OPINIÓN

De Nico Williams a Mario, el último sinsentido de las redes sociales

El equipo benjamín del Atlético de Madrid se proclamó campeón de la Íscar Cup este sábado tras ganar al Valencia 5-0. /ATLÉTICO DE MADRID
El equipo benjamín del Atlético de Madrid se proclamó campeón de la Íscar Cup este sábado tras ganar al Valencia 5-0. ATLÉTICO DE MADRID

Nico Williams, de 20 años, se borró el otro día de Twitter por el aluvión de insultos, amenazas y un sinfín de burradas por marrar dos ocasiones de gol en las semifinales de Copa, entre el Athletic y Osasuna."Los inventos son para bien, pero se utilizan para mal", reflexionaba nuestro maestro de cabecera, José Luis Mendilibar.Touché.

Este sábado nos hemos encontrado con otro preocupante ejemplo, a colación de lo acaecido en el Torneo Íscar Cup, un torneo internacional de fútbol 7 de categoría benjamín, que se celebró este fin de semana en Torrejón de Ardoz. Tras las semifinales entre el Real Madrid y Atlético, donde el equipo rojiblanco se clasificó tras ganar 1-2, la noticia fue un chaval de nueve años de edad. Las reacciones en redes a sus declaraciones, al micrófono de El Chiringuito, volvieron a sacar lo peor de nosotros como sociedad. "Antes era madridista, pero me hice del Atleti porque me ficharon. Me fui del Madrid porque no me gustó nada y me fui al Atleti, que me pareció mejor equipo y me cuidaba mejor. Gracias a ellos estoy consiguiendo todo esto", comentó con la espontaneidad, naturalidad e inocencia propia de su edad.

El tuit nativo se está haciendo viral con 1,9 millones de reproducciones. Asomarse por las miles de respuestas es para echarse las manos a la cabeza, por los insultos y por la extrema polarización de lo que no debía pasar de una simple anécdota. Me niego a citarlos en este artículo. El chaval no es ni un héroe ni un villano. Es un simple crío, al que han metido en una guerra absurda de adultos y que, dentro de poco (si no lo hace ya), tendrá acceso a las redes sociales.

Los niños explican, sienten y ven el mundo de una manera más auténtica que nosotros, los adultos. Como aquella niña que en la vuelta al cole con las mascarillas, debido a la pandemia, dijo en la televisión autonómica Àpunt: "No pasa nada, es mejor que morirse". Ese tipo de testimonios ayudan a veces a sacar una sonrisa en una situación delicada. Ahora, en cambio, en lugar de centrarnos casi en lo más significativo que pronunció el chaval en esa entrevista ("me gustaría parecerme a mí mismo, la verdad"),hemos pervertido entre todos lo que no es más que un juego formativo para estos chavales, por más que lleven en el pecho el escudo de un equipo top, o por muy bien que se les dé jugar a la pelotita.

Otro día tendríamos que abrir el melón de poner en el foco a niños tan pequeños, en el que los medios de comunicación tenemos mucha culpa de exponer a personas tan jóvenes como si realmente estuvieran jugando en Primera División, pero al final me resuenan otra vez las palabras de Mendilibar (buen invento, mal uso). Por más odio que percibimos en las redes, me resisto a pensar que las burradas que he leído las digan personas reales. Serán boots en modo alimañas. En la vida real, donde Mario cumplirá 10 años en cuatro días, el mejor regalo que le podíamos hacer entre todos es dejarle en paz y demostrarle que no somos realmente gilipollas.