Un fichaje que hubiese cambiado el fútbol español: "Shevchenko se me escapó tres veces, estuvo cerca del Valladolid y el Sporting"
Iñaki Urquijo, representante especializado en el fútbol soviético, recuerda varias operaciones frustradas de su carrera.
Los años 90 fueron especiales. Icónicos para toda una generación. Un fútbol moderno pero aún con resquicios de los campos embarrados y el deporte de siempre. Los primeros años de apertura, con el Dream Team como gran referente y la llegada de los extranjeros como gran aliciente de cada verano. Los rusos fueron grandes protagonistas, pero también otros soviéticos que endulzaron el campeonato con su calidad. Entre todos ellos, hay uno que destaca por encima de todos. Uno que si hubiese llegado a nuestro fútbol lo hubiese cambiado todo.
Un Balón de Oro estuvo muy cerca, tanto que parece mentira hoy, de aterrizar en España. Hablamos de Shevchenko, gran estrella ucraniana, ídolo en Milán y una de los mejores futbolistas del siglo XXI. En los años 90, siendo aún menor de edad, ya despuntaba. Lo hizo, por ejemplo, en el torneo de la Alcudia, en Valencia, siendo un juvenil. Llamó la atención de Antonio Santos, el hombre para todo del Real Valladolid de entonces, y quién mantenía una buena relación con Iñaki Urquijo y Javier Vergara, representantes especializados en este mercado soviético.
"Iñaki, he visto un delantero juvenil ucraniano en Valencia que nos encanta. Pregunta precio", le dijo Santos a Iñaki. ¿Precio? "Ya te lo digo yo, un millón de dólares", le respondió el vasco. Lo tenía ya 'fichado'. Era muy bueno, un goleador nato que no pasaba desapercibido para nadie y menos para unos agentes que se habían recorrido la URSS entera en más de un centenar de visitas y muchísimos días de experiencia. Primer intento de fichar a Sheva.
Shevchenko brilló en un torneo juvenil en Valencia, llamó la atención del Valladolid y después del Sporting, pero no se atrevieron a hacer una apuesta económica por el joven ucraniano.
Lo trabajaron, pero el Valladolid se echó pronto para atrás. "Es mucho para nosotros". No llegaban a esas cantidades, pese a que el delantero solo tenía 17 años por entonces. Poco después apareció el Sporting de Gijón, donde Iñaki y Vergara ya habían colocado a cuatro jugadores (Nikiforov, Lediakhov, Cherishev y a un polaco, Kucharski). "Ramiro Solís me pidió un delantero y le dije que tenía uno buenísimo y que me acompañase a Kiev para verle en persona. Y allí nos fuimos. Metió un doblete y nos pidieron 500 millones de pesetas", recuerda.
El Sporting se lo pensó, enamorados de la calidad del delantero, pero no se llegó a un acuerdo. Parece mentira. Anécdotas de una vida de intermediaciones, pero Iñaki insiste. "Sucedió así. Se nos escapó. Imagínate lo que hubiese sido tener a Shevchenko en Gijón. Una bomba".
Tiene que doler que un Balón de Oro se te escape dos veces. "Pues no te lo vas a creer, pero fueron tres", dice Iñaki. ¿Tres? "Sí, sí, tres. Cuando ya era un jugador más conocido -en 1997, con 21 años, anotó un hat-trick al Barça en el Camp Nou en una victoria 0-4 del Dinamo de Kiev- el PSV, con los que habíamos hecho alguna operación, me pidieron que les ayude para firmarlo". Es la vez que más cerca estuvo. "Ya teníamos todo acordado. Eran 18 millones para el club y un pastizal para él. Pero en el último momento apareció el Milan y puso más dinero para el Dinamo de Kiev y menos para él. Creo que eran 600.000 lo que cobraba. Y lo vendieron allí".
Otras operaciones frustradas
Las anécdotas con Sheva dan pie a recordar otras operaciones fallidas. De esas en las que el champán ya está descorchado pero se van al traste por "las típicas bobadas del fútbol". Aparcamos el fútbol soviético unos minutos y nos vamos a Brasil, donde Iñaki intentó también hacerse fuerte sin tanta suerte.
"Había un delantero buenísimo. Del Fluminense. Y nos vamos allí con Javier Miranda, de Osasuna. Teníamos buena relación. Era un fichaje cojonudo para ellos". Los rojillos tenían un buen bloque, habían ascendido de Segunda, pero necesitaban un goleador e Iñaki pensaba tener el nombre: Magno Alves. Antes de viajar ya había hablado con los dirigentes de Fluminense y había buena predisposición. La venta estaba prácticamente pactada, aunque corrió peligro al poco de aterrizar en Río de Janeiro. "Llegamos al Maracaná para verle y mete cinco goles (Fluminense 6-1 Santa Cruz, octubre del 2000). Yo pensé: 'Joder, se nos ha jodido el fichaje'".
Al día siguiente, Iñaki se reunió con los directivos brasileños con el miedo a que le pidiesen más. Para su sorpresa, mantenían lo pactado. Solo un millón. El fichaje era cuestión de horas. Llegó al hotel emocionado y allí esperaba Miranda. "Le digo que se conforman con la cantidad. Pues no va y me dice que no le ha gustado, que no lo tiene claro porque no corre. '¿Que no corre? Vamos, no me jodas, a este le pones en un sofá en el área del Sadar y que le pongan balones. Se hincha a meter goles'". No hubo manera de hacerle cambiar de opinión. Regresaron a Pamplona sin Alves, que después aceptó una oferta millonaria del mercado asiático, donde hizo carrera.
Volvemos a Rusia. Allí, en un equipo "de pueblo" despuntaba un joven mediapunta o interior que "metía goles como una máquina": Oleg Veretennikov. Elegante. Iñaki estaba enamorado de su juego y del hecho de que siguiese aún jugando en el Rotor de Volgogrado, alejado de los grandes equipos del país como el CSKA, Spartak de Moscú, Dinamo de Moscú o el Lokomotiv. Un día, hablando con Salva Iriarte, ex futbolista, entrenador y secretario técnico de la Real Sociedad, le mencionó a este jugador.
Viajaron a Volgogrado, la antigua Stalingrado, para ver en directo a este interior que había sido máximo goleador de la liga rusa en las últimas temporadas. Parecía que todo estaba encaminado pero hubo complicaciones en el precio, el trato con un club más modesto como el Rotor con el que no tenían tanta relación y no llegó a San Sebastián.
Iñaki sigue pensando que hubiese sido uno de los mejores fichajes, al igual que otro que estuvo cerca de jugar en el Valencia: Iliá Tsimbalar. En este caso tenían ya acuerdo económico, 2,5 millones de dólares, pero finalmente el Valencia fichó a Burrito Ortega. Una década en la que hicieron más de una veintena de operaciones, pero en la que también hubo muchas decepciones que aún siguen escociendo. Para siempre le quedará la duda de lo que hubiese sido Shevchenko en nuestro fútbol.