El brazalete One Love destruye en 48 horas el 'discurso gay' de Infantino
La amenaza de sanciones a las siete selecciones que se planteaban su uso durante el Mundial se vuelve contra la FIFA
"Hoy me siento qatarí. Hoy me siento árabe. Hoy me siento africano. Hoy me siento gay. Hoy me siento trabajador inmigrante". Son palabras de Gianni Infantino del pasado sábado, arrinconado por la postura de la FIFA con respecto a los derechos LGTBI en el Mundial de fútbol y su política de ceder a las presiones del gobierno de Catar. 48 horas después, este discurso ha perdido todo el valor en medio de una nueva polémica social: la de la prohibición de usar en el terreno de juego los brazaletes One Love.
Para los que no lo sepan, un poco de contexto: siete selecciones estaban dispuestas a permitir que sus capitanes llevaran en Catar una pulsera arcoiris para reivindicar la inclusión y la diversidad en un país que, días antes del comienzo del torneo, recomendó a los aficionados homosexuales (por boca del presidente del comité organizador del torneo, Nasser Al-Khater) que procuraran no tener muestras de afecto en zonas públicas para evitar problemas (las muestras de afecto, en general, no están bien vistas en Catar, independientemente de la sexualidad). Los equipos que lideraban esta iniciativa eran Inglaterra, Alemania, Países Bajos, Gales, Dinamarca y Suiza. Repentinamente se echaron atrás. ¿La razón? La FIFA les amenazó con sancionar automáticamente con tarjeta amarilla a todos los jugadores que llevaran el brazalete 'One Love' y nadie se ha querido arriesgar.
La decisión, que podría justificarse por parte de la FIFA de la misma manera que la RFEF sanciona a los futbolistas por enseñar cualquier tipo de mensaje en una camiseta, se diluye en el momento en que la organización ha intentado apagar el fuego sacando a la palestra otro brazalete, esta vez negro, común para todas las selecciones, en contra de la discriminación, de manera genérica, y eliminando cualquier tipo de referencia arcoiris. Dicho brazalete estaba previsto para ser exhibido a partir de los cuartos de final, pero la polémica del 'One Love' ha adelantado su implantación. El Inglaterra - Irán de este lunes ha sido testigo de ello.
Infantino, que lleva intentando lidiar con las presiones morales de Catar desde hace semanas (prohibieron la venta de alcohol en los estadios pocos días antes del comienzo del torneo), ha provocado una ola de reacción adversa al prohibir el brazalete: "En nuestro compromiso para vestir el brazalete, estábamos preparados para pagar las multas, pero no podemos poner a nuestros jugadores en el riesgo de ser expulsados del campo", claman en un comunicado las federaciones afectadas por la decisión. En él, aseguran que enviaron un escrito a la FIFA en septiembre anunciando sus intenciones de llevar al brazalete, pero que nunca tuvieron respuesta al respecto.
La Federación de Fútbol Holandesa (encargada de organizar y gestionar las principales ligas del país) ha sido incluso más dura: "Esto va contra el espíritu de un deporte que conecta a millones de personas; junto conta el resto de países involucrados, vamos a tomar una posición muy crítica con nuestra relación futura con la FIFA", sentencia.
A la reacción institucional se une la popular: la decisión de prohibir el brazalete 'One Love' ha sido muy criticada en redes sociales, sobre todo en Inglaterra, donde ha surgido una abanderada de excepción en este movimiento: Alex Scott, ex futbolista, presentadora y comentarista de la BBC, apareció en televisión ante millones de personas con el brazalete de la discordia, en un claro gesto reivindicativo.
Alex Scott is wearing a OneLove armband while reporting on England's World Cup game in Qatar. pic.twitter.com/bHDWqGRFzY
— ESPN UK (@ESPNUK) November 21, 2022
Como resaca, además, la prohibición ha acrecentado el interés por hacerse con el brazalete 'One Love'. De hecho, la tienda oficial de la federación holandesa de fútbol lo tiene a la venta pero está ahora mismo agotado.
Infantino, que acusó de hipocresía a los países occidentales por su postura contra Catar, se ve ahora mismo inmerso en una espiral en su contra, a pesar de la defensa pretoriana de cercanos como Brian Swanson, portavoz de la FIFA y abiertamente gay. Apropiarse de discursos sociales ajenos tiene sus consecuencias, sobre todo cuando, lejos de empoderar a minorías discriminadas, las castigas 48 horas después de 'apoyarlas' en nombre de un país que sanciona con cinco años de prisión el matrimonio homosexual.