INTERNACIONAL

Los meses en la oscuridad de Sergio Ramos

El internacional, que ha cuidado su físico al máximo, sigue viéndose en condiciones para competir al máximo nivel.

Sergio Ramos, con el Sevilla./EP
Sergio Ramos, con el Sevilla. EP
Samuel Silva

Samuel Silva

229 días transcurrieron desde que Sergio Ramos se despidió del Sevilla, con una fría rueda de prensa en el Ramón Sánchez-Pizjuán, y ese domingo 2 de febrero en el que cerró el acuerdo económico con Rayados de Monterrey, que el jueves hizo oficial su fichaje. Más de siete meses apartado del fútbol profesional, después de esa última agridulce experiencia en el Sevilla, un tiempo en el que por la cabeza del camero han pasado muchos pensamientos, aunque, casi siempre, con la certeza de que seguiría vinculado al fútbol. "Es un competidor nato y ese fuego lo sigue llevando dentro", cuentan los que mejor conocen al camero.

No esperaba Sergio Ramos estar tantos días sin equipo cuando abandonó el club de su vida, al que había regresado apenas un año antes tras un verano también complicado. La difícil experiencia en su vuelta a Nervión, en un año convulso con tres entrenadores y que acabó con el equipo peleando por la permanencia, no era lo esperado por Ramos, que regresó a un equipo de Champions con el que soñaba levantar títulos. Nada más lejos de la realidad. La indecisión sobre su fichaje en el verano le imposibilitó disputar aquella Supercopa de Europa en la que ya se veía pugnando con Erling Haaland y luego los acontecimientos lo llevaron a liderar a un vestuario en el que se llegó a temer el descenso.

Todas esas dificultades mermaron la confianza entre Ramos y el Sevilla, que acabaron separando sus caminos. El central, que cuajó una buena segunda parte de la temporada, no sintió ni el cariño ni la voluntad real para seguir, con lo que se desligó del equipo pensando en que se enrolaría en otro club europeo durante el verano. "Tenía una espinita clavada después de mi marcha de hace tantos años. Me voy con la conciencia muy tranquila. Siempre que uno se va de casa no es una decisión para tomarla a la ligera", fueron algunas de las frases que Ramos dejó en su adiós a Nervión. No le volvieron a faltar propuestas en ese mercado estival, sobre todo dos de la Serie A aunque no de campanillas, pero no apareció ese club de Champions que esperaba Ramos, que también desoyó propuestas millonarias de lugares exóticos. Un final de mercado sin equipo por vez primera en su carrera que no alteró su pensamiento ni lo llevó a tomar decisiones precipitadas.

Sergio Ramos saluda a Del Nido en el homenaje a Jesús Navas.

Sin dejar de ejercitarse en solitario pensando en regresar a la competición, el paso de las semanas sí hizo mella en el camero. Residiendo en Madrid junto a su familia la mayor parte del tiempo, sus escapadas a Sevilla, donde mantiene su finca y buenos amigos, y también sus viajes por el mundo -por ejemplo asistió a la pelea de Ilia Topuria en Abu Dabi- ocuparon el resto del tiempo. O su presencia en el homenaje a Jesús Navas, en el que volvió a pisar el estadio sevillista. Las posibles dudas sobre su continuidad en activo apenas le duraron segundos. Desde su entorno siempre se le insistió en la necesidad de retirarse en un campo de fútbol y no por esa puerta atrás con la que acabó saliendo del Sevilla. En los momentos más bajos, su círculo más íntimo reforzó al camero, un competidor máximo que todavía se veía en condiciones de jugar a un buen nivel.

A finales de noviembre ya empezó a estudiar nuevas propuestas, con esa cercanía del mercado invernal que volvía a abrir nuevos escenarios. La idea de Ramos era la misma del verano: esperar un equipo que compitiera en Europa. Así surgió la opción de firmar por el Fenerbahçe de un viejo conocido como José Mourinho, pese a las asperezas que pudieron surgir durante su relación en el Real Madrid. La petición del luso ya dejaba en el olvido aquellos días e incluso Ramos ya se vio compitiendo en Turquía y en Europa. Pero, como en otras ocasiones, la negociación volvió a quedar bloqueada. Nuevo tiempo de espera y, mientras apuraba el mercado, apareció esa llamada de Rayados de Monterrey, que siempre lo había tenido presente.

La insistencia de Tato Noriega, el negociador del equipo mexicano, y la buena relación con excompañeros como Óliver Torres y, sobre todo, Lucas Ocampos, fue acercando la posibilidad de jugar en el equipo mexicano. Hubo también conversaciones con Fernando Gago, entrenador de Boca Juniors, y propuestas de Estados Unidos y Arabia Saudí, pero a Ramos le fue gustando todo lo que contaban de Rayados y esa posibilidad de disputar el Mundial de Clubes en el mes de junio. "Contando los días", escribió en las redes sociales, donde ha seguido mostrando ese privilegiado físico que ha cuidado al máximo todos estos meses.

El acercamiento final se produjo la semana pasada y culminó el domingo con el acuerdo económico -en México hablan de un fijo de cuatro millones de dólares más otros bonus- para firmar un contrato hasta diciembre. Un año de vinculación para continuar como futbolista, esa obsesión que mantuvo desde que salió por la puerta del Sánchez-Pizjuán el pasado 18 de junio. El gen ganador de Ramos todavía tiene cuerda. Ni todos esos meses de trabajo en la sombra han acabado con esa mentalidad ganadora que le hizo el mejor central del mundo.