Arranca un Mundial sin Balón de Oro que despedirá a Messi y Cristiano
Llegó el día más esperado tras 1.598 de espera con sobresaltos: Catar-Ecuador, partido inaugural. España debuta el miércoles.
Estamos de enhorabuena. Arranca el Mundial de Catar. Pese a las bajas de última hora, los sobresaltos y los debates extradeportivos. Hoy vuelve la competición más importante y apasionante de todas 1.598 días después de que Francia barriera a Croacia en la final de Rusia 2018, con nuestra Selección aún curando sus heridas en casa. Es el Mundial de Catar. O no solo. De haber sido únicamente así, estaríamos ante el acontecimiento que motiva a la mayor parte de la humanidad cada cuatro años. Pero este evento en concreto es mucho más que eso por cómo se ha gestado. Conviene analizarlo tomando conciencia de todos sus matices, desde cualquier punto del planeta y respetando todas las posturas. La realidad es que nació como el Mundial de la sospecha y acabó confirmándose como el de la polémica. Sin embargo, desde las 17:00 horas, debates aparte, será también el de la ilusión para todos los amantes de lo que pasa única y exclusivamente en el verde. La pelota no se mancha.
La designación del pequeño y lujoso país, en diciembre de 2010, estuvo rodeada de tantas irregularidades como intereses y acabó desencadenando una operación del FBI contra la FIFA que llevó a la cárcel a casi todos los 24 ejecutivos que llevaron la Copa del Mundo a Rusia (2018) y Catar (2022) en una doble votación nunca vista hasta entonces. Fue el fin de Blatter como presidente del máximo organismo del fútbol. Parece la prehistoria, pero de aquellos polvos vienen estos lodos.
A esta corruptela, se unió más tarde el dilema moral al que Catar ha querido echar agua fría por tierra, mar y aire. Ante ese panorama, el mundo se pelea en mitad de una disonancia cognitiva, entre lo que pensar y hacer. ¿Qué actitud tomar ante un evento organizado por un país donde los derechos humanos se ven comprometidos, donde la mujer tiene límites, los homosexuales se criminalizan y las obras para construir un ostentoso escenario futbolístico en este enclave con poca tradición ha dejado, según The Guardian, 6.000 migrantes muertos por el camino? Seguramente cualquier opción es válida. Desde la censura al silencio, pasando por el brazalete arcoíris, por ejemplo. Cualquiera menos una tan frívola como la aireada ayer por el mismísimo Infantino: "Hoy me siento catarí, gay, discapacitado...".
La controversia, más allá de que este mes se lave o no la imagen de un régimen represivo y ver si los espectadores contribuiremos a un supuesto blanqueamiento, también reside en la fecha. Nadie reparó cuando se preparó la designación en que una Copa del Mundo en Catar y en verano era inconcebible por las altísimas temperaturas. Y todo desembocó en que la solución pasaba única y exclusivamente por meter el calzador entre el 20 de noviembre y el 18 diciembre. Comprimiendo el calendario de las ligas nacionales, modificando los horarios y las rutinas y convirtiendo esta cita tan esperada en un juanete. Una cita a contrapié que ha desatado, entre otras cosas, una ola de pánico a las lesiones desde que se inició la temporada. Pogba, Kanté, Mané, Gayà, Reus, Lo Celso, Reece James, Nkunku y, el último, Benzema ya se han quedado desgraciadamente en la cuneta.
Paso al fútbol
Ahora todos estos debates quedan atrás y empieza el espectáculo. Lo verdaderamente relevante es que podemos estar ante la última cita mundialista de Cristiano y Messi, las dos locomotoras que han llevado a otra dimensión a este deporte con sus exhibiciones. En el terreno de juego habrá otros mil focos en un Mundial con 137 nacionalizados, jugadores nacidos en campos de refugiados (Camavinga, Alphonso Davies, Mabil, Deng y Kuol) y demasiadas ausencias ilustres, desde Italia como grupo a Halaand como sensación que coge fuerzas en el sofá. También será el torneo de la emoción. Porque el Mundial se juega en Catar, pero el balón no le pertenece. Habrá más favoritos al título que nunca. Y eso es una inyección de interés. Brasil, Francia y Argentina, pese a los achaques, vuelven a ser protagonistas en las apuestas.
La selección dirigida por Tite lo es por el currículum de pentacampeona, por ser la única que ha estado en todas las ediciones y por tener en su plantilla a muchos de los delanteros más talentosos, con Neymar y Vinicius a la cabeza. Lo de Argentina es por pura lógica: tiene a Messi, que es demasiado, y viene de alzar la Copa América, el primer gran título de Leo con la Albiceleste. La de Deschamps está entre las candidatas por ser la que defiende título y por tener a Mbappé, el hipotético rey de la próxima década, aunque veremos cómo digiere el shock de la lesión de Benzema. Este mazazo podría hacer fluctuar las opciones bleu.
Ante este cúmulo de estrellas y sobresaltos, hay otras selecciones que aparecen en un segundo plano. Alemania es la que más veces terminó entre las tres primeras (12) y aún saca pecho al presumir de que Miroslav Klose es el máximo goleador de los Mundiales (16). Países Bajos es la que ha disputado más finales sin haber ganado el título (3). Gales vuelve a un Mundial 64 años después, el récord de cualquier selección. Y España, por su parte, aparece sin grandes nombres, con ocho jugadores del Barcelona en sus filas justo en uno de los mayores baches de su historia (17 entre todas las selecciones participantes) y con muchas dudas que deberá empezar a despejar desde el próximo miércoles frente a Costa Rica. La Selección lleva 99 goles a favor en los Mundiales y no le importaría ampliar su racha como país con más penaltis a favor en los Mundiales (18) con tal de llegar cuanto antes a la centena.
Un evento interplanetario
Mientras los equipos entran en escena plagados de jugadores de la Generación Z, ya sabemos que éste será el Mundial más caro de los 22 que se han disputado, con una inversión de 200.000 millones para transformar la economía y mejorar la imagen internacional. También el más tecnológico (sensores en el balón, 15.000 cámaras, Inteligencia Artificial…), el más visto en redes sociales y el que más contenido de usuario va a generar en plataformas como TikTok. Sin olvidar que será el Mundial post-COVID. Y, pase lo que pase, también la cita en la que Luis Enrique se estrenó como streamer, el de la ley seca y el de las restricciones sexuales.
Es tarde habrá ceremonia de inauguración por todo lo alto en el estadio Al Bayt. Maluma y las bandas BTS y Black Eyed Peas aplacarán los nervios previos de 60.000 espectadores tras la renuncias de Shakira y Rob Stewart o Ibai, entre otros, a participar en el sarao. Después, el balón por fin empezará a rodar con el Catar-Ecuador. Un partido con atractivo. El que avisa no es traidor. Ha habido varios Mundiales en los que se han disputado partidos inaugurales de forma simultánea, grandes y sonoras sorpresas, participación de anfitriones, de últimos campeones, y una selección reincidente en los mismos por encima de las demás, México, con siete presencias (1930, 1950, 1954, 1958, 1962, 1970 y 2010). Catar se convertirá en la 80ª selección que disputa un Mundial y espera contribuir a batir la marca de goles en la competición, que está en los 171 (1998 y 2014). Estén en Doha o sigan el Mundial por La1, Gol Mundial, la radio o el directo de Relevo, disfruten. El Mundial es, con mucha diferencia, la cosa más importante de las cosas sin importancia.