El omnipresente Jude toma el mando y tiene licencia hasta para marcar

Con tan solo dos partidos oficiales jugados proclamar que Carlo Ancelotti ha entregado a Jude Bellingham la máxima responsabilidad que se puede ofrecer a un jugador dentro de un equipo de fútbol puede sonar exagerado, pero como en esto de las opiniones y de los análisis vamos al día, por no decir a la hora o partido a partido, pocos podrán discutir que las llaves futbolísticas del juego de este Real Madrid son ya propiedad del futbolista inglés. Nadie ya manda como él. Nadie ya aparece por todos los lados como él... y nadie golea como él.
Parece evidente que este 1-4-4-2 en rombo al que el técnico italiano ha tenido que recurrir al quedarse sin Benzema y no llegar ningún delantero centro al uso, está ideado para que el nuevo '5' blanco pueda desarrollar y desarrolle todas las condiciones físicas, técnicas y tácticas que lleva dentro. Incluida la del gol, por la que, precisamente, no había destacado hasta ahora. Quizás también, porque nunca había tenido tanta libertad de movimientos y una zona de influencia tan amplia como tiene ahora de momento en el equipo blanco.
Ni en el Borussia ni en la selección inglesa, el gol nunca pareció ser lo suyo. Ocho marcó el curso pasado en la Bundesliga y en el anterior se plantó en los mismos que lleva ya ahora en dos partidos, por no recordar en su primera temporada en Dortmund marcó solo uno. En este Madrid dibujado a su medida, Bellingham tiene licencia hasta para golear. El área rival es su nueva compañera de viaje cuando antes estaba casi siempre más cerca de la propia. Ahora, con esa zancada de saltador de triple salto, llega sin estar. El punto de penalti es su referencia cuando el equipo se despliega en ataque. Parte de una posición indeterminada. Tan pronto ataca el carril del '8', como el del '10' o se apropia las señas de identidad de esos '9' falsos que tantos partidos desatascan.
En Almería ya se vieron movimientos mecanizados. Vinicius se abría a la banda izquierda que tanto le gusta ocupar y Bellingham saltaba por dentro a posiciones de remate. Marcó los dos primeros tantos y dio el pase del tercero al brasileño, esperando incluso que este le tirara la pared, en lugar de inventarse el remate combado que se ejecutó. Con tantos espacios por delante y con su exuberante potencia física rompe las líneas del contrario, siendo muy difícil de detectar por los centrales contrarios a los que normalmente pilla en posiciones estáticas.
De momento, y a la espera de nuevos capítulos, este Madrid que tenía que ser el de Mbappé, es ya el Madrid de Rude y la sensación es que solo es el principio. Seguiremos informando.