El día que España celebró un gol alemán
Bailarines gallegos y samurais invadieron el Khalifa International Stadium en la noche más apasionante del Mundial

Cuando uno se ve en peligro se agarra a muchos clavos ardiendo. Se puede acudir a la creencia religiosa, aferrar la mano de tu compañero de fatiga o, incluso, celebrar un gol de Alemania. Así de angustioso estaba el panorama de España. La Selección llegó a estar varios minutos eliminada del Mundial por culpa de dos goles de Costa Rica y la derrota de los de Luis Enrique ante Japón. Viendo que los españoles eran incapaces de derribar la muralla japonesa, los ojos y los oídos se enfocaron en el Al Bayt, donde Alemania luchaba frente a los costarricenses en busca de un hilo de esperanza. Entonces, en el minuto 72, empató Havertz y la afición española lo celebró por todo lo alto. El tanto del jugador del Chelsea nos devolvió el pulso. Nada hacía presagiar esta angustia antes de comenzar la noche futbolística.
Esta Copa del Mundo es diferente en todos los sentidos. Encontrar aficionados ruidosos resulta más complicado de lo habitual. Pero si hay un aspecto destacable es la facilidad para conversar con hinchas peculiares. Los alrededores del Khalifa International Stadium fueron la sede de un intercambio cultural inimaginable. A la representación de Japón y España se sumaron países que ni siquiera participaron en el Mundial. Todo con tal de dejar parte de sus raíces en Catar.
A falta de dos horas para el pitido inicial, sonaban gaitas en Doha. Dentro de un corro de cincuenta personas se escondían bailarines gallegos con altavoces. A su lado, un grupo de keniatas les observaba. Incluso algún africano quiso imitar lo que veía. Seguidores indios acudían en masa para inmortalizar los gorros y faldas que vestían los artistas españoles. Todavía no eran conscientes de la tensión que vivirían dentro del estadio.
Existen miles de vestimentas para animar a la selección japonesa. Desde pelucas azules hasta trajes de guerrero. "Llevo esto porque a los jugadores se les conoce como los samuráis azules", comentaba un aficionado nipón con una katana de plástico atada a la cintura. Eran mayoría. De hecho, un sector de la grada fue ocupado por fans asiáticos que gritaron durante todo el partido.
Como viene siendo habitual, España recibió mucho apoyo de países cercanos a Catar. "Soy de Kerala, India. Apoyo a España porque me encanta su estilo. Mi jugador favorito es Sergio Ramos, es una pena que no haya venido", contaba un hincha con camiseta, gorro y bandera española.
Luego el balón comenzó a rodar y el Japón-España engañó. En el minuto diez nació una ola del sector español que llegó a recorrer el estadio tres veces. Poco después, aquellos que se las prometían felices estaban pendientes de una segunda pantalla con camisas que no llegaban al cuello. Hasta que Havertz empató ante Costa Rica y empapó de alivio a la afición de la Selección. Tras el pitido final los bailes pasaron de Galicia a Japón.