Yeremy Pino: entre el pacto de todos los 31 de diciembre y una promesa con su padre

A Yeremy Pino (Las Palmas, 2002) la noticia más importante de su carrera deportiva le pilló conduciendo. "Y acabamos con los delanteros. Ferran Torres, Nico Williams, Yeremy Pino …". Con las últimas dos palabras de Luis Enrique se detuvo el tiempo. "Gracias, Dios mío", gritaba su padre, Carmelo Pino en el sofá de casa. Junto a él estaba Tomás Pérez, el mejor amigo de la infancia de Yeremy. "Cuando apareció por la puerta, los tres nos dimos un abrazo. No nos salían las palabras", recuerda emocionado Tomás.

 Amigos desde que tienen uso de razón, en 2020 Tomi dejó su vida en Las Palmas para irse a vivir a Castellón con su inseparable "Yere", como éste le llama cariñosamente. " Me acuerdo el primer fin de año que pasamos juntos. Era la primera vez que estábamos lejos de los nuestros. Después de las uvas nos emocionamos mucho, fue un poco duro". Esa noche, además de fortalecer el vínculo entre ambos, sirvió para que los dos amigos se hicieran una promesa. A partir de ahora pasarían todos los 31 de diciembre juntos. "Es una regla que tenemos".

Jugar a la PlayStation con las gafas de realidad virtual o echarse unas buenas partidas a los bolos en centros comerciales. La adolescencia sigue estando muy presente en la vida de Yeremy. "Aunque tú lo veas en el campo y aparente 27 años, él sigue siendo un niño", confiesa Tomi. Con 20 años recién cumplidos y disputando su primer Mundial, a Yeremy no le pesa ser el futbolista más joven de LaLiga en anotar un hat- trick en sólo 45 minutos. Tampoco ser titular en una final de Europa League con sólo 18 años. Pese a todo él sigue siendo "el mismo chico especial de siempre". "Hace las mismas cosas que hacía cuando era pequeño y vivía en Las Palmas. Ir al cine, al McDonal´s ... Lo único que ahora tiene más complicado es jugar al fútbol en la calle", cuenta entre risas Tomi.

Como ese hermano que nunca tuvo, Tomi tiene grabado en su retina un gesto que no olvidará jamás. "Fue en el partido contra el Atleti de esta temporada en el Wanda. Su hermana y yo estábamos en la grada. Cuando Yeremy metió gol y se vino a celebrarlo con nosotros … Ese abrazo que me di con él ha sido de los momentos más especiales que hemos vivido juntos. Yeremy es una persona con honor y mucha lealtad".

Amigo de sus amigos y muy unido a su familia, Yeremy no perdona su rutina de todas las noches. "Somos muy caseros. Nos gusta mucho estar en casa. Todas las noches tenemos por religión ponernos una película antes de dormir. La de Niños Grandes de Adam Sandler la hemos visto como 80 veces. No nos cansamos de verla. Para nosotros es una falta de respeto que la estén dando por la tele y no dejarla puesta", dice entre risas.

Maniático del orden, "tiene que tener toda su ropa y los zapatos perfectamente colocados siempre", Yeremy aprovecha los días libres con el Villarreal para ir a ver a los suyos. "Es una persona muy familiar. No le hace falta irse a Nueva York o a Las Vegas para disfrutar. Él prefiere irse a Las Palmas para estar con los suyos y hacer planes con sus amigos de toda la vida", cuenta Tomi. Entre esos planes hay uno que nunca falla. " Siempre pedimos en un local que se llama La Pata Caliente para que no traigan la comida a casa. Tienen un bocadillo de pata de cerdo … ¡Estábamos enganchados", confiesa. Aunque matiza, " pero sólo cuando está de vacaciones, que durante el año se cuida mucho. No puedo llevar Ambrosías a casa".

Seguidor incondicional de Cristiano Ronaldo, "le puedes preguntar cualquier cosa sobre él que te la dice", su presencia en Catar certificó aquella promesa que unos años antes le había hecho su padre. "Al principió cuando me llamó pensé que era una broma", recuerda Carmelo Pino. Era octubre de 2019. Brasil acogía el Mundial de fútbol sub-17 y en las filas de aquella Selección española estaba un jovencísimo Yeremy Pino. "Eran como las siete y media de la tarde cuando me sonó el teléfono. Era Yeremy y me dijo que iba camino del hospital, que se había dado un golpe en el ojo en la disputa de un balón fortuito con Pedri", recuerda. "Me mandó una foto suya con un parche en el ojo y pensé que me estaba gastando una broma. Pero claro, cuando me llamó el delegado de la selección y me contó lo que había pasado … se me vino el mundo encima. Me pegué toda la noche llorando porque sabía que esa era la ilusión de mi hijo", rememora aún emocionado Carmelo.

Desgraciadamente, Yeremy no pudo disputar aquella Copa del Mundo pero su padre le dijo unas palabras que no olvidaría jamas. "Tranquilo, las cosas buenas van a llegar. Eres joven el fútbol no se va a acabar aquí". Aquel año Carmelo no pudo volar a Brasil para ver a su hijo, pero ahora ilusionado y sintiéndose el padre más orgulloso del mundo se marcha a Catar. "Cuando España ganó el Mundial, esa final la vimos juntos. Él era un renacuajo. Llevaba su carita pintada con los colores de la selección. Siempre soñábamos que pudiera estar en una Copa del Mundo".

'Hermano, ¿tú te imaginas jugar un Mundial?'. Aquella conversación entre dos amigos se hizo realidad. Las películas después de cenar de momento tendrán que esperar.

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Este reportaje es un contenido editorial de Relevo, al que HONOR, una marca de tecnología que comparte los mismos valores, ha querido vincularse.

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