Luces y sombras en el relevo generacional de Estados Unidos: despedidas, pérdida de mentalidad, sin pizarra...
14 jugadoras de la convocatoria de Vlatko Andonovski se enfrentaron a su primera cita mundialista.

Dos segundos le faltaban al marcador para alcanzar el minuto 120 del partido de octavos de final entre Suecia y Estados Unidos cuando Stéphanie Frappart comenzó a hacer sonar su silbato. Tres pitidos que indicaron el final de la prórroga y que ponían a ambas selecciones contra las cuerdas. Una sensación que las estadounidenses ya tuvieron contra Portugal, cuando un tiro se estrelló en el palo en los minutos finales y estuvo a punto de dejarlas fuera de la cita mundialista antes de tiempo.
La tanda de penaltis fue el destino más cruel que pudo tener el final de la carrera de Megan Rapinoe con su selección, y quién sabe si de alguna jugadora más. Ella, que entró en el campo en el minuto 100 para -sin entonces saberlo- jugar el que sería su último partido defendiendo los colores de su país, fue la primera de Estados Unidos en fallar el tiro desde los once metros. El siguiente, que les pudo haber dado el pase a cuartos, lo erró Sophia Smith, calcando casi el tiro de Rapinoe. Por último, Kelley O'hara se topó con el palo.
Desde que arrancó el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, el runrún y la desconfianza en Estados Unidos aumentaron. El poderío que han demostrado a lo largo de la historia empezó a desaparecer tras el Mundial de Francia en 2019. Sus actuaciones en la actual edición solo lo justificaron. Además, grandes nombres se quedaron fuera de la convocatoria final por lesión y el equipo llegó a la cita plagado de jugadoras jóvenes, nuevas y con poca experiencia con el primer equipo.
14 jugadoras frente a su primer mundial
Esta eliminación se sumó a la lista de sorpresas del Mundial de Australia y Nueva Zelanda y volvió a abrir otro de los debates que venían acompañando al equipo desde hacía meses: el cambio generacional. Vlatko Andonovski llamó a 14 jugadoras que se enfrentaron por primera vez a una cita mundialista, más de la mitad de la convocatoria. También contó con la experiencia de jugadoras como Rapinoe, Alex Morgan o O'Hara que disputaron su cuarto Mundial, que nada aportaron sobre el terreno de juego.

A pesar de que el entrenador macedonio-estadounidense intentó aferrarse a la veteranía y ese carácter que tanto ha caracterizado a esta selección durante años, la falta de ideas y de táctica evidenciaron la actuación desde los banquillos.
Contra Vietnam, el primer partido, seis jugadoras de las titulares debutaron en su primer Mundial (Emily Fox, Girma, Demelo, Sullivan, Rodman y Sophia Smith) y desde el banquillo entraron otras dos (Sofia Huerta y Alyssa Thompson). Contra Países Bajos el planteamiento fue el mismo, pero el único cambio del partido se dio con la entrada de Rose Lavelle por Savannah Demelo, quien no había jugado ningún partido con la selección absoluta antes de jugar el primero en el Mundial. De las debutantes restantes, Alana Cook, Ashley Sánchez no sumaron ningún minuto. Mientras que Sofía Huerta sumó seis y Alyssa Thompson 15.
La pérdida de identidad: sin mentalidad y sin juego
En 2011, durante el Mundial de Alemania, un periodista le preguntó a Marta Vieira por la dificultad que tenía imponerse a Estados Unidos, escribía la periodista Caitlin Murray en su libro The Inside Story of the Women Who Changed Soccer. Marta se señaló la cabeza y el periodista entendió que destacaba el poderío aéreo de sus jugadoras. "No, no", respondió Marta. "Es la mentalidad". Ahora, 12 años después de aquellas declaraciones y dos mundiales consecutivos ganados por la selección, parece que poco queda de aquello.
Hace unos días, tras el último partido de fase de grupos contra Portugal, Carli Lloyd, exjugadora del conjunto nacional, señaló a sus excompañeras por celebrar el pase a pesar de haber podido quedar eliminadas. "Solo estoy viendo un grupo muy mediocre y poco inspirador que lo da por sentado, donde ganar, entrenar y hacer todo lo posible para ser el mejor jugador individual posible no está sucediendo", dijo.
Retiradas y lesiones, el lastre de la selección
La transición en la que está sumida la selección estadounidense tampoco llega en las mejores condiciones y posiblemente, esa mentalidad no haya calado en las más jóvenes, que se han visto en una situación única al ser las protagonistas, de repente, del equipo. El último mazazo que recibieron las jugadoras fue el comunicado de Becky Sauerbrunn, la capitana, donde desvelaba que no estaba preparada para participar en el Mundial debido a una lesión.
"Cuando recibí la noticia tuve que sentarme un rato", confesó Alex Morgan a la prensa. "Es una persona que responsabiliza a la gente, eleva el nivel de los estándares en cada equipo en el que está, y después de haber jugado con ella durante más de 12 o 13 años, siento un inmenso respeto por ella", añadió la jugadora para explicar la importancia de Sauerbrunn en la selección.

Esta se sumó a la de Abby Dahlkemper -otra de las centrales titulares junto a Becky-, Sam Mewis, Tobin Heath y Christen Press, quienes tampoco pudieron llegar a tiempo para el torneo. Además, desde el Mundial de Francia 2019 hasta ahora, las retiradas de Ali Krieger y Carli Lloyd también han dejado paso a las siguientes generaciones.
Ahora, tras caer eliminadas en octavos de final y quedarse fuera del podio por primera vez en la historia de la competición, las miradas están puestas en las veteranas, una vez más. Pero esta vez pensando en la retirada. Tras el encuentro, Julie Ertz confirmó que no volverá a vestir la equipación de Estados Unidos: "Desafortunadamente, esta es mi última vez con este escudo. Es un honor representar a este equipo y estoy emocionada por el futuro de las chicas".
Alex Morgan, confesó que no lo había pensado todavía, al haber estado centrada en el Mundial. De esta manera, empieza a cerrarse un ciclo de jugadoras que, sin duda, sus nombres quedarán escritos en los libros de historia no solo por los hitos deportivos, sino que también por haber abierto el camino a las generaciones que vienen por detrás de ellas.