Messi no se lo merece

Si la FIFA fuera un organismo respetado, cosa que no es, y los The Best unos premios apreciados y codiciados, cosa que tampoco atendiendo al plantón de candidatos, el esperpento vivido en Londres sería una mancha imborrable en su historia. Sin embargo, fue la constatación de un error de principio, pues condecorar al individuo en un juego colectivo sólo se puede considerar una anomalía (aunque este puente ya lo hemos asumido y cruzado), y un descrédito que provocó estupor e indignación casi en las mismas proporciones.
En las situaciones grotescas, el silencio es el mejor desenmascarador. En toda reunión de amigos hay un gracioso que no lo es y sólo el runrún o algún carraspeo le dice la verdad, que es de todo menos romántica. Ese rumor fue el que se apoderó de la gala cuando Kristine Lilly, doble ganadora del Mundial, y Sonia Fulford, integrante del Consejo de FIFA, anunciaron que el The Best de 2023 era para Lionel Messi. El auditorio Eventim Apollo comenzó a aplaudir, pero fue una de esas ovaciones tomadas por la incomodidad, sin ensordecer, como si detrás de las cámaras hubiese un operador con un cartel luminoso ordenando la reacción.
Después, durante varios segundos que fueron varios siglos, la televisión fue distribuyendo gestos que delataban el nivel de surrealismo. El padre de Haaland, hombre noruego de aspecto militar e ira contrastada, elevó dos veces su ceja izquierda, que debe ser uno de esos tics que le afloran cuando lucha por dominar la rabia; Lilly y Fulford intercambiaban miradas violentas y Thierry Henry, presentador, acabó recogiendo el trofeo porque Messi ni se presentó. Porque no recordó que tenía una cita, porque era el Blue Monday o, no lo descarten, porque no quiso acordarse de que este lunes había una gala que le iba a premiar (los interesados, en este caso, son los primeros en enterarse). Nadie mejor que uno mismo para saber cuándo una palmada es merecida. Su ausencia (y la de Haaland y Mbappé, entre otros) fue un daño a la imagen de la organización.
El caso es que el argentino acabó con un laurel invisible en la cabeza por haber sido campeón de Ligue 1 y máximo asistente de la liga francesa. Méritos notables, sin duda, casi a la altura (nótese la ironía, por favor) de la Premier, la Champions y la FA Cup conquistadas por Haaland con sus 42 goles. Empataron a 48 puntos y el peso de la votación de los capitanes (¿?) decantó el fallo.
Quienes creían que los puntos concedidos y este premio a un año, que abarca el periodo de finales de diciembre a agosto, eran un reconocimiento a Messi no pueden estar más equivocados. Ni él ni la grandeza de su figura se merecen este bochorno. No le hace ningún favor y señala a un sistema de votación que ya ha dado algún cante (el 'jurado' del The Best lo forman periodistas, seleccionadores, capitanes de selección y voto de aficionados).
La polémica no envolvió sólo al galardón masculino. La votación a los mejores onces tuvo igualmente brochazos de escándalo. Rodrigo Hernández y varias campeonas de España y del Barça se quedaron fuera de unos equipos ideales que no lo son. ¿Qué sentido tiene la 'desaparición' de Rodri, un jugador que ha ganado cuatro títulos con el City, la Nations con la Selección y fue proclamado MVP de la Champions? Es el último ejemplo de otro sinsentido en las urnas.
La FIFA creó este premio para hacerle sombra al Balón de Oro. Noches como esta lo ponen en entredicho. Es probable que alguno de los votantes, todos libres, haya llegado a pensar aquello de Dostoievski, que si Dios no existe está todo permitido. Ahí siempre se hace hueco el ridículo. Todo lo dicho, por cierto, concede aún mayor relevancia (si es posible) al reinado de Aitana: no se puede debatir cuando el debate simplemente no existe.