MERCADO DE FICHAJES

La intrahistoria de la operación comenzó con una llamada de Sergio Ramos a Mendilibar: "Míster, estoy para jugar la Supercopa"

Ambos hablaron a principios de agosto y al técnico del Sevilla, que quería un central a toda costa, siempre le pareció un fichaje más que interesante.

Sergio Ramos, en un acto publicitario. /ABC de Sevilla
Sergio Ramos, en un acto publicitario. ABC de Sevilla
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Parece, mucho más que parece, aunque hablemos del Sevilla FC donde la lucha de los poderes reales y fácticos trasciende a cualquier situación lógica y normal, que Sergio Ramos volverá en cuestión de nada al Sánchez Pizjuán. Su fichaje se ha acelerado en las últimas 24 horas. Donde el presidente y el director deportivo, por no dejar mal a su jefe, dijeron públicamente que no, que no entraba en sus planes de presente y futuro, surgió la insistencia del entorno, que diría Johan Cruyff, del futbolista, sin olvidar que en el organigrama del club existe un tercer poder, el del vicepresidente Del Nido Carrasco, que cada vez tiene más poder y juega cada vez más a ser el Monchi de su mejor época, la de su padre como presidente.

En plena batalla por el timón de mando, el entrenador, José Luis Mendilibar, el hombre que salvó al equipo del descenso y le condujo a ganar la Europa League con entrada en la presente Champions incluida, nunca vio con malos ojos su incorporación. Conociendo ya de cerca los centrales que tenía a su disposición, su fichaje nunca le chirrió. Al revés. Tiró de archivo. Confirmó todo lo que la temporada pasada jugó Sergio en el PSG y conociendo perfectamente que su estado físico, que podía ser la principal interrogante, no era un problema si lo comparaba con lo que él tenía ya en su vestuario, Mendi no prometió a nada al exmadridista, simplemente le dijo que si el club planteaba su fichaje en un momento determinado levantaría el pulgar hacia arriba. Situación que no se había dado hasta ahora, después de que no le trajeron el central que había pedido como prioritario y, encima con el mercado cerrado.

En los primeros días de agosto, en plena gira del equipo por EE. UU., el técnico dialogó directamente con Ramos e intercambiaron pareceres. Sin intermediarios. Futbolista y entrenador. Entrenador y futbolista. Fue una conversación natural y constructiva. Dos veteranos, dos tipos con carácter que se hablaron sin remilgos y que lo deberán continuar haciendo a partir de ahora, si finalmente se consuma el fichaje. El técnico se vio sorprendido por la predisposición del futbolistas. "Míster, estoy para la jugar la Supercopa". Faltaban 15 días, no había fichado y ya hablaba de jugar el primer gran reto. Mendi alucinaba.

Después del 1 de septiembre, a Sergio solo le quedaban tres opciones lógicas: Arabia, Turquía... y un Sevilla donde ya sabía de primera mano que se iba a encontrar a un técnico aliado... si cada uno se dedica a ejercer su responsabilidad y no se confunden las funciones de mando.

Algo puede haber tenido que ver también en la operación en el cambio de opinión oficial del club los resultados de los tres primeros partidos de Liga; la enésima lesión muscular del ex del Bayern, Nianzu, que el viernes llegó al entrenamiento quejándose de un nuevo percance y será baja durante el próximo mes y que Marcao tampoco ofrece ninguna garantía física. También ha influido, sin duda, que el entorno del internacional nunca se ha rendido en su trabajo subterráneo y de acercamiento al club de Nervión y en su presión sobre determinadas personas internas y externas.

En ese momento determinado, con el equipo último y sin conocer la victoria, a pocas horas de jugar en el Metropolitano y temiéndose lo peor, se aceleró la operación. En el viaje hacia Madrid, el fichaje de Sergio comenzó a tomar peso... a la espera de confirmación oficial. Mendilibar también escuchó esas campanas, pero como nadie le comunicaba nada, tampoco preguntó por lo que le comentaban sus ayudantes. Le pierde su discreción. Consideraba que su credo era sencillo. Llevaba un mes pidiendo un central y un delantero y, por fin, ya los iba a tener. Tarde, pero era lo que había. En el caso Mariano hubiera preferido otro atacante de condiciones no tan parecidas a Rafa Mir, pero en el de Sergio Ramos su bendición es una realidad.

Su fe en el jugador es máxima y no es para menos cuando se compara con el resto de la nómina: Badé, Nianzu, Marcao, Gattoni (que al final no pudo salir cedido) y Gudelj, a quien Mendi ha tenido que terminar de modelar como central por obligación. Sergio tiene ahora dos semanas para trabajar con los compañeros que no se vayan con sus selecciones y volver a la dinámica de grupo que nunca, nunca, nunca será igual que la de trabajar solo en su casa.