En una jugada: así mira De Paul a Messi para hacer que Argentina gane sus partidos
El combinado de Scaloni llega a pleno rendimiento a la cita mundialista, y una de las claves es el buen nivel de De Paul y su conexión con Messi.

En la Argentina de Scaloni la confianza lo es todo. Es un equipo que transmite una sensación de imbatibilidad forjada en quien ha desbloqueado su mayor temor. Con la Copa América bajo el brazo, Scaloni presenta al Mundial de Catar un equipo rebosante de confianza y con un equipo que ha transformado su eslogan: de jugar para Messi a hacerlo con Messi. Y para entender a este equipo hay que mirar cómo Rodrigo De Paul le alimenta, porque ahí nace (casi) todo.
La selección argentina se sustenta en base a un entendimiento del compañero que equilibra cada movimiento. Nada es en vano. Partiendo de un 4-2-3-1 que solo es una premisa, todo lo que sucede por delante de la línea de balón tiene un por qué, aunque a veces parezca desordenado o tendiente al caos. Argentina se estructura alrededor del movimiento de sus fichas y de la gravedad de un Messi que siempre tiene jugadores que le ofrecen apoyos, rupturas y le compensan sin que eso le reste valor a la estructura colectiva. ¿Qué hace De Paul para Leo?
Los giros de cabeza son constantes. Escanea el entorno. Pero no busca tanto la ubicación de la pelota como la de su compañero. De Paul está obsesionado en respetar el espacio que Leo ocupa para tratar de sacarlo el máximo provecho. Argentina recibe Uruguay en el partido para la clasificación del Mundial de Catar y corre el minuto 19 de partido. Los de Scaloni dominan pero no logran abrir el 5-4-1 rival. Todo es previsible, guionizado. Hasta que De Paul mira con el rabillo del ojo a Messi.

De repente, Messi baja a recibir en su propio campo. De Paul no necesita ni verlo para darse cuenta de que lo que la jugada pide es que suba, como si se tratara de un ascensor en el que rara vez ambos puedan coincidir en la misma planta. Para que el invento funcione uno siempre tendrá que estar por encima del otro. Cuando Leo recibe, De Paul se encuentra como delantero junto a Lautaro fijando la línea tupida de Uruguay. Messi, en situación de 1x1, arranca y supera a su marca. Ahí es dónde tiene sentido que De Paul ya no esté cerca, sino lejos.

Una vez se despeja la pista de aterrizaje, el talento de Messi le permite a Argentina atraer muchas miradas a su alrededor, y ahí importa cómo el resto interpreten ese poder gravitacional. Rodrigo le permite fijar al central y carrilero, dejando a Molina (lateral) en ventaja para el centro. Una vez recibe, Argentina ya ha girado el férreo bloque uruguayo.

El jugador del Atlético de Madrid es dos futbolistas a la vez. La otra mitad de Leo Messi. Ningún jugador le ha dado más pases a Leo que Rodrigo De Paul durante la fase clasificatoria para el Mundial (227) ni tampoco a nadie le ha dado más pases Messi (160), dos cifras que ejemplifican el entendimiento entre estos dos jugadores. Partiendo del doble pivote, cerca de Paredes, De Paul es un futbolista que orbita alrededor de los movimientos de Leo; si Messi desciende, De Paul sube, situándose como atacante, si Messi se cierra, el del Atleti se abre como extremo. El entendimiento de las necesidades del 10 de la selección sin renunciar a su esencia elevan el techo de Argentina.
De hecho, esta relación casa a la perfección con la idiosincrasia futbolística de De Paul, un jugador dinámico y con un gran golpeo de balón, algo que le permite encontrar a los alejados y establecer buenas secuencias en espacios reducidos. Con el extremo del lado opuesto cerrándose mucho, Argentina suele meter a muchos jugadores por dentro para que nazca el desorden. Y ahí es dónde la tarea de De Paul se vuelve todavía más importante, pues interpreta el movimiento como pocos y en el caos se suele imponer. Desde sus caídas a banda, rompiendo desde segunda línea o siendo un apoyo en la frontal, el argentino hace pesar su movilidad siempre de forma positiva.
Messi es un jugador que ha necesitado a lo largo de los años ese jugador que le compense, que entienda el espacio como él lo interpreta. No es tarea sencilla. Messi es el jugador en toda la fase clasificatoria sudamericana que más pases ha filtrado hacia área rival iniciándolos desde el carril central (40) y para que el rosarino pueda verse activado en la zona más letal para el rival, De Paul es un satélite que ejerce de fuerza opuesta, atrayendo y activando espacios que el rival desprotege cuando Messi atrae a los contrarios. No existiría la tierra sin la luna. Esa parece ser la frase que De Paul se ha grabado a fuego en su mente.