Croacia nace y muere en Modric

Croacia nace y muere en los pies de Modric. El resto es un descampado, ruinas de Croacia que fue subcampeona en Rusia. La generación dorada de los balcánicos se ha ido apagando, solo el del Real Madrid se mantiene intacto, inalterable al paso de la edad. Dalic tiene un 'Plan A' que le queda algo corto, con poca amenaza ofensiva. No tiene 'Plan B'. Delante de los croatas, Marruecos dejó atisbos de rebeldía, creció por la banda de Ziyech y Achraf y en la segunda parte intentó dinamitar el partido con Abde.

Las pérdidas sensibles de balón de Marruecos al principio del partido evidenciaron la altura del escenario: un debut mundialista. Los Leones del Atlas entraron fríos al partido, pero se crecieron con el paso de los minutos, ante el minimalista plan de partido de Croacia. El empate lo deja todo abierto. Deja en manos de Bélgica, que se enfrentará a Canadá, las llaves del liderato.

Aunque el fútbol es un deporte de contrastes, de amor y odio, hay algunos futbolistas que escapan a la razón del hooliganismo. Modric, que en algún momento nos engañó con su edad, se rebela contra los colores, contra las bufandas. Es patrimonio del fútbol. Sigue liderando a Croacia con 37 años, habiendo participado en torneos de selección en tres décadas distintas. Y sigue siendo el corazón de su equipo. Dalic le entrega planos, lápiz, escuadra y cartabón y Luka dibujó los caminos que considera. Lateraliza su posición, baja entre centrales… El problema de Croacia es que le quiere en zona de creación, pero le necesita aún más en tres cuartos. Ahí no apareció, ya no pudo.

Lloverán billetes en Leipzig. Una vez más, y no será la última. En Alemania se ha cultivado un central moderno con balón y clásico sin él. Se escondió bajo una máscara a raíz de una fractura en la nariz, pero no engañó a nadie. Es uno de los centrales con mejor perspectiva de futuro en Europa. Viaja con contundencia hacia los duelos, anticipa y gana balones aéreos. Con el esférico, es el primer director de la orquesta de Modric. Si bien Dalic necesita que Modric sea determinante en la zona donde se cocina el último pase, Croacia debería abrazarse a Gvardiol para que, como central, sea el primer centrocampista del equipo.

No existió. Pulsó el start y abandonó la partida. Un Kovacic fantasmal no se presentó al partido ante Marruecos. El planteamiento de los Leones del Atlas era goloso para Kovacic: un equipo que esperaba, que no quería el balón y mantenía un bloque medio. En esos escenarios, el del Chelsea es un especialista, tiene una de las conducciones más poderosas del mundo. En lugar de compartir galones con Modric, se hizo pequeño. Fue intrascendente y se marchó al banco antes del minuto 80. Ante la falta de talento en ataque, el centro del campo croata tenía que ser la brújula del equipo. Y Kovacic, como termómetro, subió la fiebre a Dalic. Sin desborde en las bandas y con la falta de un nueve -ahora Mandzukic es asistente del seleccionador- Modric necesita atisbos del mejor Kovacic para realzar el vuelto de los balcánicos.

A Achraf le pesó la presión al principio del partido. Con el paso de los minutos comenzó a reconocerse, a asociarse con Ziyech y a demostrar que la diestra de Marruecos puede ser una de las bandas derechas más divertidas del torneo. Son polos opuestos. Mientras que Achraf destaca por su potencia, Ziyech lleva años jugando en mocasines. Son tan diferentes como complementarios. Aun así, mostraron más talento que determinación. Para que Marruecos dé un salto cualitativo, necesitará algo más que chispazos de sus dos mejores jugadores.

Juega más tarde, pero sale avisada del Croacia-Marruecos. Los de Roberto Martínez se estrenarán contra Canadá, a priori la selección con menos cartel del grupo. Marruecos y Croacia, como también lo pueden ser Dinamarca, Serbia o Uruguay, son dos de las selecciones que nacen desde un escalón de favoritismo inferior, bajo. Pero juegan con la etiqueta de underdog colgando de la camiseta, equipos humildes con nada que perder. Marruecos y Croacia crecen desde el anonimato, a la sombra de lo que para Bélgica debe ser el último baile de su generación dorada. Marroquíes y croatas no mostraron su mejor versión, pero van en serio. Si Bélgica se despista, el baile podría acabar antes de medianoche.