MERCADO DE FICHAJES

Gabri Veiga firma por el Al-Ahli: la intrahistoria del fichaje más raro del verano

El último talento nacional se marcha a Arabia Saudí.

Gabri Veiga firma por el Al-Ahli: la intrahistoria del fichaje más raro del verano
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Si un aficionado del Celta decidió apagar todos sus dispositivos e irse dos meses de vacaciones con una desconexión total tras la agónica permanencia lograda ante el Barcelona, es complicado que se crea que a finales de agosto Gabri Veiga ha fichado por el Al-Ahli de Arabia Saudí. Pensará que es una tomadura de pelo o una película que le están contando, pero en muchas ocasiones la realidad supera a la ficción y la de este traspaso es una de ellas. Es, posiblemente, el movimiento más extraño de todo el mercado de fichajes y para entenderlo hay que remontarse casi dos años atrás.

A finales de 2021, con Eduardo Coudet en el banquillo del conjunto vigués, Veiga y Carlos Domínguez, dos canteranos que brillaban en el filial celeste, son reclutados para entrar en la dinámica del primer equipo. Ambos eran muy del gusto del técnico argentino, que los quería a su lado para moldearlos y hacerlos crecer. Sin embargo, durante ese mismo invierno el centrocampista regresa al Celta B. "Hace tiempo que pedí para que quedasen entrenando con nosotros. Fueron dos casos: el de Carlos y el de Gabri. Carlos sigue entrenando con nosotros y Gabri no. Las razones no te las puedo dar porque son motivos que tienen que explicar otras personas. El porqué no lo sé", se limitó a decir el técnico.

El motivo era claro: el Celta le estaba presionando para que aceptase la oferta de renovación que tenía sobre la mesa, algo que el jugador y su entorno no tenían del todo claro pero que acabarían firmando en primavera, con el consiguiente regreso al primer equipo. Su nuevo contrato establecía que Veiga seguiría un año más con ficha del filial (la temporada 22/23) para luego dar el salto al fútbol profesional, con un mejor salario, aunque sería uno de los más bajos del primer equipo, y una cláusula de rescisión de 40 millones de euros.

Su explosión futbolística el pasado curso obligó al club a moverse antes y adelantar ese cambio al mes de enero, cuando Veiga pasó a ser a todos los efectos jugador del primer equipo, luciendo el dorsal '24' en su camiseta. Y fue en la pasada primavera, hace apenas cinco meses, cuando comenzó a recibir numerosas y jugosas propuestas para cambiar de aires en verano, sobre todo desde la Premier League. El Celta se frotaba las manos y fue ahí cuando el presidente Carlos Mouriño pronunció unas palabras que a la larga le perseguirán. "No lo vamos a vender, nos lo van a comprar". 

Lo que sí cambió en primavera fue su agencia de representación. El gallego dejaba a sus agentes de toda la vida para firmar con Pini Zahavi, que a cambio de conseguir dicho acuerdo abonó una suculenta cantidad de dinero. Gente que conoce de cerca al israelí desaconsejó a Gabri esa unión, pero el jugador tenía la decisión tomada.

Sin embargo, el mundo del fútbol cambia demasiado rápido y los últimos dos meses del equipo gallego estuvieron a punto de llevarlo a Segunda División. Veiga también bajó su nivel debido al desgaste físico y psicológico de convivir con numerosos rumores mientras afrontaba su primera campaña en la élite. Sea como fuere, los teléfonos que no dejaron de sonar en febrero y marzo estaban en silencio tras acabar la Liga.

Pasó el mes de junio y no llegó ni una oferta hasta A Sede por él, lo mismo que en julio. Mientras tanto, los grandes de la Premier League reforzaban sus centros del campo con otros futbolistas y el jugador acababa sumándose a la pretemporada del Celta, algo que en el club veían imposible semanas antes. Pero a mediados de agosto todo cambió. Días antes de abrir la temporada frente a Osasuna, el Nápoles se lanzó a por el futbolista, que pese a ello disputó unos minutos ante su afición, luciendo incluso de manera simbólica el brazalete de capitán.

La negociación entre las partes se alargó más de lo debido, pero todo pareció quedar finiquitado en la víspera de la segunda jornada, donde el canterano de O Porriño ya no saltó el campo en San Sebastián. El acuerdo entre los clubes estaba cerrado y en Italia esperaban al jugador para pasar el reconocimiento médico y firmar su nuevo contrato. Dos días después estalló la bomba y la negociación se detenía en seco. Un problema entre el cuadro italiano y el jugador en algunas cláusulas del contrato paralizaba todo. 

Veiga, en el banquillo el la jornada 2.  EP
Veiga, en el banquillo el la jornada 2. EP

Las partes siguieron hablando para resolver las diferencias y el Celta metía prisa ya que no quería que se dilatase todo al tener que afrontar una serie de fichajes con el dinero recibido, que llegaría hasta los 36 millones de euros, menos de la cláusula fijada en el contrato de Veiga. Y fue ahí, mientras el Nápoles dudaba, cuando apareció la opción del Al-Ahli saudí, que llamó al club vigués el martes y cerró su fichaje el miércoles, durante el centenario del Celta. La bomba la soltó el periodista Fabrizio Romano ya en la madrugada del jueves.

Con este acuerdo, el conjunto celeste consigue un mejor trato que el que tenía con los italianos, aunque el traspaso no alcanzará el importe de la cláusula de rescisión, si tendrá unos fijos más elevados y con los bonus por objetivos puede rozar esos famosos 40 millones de euros. El jugador, que abandona la primera línea del fútbol europeo para engordar la lista de futbolistas que juegan en el país árabe, tendrá un sueldo con el que jamás soñaría en el viejo continente. Una decisión arriesgada de la que veremos sus consecuencias en los próximos años. Se acaba el culebrón del verano.