¿Y cómo trabaja ahora el psicólogo de la Selección ante esta crisis?
Joaquín Valdés fue noticia el pasado martes en el Twitch de Luis Enrique en un clima favorable. Desde hoy será más clave que nunca.

El psicólogo deportivo de la Selección, Joaquín Valdés, fue presentado en sociedad el pasado martes en el Twitch de Luis Enrique. El asturiano lleva trabajando codo con codo con el seleccionador desde hace muchos años, cuando coincidieron en el Barça B. Sin embargo, fue ese día, ante una audiencia considerable de más de 50.000 seguidores, cuando explicó al respetable cuáles son sus funciones dentro de la Selección. En resumen, "trabajar como un miembro más en el staff técnico y estar disponible para cualquier jugador". Desde hoy, tras el susto contra Japón, pasa a ser más importante que nunca. Su papel será crucial y su diván tendrá lista de espera.
Como sucede con los entrenadores, cada psicólogo deportivo tiene su librillo, más si cabe cuando existen diferentes corrientes científicas que les sirven como base. Atendiendo a la especialidad cognitivo-conductual sobre la que se sustenta Valdés, hay denominadores comunes que pueden explicar al lector o aficionado qué es lo más normal que suele hacer un profesional de su entidad en estas ocasiones. Teniendo siempre en cuenta el contexto en el que compite España, un torneo de larga duración con partidos cada cuatro días, entendiendo que cada futbolista ha vivido las últimas horas de una manera diferente (no es lo mismo Pau, que debutó; que Unai, titular al que no le salió nada) y sin olvidar que la Selección se ha clasificado para octavos de final y que, por tanto, sus opciones de lograr los objetivos siguen intactas pese al susto.
Todo pasa por evaluar -antes, durante y tras el partido- para poder intervenir de la manera más concreta en estos días interminables que restan hasta jugar el martes contra Marruecos. Pero la base es mantener el plan que estaba previsto con pequeñas matizaciones evidentes, porque la mayor habilidad del ser humano es que puede adaptarse a lo que vaya sucediendo. El aspecto mental muchas veces tiene sus similitudes con el aspecto técnico, táctico o físico. Es como si por haber perdido, mañana Luis Enrique hiciera correr 100 kilómetros a los jugadores. O decida cambiar drásticamente el sistema de juego. U ordenar que en el comedor sustituyan el arroz blanco previo a las grandes citas por judías. No tendría sentido.

Lo primero, el luto
Luis Enrique dio la clave tras el partido de cuáles serán los planes a corto plazo: lo suyo es en primer lugar pasar debidamente el luto. Y eso no es ni más ni menos que afrontar lo que ha sucedido sin paños calientes ni cortapisas. Que cada cuál sienta la derrota en estas primeras horas con libertad y sin tapones. La noche de ayer tiene tanta importancia como las posteriores. Las emociones hay que dejarlas aflorar, validarlas y no enfrentarse a ellas o tratar de suprimirlas. Decirle a alguien que está preocupado "no te preocupes", o a alguien que quiere llorar "no llores", tiene peor efecto que el silencio, tan poco valorado. Siguiendo este ejemplo, sería mucho más efectivo decir "es normal que estés preocupado, vamos a explorar posibles soluciones" o "desahógate, sé como te sientes". A partir de ahí, hay que ponerse a trabajar en construir desde esta inesperada zona cero.
Valdés desarrolla sus funciones sobre todo con el staff técnico, así que lo primero que hará el psicólogo es estar presente en la reunión de Luis Enrique con sus ayudantes para analizar el partido. Ahí dará su opinión, cuando se la pidan, de los aspectos psicológicos que han podido influir en esta derrota. Esta ayuda en la evaluación del rendimiento será lo más objetiva posible, como no podía ser de otra manera en un experto que goza de la máxima confianza en la élite. En este momento las emociones de enfado o impotencia pueden enturbiar el análisis de los entrenadores y que eso sea más contraproducente aún para el futuro. Es el punto fundamental. Tanto como reforzar después todo lo que se ha hecho según el guion previsto, detectar errores controlables y que cada miembro del staff mantenga una actitud de escucha activa con los futbolistas para poderles echar un cable.
El bloqueo del equipo desvelado por Relevo, gracias al cuál Japón pasó por encima de España, se debió en gran parte a que muchos jugadores se olvidaron de llevar a cabo los objetivos de tarea o realización durante los noventa minutos (qué debo hacer en cada momento) y los sustituyeron por los de resultados (tenemos que ganar como sea porque en estos momentos estamos fuera, como alertó Jordi Alba a voces a sus compañeros). Además, Luis Enrique tuvo una primera reacción en el vestuario nada más acabar el partido que Valdés ya habrá analizado para dar feedback hoy mismo al entrenador. Con todo lo bueno y lo mejorable de su intervención.
Preparar las charlas, clave
A partir de ahí, el psicólogo ayudará a preparar a Luis Enrique el discurso de esta tarde. El mismo deberá estar enfocado en lo que se hizo bien ante Japón (por poco que sea) y en lo que se debe mejorar (que evidentemente es mucho). Desde un punto de vista constructivo, valorando lo que puede enseñar esta experiencia y poniendo sobre la mesa conductas concretas que los futbolistas deben aprender para el siguiente partido y el resto del Mundial. Hablando siempre de tarea y no tanto del resultado. Además, Valdés seguro que propone a Luis Enrique que deje espacio para que los jugadores se expresen, algo que ya sabrá de sobra el seleccionador, y manifestar cómo se sintieron durante el encuentro. En definitiva, qué creen ellos que se puede mejorar. Normalmente esto se suele hacer con grupos reducidos, lo más recomendable es que sea con los capitanes.

Más allá de preparar a Luis Enrique para lo que viene, Valdés tendrá que evaluar también qué consecuencias puede tener a nivel grupal e individual las últimas horas. No hace falta ser un lince para entender que el estado de ánimo, a corto plazo y radicalmente, ha cambiado. Ni que hay futbolistas como Unai, Pau, Nico y alguno más a los que el tercer partido les ha pesado. El psicólogo estará abierto para que cualquier futbolista que lo desee pase por su despacho, aunque la manera más frecuente de llevar estas conversaciones en una concentración es con la naturalidad que ofrecen las numerosas horas muertas en el hotel.
Seguir la hoja de ruta
A partir de ahí, lo más recomendable y por lo que seguramente apueste Valdés según el habitual modus operandi de un psicólogo deportivo, es mantener la rutina habitual post-partido. Sería dar normalidad a algo que es totalmente habitual, la derrota en un partido. Eso ayuda a mantener la calma y a no alarmar. Por mucho que el pueblo pida gritos. El análisis, más allá de la autocrítica y de que debe centrarse en lo que dependa de uno, siempre será diferente y más liviano que el que proviene desde fuera y suele ser más tremendista. Lo deseable desde ya sería plantear objetivos concretos y alcanzables, recordar puntos fuertes y mantener dinámicas orientadas a que la cohesión se mantenga intacta. Lo primordial ahora más que nunca es estar muy cerca de los jugadores para evaluar bien su estado "mental" e intervenir psicológicamente con cada uno según lo que más necesite antes del partido contra Marruecos.
A partir del sábado o el domingo se puede empezar a trabajar en técnicas concretas, siempre a través del cuerpo técnico, para encarar los octavos con garantías: visualización de jugadas exitosas, técnica de solución de problemas, tareas con condicionantes, técnicas de respiración y un plan de partido concreto ante cualquier situación. Eso ayuda a la concentración y al control de la activación, que en cada jugador es diferente y debe ser bien ajustado. Todo esto siempre a demanda del técnico y los jugadores. No es la hora de imponer nada, ni de experimentar, ni mucho menos de imponer formas de trabajo con las que los profesionales no están familiarizados. Viendo cómo se las gasta Luis Enrique y la confianza ciega que tiene en Valdés, no es descartable que le pida que dé una charla grupal o incluso un taller con estrategias de control del estrés. Él ayudará como nadie a no perder el norte.