una escultura todavía por pulir, pero con una forma que, aunque incipiente, encaja con algunas de las necesidades del equipo.

Vitor Roque, convencido que el verdadero valor no reside en la forma sino en el fondo, enseña al mundo su fútbol violento en el país de lo preciosista. El Barça, acostumbrado al paladar fino aunque a veces haya faltado alimento, deberá refinar a Roque conservando la esencia que le hace peligroso incluso cuando el área parece una utopía, y es que ahí reside su principal virtud: el peligro siempre exista mientras haya opción a trazar un desmarque. El Barça estará un poco más cerca del gol. A un desmarque.