¿Por qué muchas futbolistas llevan el nombre de sus maridos? Lieke Martens es el último ejemplo...
Julie Ertz, Le Sommer D.... la estrella neerlandesa no es la única que se ha cambiado su nombre por el de su marido.

El nombre y el dorsal que un futbolista luce en su camiseta es una de sus grandes señas de identidad. Define su personalidad -como el '13' de Morgan, que reta a la mala suerte- o sus orígenes. Esa dupla -la del nombre y el dorsal- permanece para siempre en la memoria colectiva de los aficionados. Por eso, a más de uno le dio algo cuando el sábado, antes del debut mundialista de Países Bajos frente a Portugal, la cuenta oficial de Twitter de las neerlandesas subió una foto de Lieke Martens y Danielle Van de Donk. ¿Por qué?
La primera -exfutbolista del Barça- ya no lucía 'Martens' en su camiseta. Este verano, la extremo del PSG contrajo matrimonio con Benjamin van Leer. Y, para sorpresa de sus fans -algunos todavía siguen en shock, como si a su estrelle le estuviesen 'robando' el nombre- a su apellido le acompañaba el de su marido: Martens-Van Leer, se leía en su camiseta.
2015 ➛ 2023, same dream! 💭🌏
— OranjeLeeuwinnen (@oranjevrouwen) July 22, 2023
Let’s go @liekemartens1 & @DanielleDonk! 🔥#FIFAWWC #TheOranjeBeat #NothingLikeOranje pic.twitter.com/mW71IZV4Ux
Las comparaciones son odiosas -y pocas veces realistas-, pero es como si Messi -salvando las distancias- tras haberse casado, luciese en su camiseta: Messi - Roccuzzo. Si bien es cierto que no todas las futbolistas siguen el ejemplo de Lieke Martens, sí que es una práctica habitual en el fútbol femenino, que es el tema que nos atañe. Hay multitud de ejemplos, sobre todo en Estados Unidos.
Le Sommer D., Louisa Cadamuro, Julie Ertz...
Según declaró Deborah Carr, profesora de sociología y directora del Centro de Innovación en Ciencias Sociales de la Universidad de Boston, en una entrevista en la CNN, entre el 20% y el 30% de las mujeres conservan su nombre una vez casadas. Es decir, la mayoría de las mujeres adoptan el nombre su marido cuando se casan. Mientras que -y según se cita en el mismo artículo- en un estudio de 2018 sobre 877 hombres, el 3% (27 hombres) había cambiado su nombre una vez casados.

A pesar de que la última en mostrarlo públicamente es Lieke Martens, hay muchas más. Sin ir más lejos, su compañera de selección: Dominique Janssen. La internacional neerlandesa se casó con Brandon Bloodworth en 2018 y adoptó su apellido. Más tarde, se divorció y 'recuperó su nombre.
Y hay más. Le Sommer, una de las delanteras de la selección francesa, ahora se llama Le Sommer D, en honor a su marido Florian Dariel. Uno de los casos que más llama la atención, por el impacto que causo en los aficionados al fútbol femenino, fue el de Louisa Nécib -por cierto, una de las ídolas de Alexia Putellas. La gala, considerada como una de las mejores jugadoras de todos los tiempos, cambió Nécib por Cadamuro -el apellido de su marido- en la recta final de su carrera y después de contraer matrimonio con Liassine Cadamuro-Bentaïba, un futbolista argelino.
Alex Morgan sigue siendo Alex Morgan
Sin embargo, es en Estados Unidos donde más ejemplos encontramos. Mallory Pug o Julie Ertz. La delantera del Chicago Red Stars luce el apellido de su marido, siendo el suyo Mallory Diane Swanson. Lo mismo ocurre con Julie Ertz. La internacional estadounidense forma una de las parejas más exitosas del panorama americano. El 26 de marzo de 2017, la futbolista del Angel City se casó con Zack Ertz, una de las estrellas de la NFL. Por eso, luce su apellido en la camiseta en vez de Julie Beth Johnston, su apellido de soltera.
En el lado opuesto: Alex Morgan, entre otras. La archiconocida futbolista americana se casó el 31 de diciembre de 2014. Junto a su pareja, Servando Carrasco, son los padres de Charlie -una de las niñas más conocidas del fútbol mundial, dicho sea de paso. Sin embargo, la del San Diego Wave conserva su nombre en la camiseta: Alex Morgan, uno de los más famosos -y reconocibles- del mundo.

Volviendo al artículo de la CNN, Deborah Carr detalla que algunos de los motivos que explican el cambio económicos, familiares, sociales, románticos y religiosos. Para algunas personas, es una declaración pública de amor.
Hace años, el cambio del nombre, satisfacía una costumbre social y aseguraba ciertas protecciones legales, económicas y familiares. Adoptar el nombre del marido estaba relacionado con las nociones paternalistas de propiedad: antes las mujeres pertenecían a su padre y luego a su marido, explicaba Deborah Carr. Sin embargo, con el auge del movimiento feminista y la mayor igualdad de género, cada vez son menos las mujeres que cambian su nombre. Pero sigue habiendo excepciones.