OPINIÓN

¿Serán las sedes del Mundial 2030 moneda de cambio en las elecciones de la RFEF?

Salvador Gomar, presidente de la Federación Valenciana de Fútbol junto a Pedro Rocha, presidente de la Federación Extremeña de Fútbol. /EFE/ Eidan Rubio
Salvador Gomar, presidente de la Federación Valenciana de Fútbol junto a Pedro Rocha, presidente de la Federación Extremeña de Fútbol. EFE/ Eidan Rubio

A pesar de la reciente crisis del fútbol español, FIFA ha decidido no elegir. En un encaje de bolillos perfecto, con el escaparate de vender una Copa del Mundo diferente, le ha otorgado a seis países y tres continentes diferentes la organización del Mundial de 2030. Es la alfombra roja perfecta para que Arabia Saudí, que retiró su candidatura hace algo más de tres meses, tenga el camino libre para la edición de 2034. La alternancia de continentes así lo ha confirmado a lo largo de la historia y sólo China, de momento, le podría hacer algo de sombra.

Más allá de la estrategia de FIFA por la que, otra vez, un país donde no se respetan los derechos humanos pueda celebrar el mayor evento futbolístico del planeta, en España, que tendrá inicialmente diez sedes diferentes, se plantea un contexto, cuanto menos, delicado: coincidirán en el tiempo la elección de las sedes españolas con los comicios a la presidencia de la RFEF, planteados para el primer trimestre de 2024.

Son 15 los estadios españoles que presentaron sus opciones a albergar los partidos del Mundial si España era elegida. Ahora, la RFEF tendrá que descartar, al menos, a cinco de ellos en unos meses donde el ente federativo se prepara para las elecciones a su presidencia. Unos comicios que, según aseguró Víctor Francos, presidente del CSD, se celebrarán en el primer trimestre de 2023, cuando el CSD prepare finalmente la orden ministerial prometida para reformar, entre otras cosas, el sistema asambleario de las federaciones. Un modelo elector que impide la regeneración de las estructuras y directivas del deporte español y que nadie, en ninguna de las diferentes legislaturas con distintos tintes políticos, ha querido abordar como un inconveniente. Fue más fácil mirar para otro lado.

Habrá que ver si con la reforma el voto de las federaciones Territoriales sigue siendo tan clave como hasta ahora en la elección del próximo presidente. En ese caso es posible que la adjudicación de las sedes pueda convertirse en la mejor moneda de cambio para asegurar un apoyo para el presidente que tenga que decidir sobre el futuro de las sedes del Mundial 2030. ¿Serán elegidas las mejores sedes o lo serán las que más argucias desarrollen los presidentes de sus federaciones Territoriales de fútbol?

Hasta ahora, todo lo que giraba en torno a las Territoriales tenía premio. Era como una inversión asegurada. No olvidemos que Luis Rubiales ya cambió el modus operandi por completo con las Territoriales. Antes sólo algún que otro presidente tenía un sueldo y el resto cobraba dietas y gastos de viajes. Una jugosa compensación que podía dispararse hasta los 4.000 euros mensuales y que empujaba a los directivos a apalancarse en Madrid. Pero Rubiales acabó con esa deriva y dotó a cada federación regional con 100.000 euros para su profesionalización.

¿Y qué hicieron con ese dinero en las Territoriales? Unos utilizaron ese dinero para asignarse una nómina fija y otros para hacer reformas en su institución. Lo que es evidente es que con el cambio todos se entendieron mejor y el apoyo al presidente fue mucho más unánime. Pero, ¿será ahora definitiva la adjudicación de las sedes del Mundial para coleccionar respaldos? ¿O serán los respaldos determinantes para conseguir la sede? La pelota queda en el tejado del CSD.

Precisamente el Gobierno otorgó a finales de 2022 subvenciones para la candidatura del Mundial 2030. Entre ellas, contempla la adjudicación de un millón de euros en 2023 y la misma cantidad en 2024 para el desarrollo de infraestructuras de los centros de entrenamiento... territoriales. Ese dinero lo gestiona directamente la RFEF. Veremos si es espíritu transformador es real, o bien, permite trampas como hasta ahora. Sería, sin duda, la oportunidad perfecta para que el Mundial 2030 refleje una renovación del fútbol español. Que falta le hacía.