Lucho desencadenado

Haga lo que haga Luis Enrique es noticia y genera debate. Los líderes son así. Gusten más o menos. Ahora, camino de Catar, previo paso por Jordania, el seleccionador ha sorprendido con su estreno como streamer y por esa actitud desatada en las redes sociales. Ha decidido contarnos el próximo Mundial sin filtros ni intermediarios y, de momento, lo que ha desatado es una ola de bromas por su atrevimiento y una tormenta de contradicciones. Sí pero no... Y, claro, ante una novedad de tal calado los opinólogos están obligados a mojarse. Primero, por si esta apertura al mundo a orillas de una cita clave es lo más adecuado. Y segundo, por si esto es un dardo más en su peculiar relación con la prensa.
No sé a vosotros, pero por estos lares la iniciativa ha caído fenomenal. Me bajo del barco de aquellos periodistas que ven esta valentía como una amenaza a la profesión, como un giro dictatorial para que nadie retuerza sus palabras o como un desafío más que incluir en su larga lista. Tras la convocatoria de Ansu Fati, que ha pasado de deprimido a extramotivado gracias a Lucho, es otra muestra más a su plantilla de que aquí hemos venido a jugar. Y eso significa, ni más ni menos según la RAE, "realizar una actividad o hacer una cosa, generalmente ejercitando alguna capacidad o destreza, con el fin de divertirse o entretenerse". No hay nada más indigesto que ver a un jefe serio antes de faenar.

Su propuesta hará variar la cobertura informativa. Sus ruedas de prensa serán seguidas por algunos y sus apariciones en Twitch, por todos. Gane, empate o pierda la Selección, cualquier nuevo directo será crema. Precisamente ahí, con los resultados en la mano, veremos si esta comunicación unidireccional es graciosa o temeraria. Piqué también se lanzó al ruedo en los postpartido hace nada y hay que reconocer que fue la bomba en un principio. Hasta que el Barça se empeñó en seguir patinando y el central comenzó a desaparecer en la pantalla al mismo ritmo que en el campo. Veremos qué pasa en este nuevo intento. Estamos expectantes. De hecho, más que censurar iniciativas que alegran la vida, habría que animar a Rubiales para que contraprograme al seleccionador con un 'Aló presidente'.