Mikel San José recuerda el día en que un brazo dormido lo precipitó todo: "Fue el peor verano de mi vida"
El exjugador del Athletic Club confiesa a Quique Peinado lo mal que lo ha llegado a pasar con la lesión que terminó con su carrera

Dolor. Esa palabra que cada vez se verbaliza más en el mundo del fútbol. Una sensación que lleva años y años viviéndose en silencio dentro del vestuario, que ni siquiera se comparte entre compañeros de equipo, convive con un tema latente por encima de todo: que el deporte profesional de élite muchas veces no es sano. De dolor en silencio sabe mucho Mikel San José. Con él ha convivido años y años, hasta que un episodio le llevó a decidir su retirada como la gota que colma un vaso. De todo ello ha hablado con Quique Peinado en un nuevo episodio de 'El Vestuario'. Escucharle, ver cómo relata el calvario que ha tenido que soportar mientras se agarraba a su vida, que no era otra que el fútbol, da para reflexionar.
Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a Mikel San José
Oye, ¿cómo estás de la espalda y todo eso?
Estoy mejor. La verdad que llevo varios meses ya mejor. Estoy haciendo cosas con un chico que se llama Folker, que tiene ahí un gimnasio al lado de casa, en Getxo, y me está ayudando muchísimo. O sea, posturas para trabajar que nadie me había explicado antes y que me están ayudando un montón. La verdad que tengo un día a día normal, que parecía que no lo iba a tener, así que...
Claro, porque cuando tú dejas el fútbol, los últimos años convivías muchísimo con el dolor de espalda, ¿no? Además el dolor de espalda es bastante jodido. Y tu objetivo, prácticamente, cuando te retiras, lo primero era poder tener la típica vida normal de padre que se pueda agachar a jugar con sus hijos, ¿no?
Sí, el verano que lo he dejado, que ha sido este último, ha sido el peor verano de mi vida. No he podido prácticamente jugar con el pequeño, en este caso, que es el que más le gusta el fútbol, enredar en el jardín o en la plaza o con los amigos. Yo cuando sabía que tocaba el fin, que ya en Navidades estuve parado, que ya me habían dado muy malas noticias, pues mi intención era tener un día a día normal, al uso, y hasta hace poco no lo he tenido. Y ha sido duro, la verdad que es duro.
Hay una cosa que no se habla, y eso que ha mejorado bastante el mundo de la fisioterapia, y es de que el deporte profesional no es muy sano.
No, no lo es. Yo llevo desde los 21 años prácticamente con dos hernias en la parte de abajo de la espalda. Que es verdad que tiene mucha gente, que esto no es algo nuevo, pero es entrenar todos los días, caer al suelo, cambiar de dirección, chocar, cosas que del fútbol va haciendo mella. Y bueno, pues al final se toman tranquilizantes, muchas cosas para poder entrenar, para poder jugar. Es mucho sufrimiento el que se pasa y a la mayoría de los jugadores, a todos nos duele algo y sí que es verdad que no es del todo sano, pero bueno, al final para ser tan profesional, para tener tanta exigencia, pues yo creo que implica un poco de dejar parte de tu cuerpo en ello.
¿Cuándo crees que fue la última vez que te levantaste y no te dolía nada?
Es complicado. A ver, ahora hay días que me levanto y no me duele nada, pero sí que es verdad que llevo desde los 21 años sobre todo con la espalda con problemas.
¿Y eso para jugar?
Pues épocas mejores y peores, pero sí que es verdad que ahora hasta el final, cuando no he tenido ya más problemas con hernias que han sido ya en el cuello y tema de dormirse el brazo y ya cosas que son más visibles, que dan más miedo, pues bueno, lo he llevado y ahora al final ha sido peor.
Cuéntame eso del primer día que se te duerme el brazo
No era consciente. Yo iba de Berango, donde vivo, hasta Amorebieta, unos 25 o 30 minutos, y de repente dos dedos de la mano, los dos de abajo, se me dormían. Pero bueno, yo pensaba que era normal, tanto tiempo en el coche, misma postura, hasta que empecé a tener un puntito aquí (se señala) que estaba todo el rato, que yo veía que no era una tortícolis, pero que estaba todo el rato aquí. Se me empezó a dormir el brazo entero, no me dejaba saltar, y ya fuimos a hacer una resonancia y las peores noticias salieron.
¿Y ahora cuál es tu camino? Es decir, ahora que estás trabajando en el gimnasio, ¿cuándo te dicen que vas a poder tener una vida normal?
No, a ver, todo el mundo me dice que soy joven y que seguramente con el tiempo, si no lo trabajo, si no lo intento cuidar, pues me dará problemas y acabará siendo una operación a futuro. Tengo que intentar evitarlo, intentar tener un día a día lo más normal posible y no dejar de hacer deporte, obviamente, porque llevo toda la vida haciendo deporte, necesito y me pica el competir, lo quiero y me gusta. Entonces, intentaré no perderlo.
Hay veces que la sensación que me da cuando ves la post carrera de algunos deportistas es que hay jugadores de cualquier deporte que deciden su retirada, como que tienen un plan y deciden: 'Bueno, me retiro ahora y luego quiero hacer esta cosa' y hay otra gente a la que el deporte les retira, gente que igual hubiera querido seguir jugando pero les retira una lesión o una dolencia o lo que sea. Tú, a pesar de que, digamos, ha sido tu cuerpo el que te ha retirado del fútbol, tú estás bastante en paz con el fútbol, ¿no?
Muchísimo más en paz de lo que me hubiera imaginado. Yo no hubiera soñado de pequeño jugar tantos partidos, jugar en primera división, eso que de pequeño veía por la tele y yo preguntaba a mis hermanos y a mis padres a ver si eran gente de verdad, a ver si eran personas. Porque a mí de pequeño me parecía un estilo al videojuego y claro, no piensas en que vas a poder llegar, en tanta gente que juega contigo, que juega en general, que tan pocos llegan. Pues nunca hubiera pensado jugar tantos partidos en el Athletic, ganar una supercopa, jugar la Champions, ir a la selección, participar en una Eurocopa… Para mí he hecho mucho más de lo que pensaba, así que estoy muy en paz con el fútbol, muy contento.
¿Y el primer día que te levantas y ves que no hay que entrenar, que ya no eres un jugador de fútbol profesional, cómo es?
Raro, la rutina marca mucho. Yo lo sabía por varios compañeros en el mismo pueblo, como Iraizoz o Gurpegui que los primeros días cuestan. Pasa el mes de junio y ya toca empezar a prepararte para la pretemporada, correr un poquito, dejar de comer un poco, no sé, típico de empezar la pretemporada, y ves que no, que puedes seguir haciendo vida normal, que no hace falta que salgas a correr, y luego miras el telediario, que tu equipo vuelve a la pretemporada y dices, 'joder, que ha llegado'. Al final son muchos años con el día a día, con la misma gente, con los mismos fisios, utilleros, con médicos, la gente que trabaja en Lezama. De un plumazo dejas prácticamente de verlos y cuesta, no digo que no sea agradable también tener tiempo para ti, pero obviamente cuesta.
No es dejar un trabajo, no es cambiarse de trabajo.
No, no lo es, es dejar parte de tu vida, de un día para otro, porque ya te digo que yo soy de Pamplona, mi novia es de Pamplona, no tenemos más familia que nosotros dos en Berango donde vivimos y bueno, para mí el día a día eran las personas que trabajaban en el Athletic y yo me comunicaba con ellos todos los días, todo el rato, y eso poco a poco ya deja de ser rutina, dejas de estar en el grupo y se hace raro.
Claro, ¿tú qué echas de menos? ¿Echas de menos competir? ¿Echas de menos entrenar?
Se echa todo. En cuanto a competir, hay días que los llevo mejor que otros porque he tenido tiempo para asimilarlo, yo desde navidades más o menos ya sabía que esto se iba a acabar, pero sí que es verdad que el tiempo no sirve para pensar que no vas a ir a entrenar, que hay gente a la que no vas a saludar, la típica broma que no vas a oír, el típico que llega tarde no lo vas a ver, no sé, detalles que forman el día a día, que eso no va a volver a pasar.
Claro, y al fin y al cabo, ¿tu modo de vida? No es como una persona normal que va al instituto, va a la universidad y luego empieza a trabajar. Es tu modo de vida desde que tienes 10 años, 11 años, toda tu vida.
Sí, más o menos. Yo aparte con 16 años me fui de Pamplona a Lezama y a partir de ahí todo había sido vivir para el fútbol. Entro en juveniles, de ahí voy a Liverpool, de ahí vuelvo al primer equipo del Athletic hasta el año pasado que lo dejo después de jugar en el Amorebieta. Entonces es fútbol y personas rodeadas del fútbol.
La temporada en Amorebieta es difícil en lo deportivo para el club, pero la espalda ya no te dejaba vivir
A partir de octubre, noviembre, yo empiezo a tener problemas. Visitamos a un especialista que me dijo algo que no me esperaba, yo fui sabiendo lo que tenía y me esperaba un: 'Ya no puede seguir jugando'. Entonces él me dijo: "Vas a parar dos meses". Le dije que no, porque ese jueves jugábamos contra el Almería en Copa, pero me dijo que tenía que parar ya, ni entrenar al día siguiente, mañana, nada. Llegué a casa enfadado, porque él me dio opciones de seguir jugando, pero me las había quitado a medias. La sensación fue muy rara, la verdad es que acabó bastante bien y a día de hoy no tengo dolor, pero el riesgo con la espalda era muy grande. Son tres hernias, dos muy cerca de la médula, y el riesgo la verdad es que no quiero saberlo. En cualquier choque quedarse en el suelo tirado… No sé. Estamos hablando del riesgo de no tener un día normal nunca más en mi vida.
Esto te lo dicen en diciembre, paras un tiempo y luego vuelves a jugar, y tú ya sabiendo cómo estaba la movida. ¿Nadie de tu alrededor te dijo: "Oye y porque no dejas ya esto y nos vamos a casa?"
Mucha gente, pero yo cuando volví a entrenar empecé muy poco a poco. Al principio sólo hacía bici estática, luego podía correr pero luego me metía a jugar posesiones y era como el caballito blanco que no me podía chocar nadie, luego empecé a darle de cabeza… Fue como un proceso de cada día haces un poco más y a ver si los dolores no vuelven, y la verdad es que no volvían, no se me dormían los dedos. Fue como recuperar el camino, pensar que podría estar bien. Tenía a mucha gente, sobre todo a Maitane que es la que vive conmigo todos los días, que es la que más ha pasado mis dolores e incluso me ha visto no poder levantarme de la cama y con la ayuda del médico acabar jugando el partido esa noche. Entonces ella ha sido siempre, no voy a decir crítica, pero sí que ella veía el peligro más que yo. Creía que con el Amorebieta tenía cierta obligación hasta final de año y acabé jugando bien, pero desde noviembre ya sabía que en junio esto llegaba a su fin.
Entiendo que para ti retirarte jugando es una manera muy diferente de que te hubieras retirado sin poder jugar al fútbol.
Sí, yo cuando paro en noviembre durante dos meses y luego ya no puedo volver a jugar ... habría sido mucho más duro, porque yo he tenido tiempo de hacer el duelo en el campo. Yo sabía que cada minuto que jugaba podría ser el último, sin que fuese público, ni en el vestuario lo decía, pero yo sabía que cada minuto que estaba jugando estaba siendo de los últimos.
Has dicho una palabra que es 'duelo', que se asocia con pérdidas muy graves. Pero es un duelo, es un duelo real. Lo sentiste como un duelo, como la pérdida del modo de vida, la pérdida... Entiendo que es la pérdida de una parte de lo que eres tú, es decir, es tu trabajo, tal, no sé qué, pero tú eres futbolista y vas a dejar de serlo.
Pero una parte muy importante y como me dice mucha gente, que yo para mucha gente soy futbolista antes que persona. Aunque yo sé que no, que soy persona antes, pero bueno, para mucha gente eres futbolista y entonces es aparcar una vida. Al final es como te he dicho, a mí me apasiona el fútbol, soy un loco del fútbol. Ahora igual lo sigo un poco, pero yo me sabía todas las alineaciones de todos los equipos contra los que íbamos a jugar. O sea, yo he tragado fútbol por las venas. Y claro, pues a ver, entiendo que no es un duelo, no he perdido a nadie, pero sí se ha acabado una etapa que me ha dado muchas alegrías.