Adiós a los días más oscuros de Ansu Fati: lo pasó peor de lo que parece
Cambiar Can Barça por la Selección supone una liberación y la oportunidad de demostrar que merece más protagonismo.
Escuchó su nombre de boca de Luis Enrique en la Ciudad Deportiva Joan Gamper y su cuerpo se agitó como si hubiera marcado el gol de la victoria en el tiempo de descuento. Lo celebró como el que más. Primero, en las instalaciones del club, luego, en casa con todos. Ahí empezó a vislumbrar una sonrisa que hacía tiempo que estaba apagada. La misma sensación de euforia y liberación. Porque Ansu Fati, hasta ser convocado para el Mundial, lo ha pasado peor de lo que se ha dejado ver.
Con una madurez impropia de su edad y el aplomo de quien incluso tiene que poner freno a su círculo más cercano, las últimas semanas del 10 azulgrana han sido casi igual de complicadas que las de su recuperación. Sus sensaciones eran inversamente proporcionales a lo que él entendía que debía de jugar. Su frustración sólo se filtró de la esfera privada a la pública cuando en el banquillo en Mestalla se desahogó con Eric. "¿He sido el peor?".
Ansu no entendía nada. Relegado a la suplencia, e incluso a cuarto cambio, circunstancia que no encaja con la apuesta de club y su rendimiento previo a la lesión. Por eso ser uno de los 26, aunque citado en último lugar y con el rastro de dudas que Luis Enrique no escondió, ha supuesto no solo el premio y la responsabilidad de jugar un Mundial, techo para cualquier jugador profesional, sino también una liberación.
Salir de la dinámica de Can Barça, donde Xavi no está siendo generoso en cuanto a minutos (el 14ª con 700', el 39%), para pelear desde cero con otro staff y otros compañeros, en otro escenario donde no se duda de su estado, y demostrar que su nivel merece más confianza de la que está recibiendo de azulgrana. Por trazar un paralelismo, pensemos en un alumno que no termina de estar contento con las notas que le da su profesor y tiene la oportunidad de ser evaluado por otro maestro. Una oportunidad pero también una obligación, la de imponerse para demostrar que no está equivocado.
Ansu no ha faltado a ningún entrenamiento desde que adelantó su regreso de vacaciones el 4 de julio, una semana antes de lo previsto. Sin lesiones ni molestias que le hayan impedido ejercitarse; con la última resonancia limpia, sin rastro de los problemas que sufrió hace meses; regateando las dudas internas respecto a su estado; en definitiva, más que preparado para jugar. Sin embargo, veía que no se cumplían sus expectativas, que no había una correspondencia entre su trabajo, sus sensaciones y su disponibilidad y el protagonismo que merecía. Días oscuros, sin ver la luz al final del túnel, refugiado en su círculo íntimo, sintiendo, como le dijo a Eric, que no era el peor.
El delantero ya fue citado por Lucho en junio, pero no disputó ningún minuto. De hecho el seleccionador no acabó del todo convencido con lo que vio en aquella convocatoria, lo que se tradujo en la ausencia de Ansu en septiembre. Sin embargo, y a pesar de lo poco que ha jugado de azulgrana, Luis Enrique le ha elegido.
"Hemos apostado por él antes que otro. Su nivel es incuestionable, pero ha vivido un proceso difícil a nivel personal y futbolístico y ahora está en ese proceso de cambio. He tenido dudas hasta el último segundo. Tenemos la ilusión de recuperar su mejor versión. ¿Está cerca? ¿Sí? ¿No? Lo que tengo claro es que viéndolo entrenar voy a saber si esa evolución es real. Son dudas a despejar". Unas dudas que en estos primeros días empezarán a despejarse, con el partido contra Jordania como examen parcial antes de llegar a Catar.