CRISIS EN LA FEDERACIÓN

Las opciones de Rafael Louzán si el Supremo mantiene su condena: "Lo que quiera, pero desde fuera de la Federación"

Si el alto tribunal no salva al presidente de la RFEF, el cese es inmediato y ejecutivo. Podría recurrir la condena... pero tendría que colocar a otro "controlable" en el sillón presidencial.

El (todavía) presidente de la RFEF, Rafael Louzán./AFP
El (todavía) presidente de la RFEF, Rafael Louzán. AFP
Sergio Fernández
Alfredo Matilla

Sergio Fernández y Alfredo Matilla

Tal y como ha transcurrido la vista del Tribunal Supremo de este miércoles, en la que parecía estar todo el pescado vendido en los apenas 20 minutos que ha durado la sesión, uno podía pensar que los cinco magistrados presentes en la sala iban a alcanzar un acuerdo en pocos minutos y se iba a poder avanzar una decisión, aunque después tardase unos días en redactarse y hacerse pública. No ha sido así. Tras la deliberación pertinente han acordado no avanzar el fallo en ningún sentido.

¿Es un buen síntoma para Louzán? Pues depende de cómo lo interpretes. En realidad uno se inclina a pensar que sí, porque lo que hubiera sido demoledor es que estuvieran todos de acuerdo en principio en no estimar el recurso de casación del presidente gallego, y hubieran liquidado la cuestión al toque. Que es lo que parecía atendiendo al fiscal ("Este expediente ha sido prevaricación en todo momento").

Hay debate y, por lo tanto, hay esperanza para el expresidente de la Diputación de Pontevedra y actual mandamás en Las Rozas, condenado por prevaricación e inhabilitado durante 7 años. Puede mantener alguna esperanza de que el Tribunal Supremo revierta esta realidad que le pondría de patitas en la calle por la insistencia del Gobierno a querer sacarlo de la Ciudad del Fútbol. Si todo sale como él espera, y le quitan la condena de sus espaldas, sería el final a sus problemas y podría seguir como presidente durante toda la legislatura (hasta 2028) que acaba de estrenar.

Pero... ¿y si no le salen bien las cosas? ¿Cuáles son los siguientes episodios de la carrera de Louzán por conseguir que no le echen como presidente de la RFEF? Si el Supremo le mantiene la condena, la encargada de ejecutarla sería la autoridad que le condenó, es decir, la Audiencia Provincial de Pontevedra. Él podría recurrir su ya condena firme, la inhabilitación, ante un tribunal contencioso, ante el Tribunal Constitucional, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o ante... el Tribunal de la Vía Láctea. Lo que quisiera. Es decir: tiene recorrido todavía para defenderse, pero no de lo que más le importa a él en este momento, mantener su cargo al frente de la Federación.

Tal y como ha avanzado directamente el Gobierno sin medias tintas, el cese de Louzán como presidente de la RFEF sería inmediato y ejecutivo. Él podría recurrir lo que quisiera, y hasta terminar teniendo razón eventualmente, pero ya desde fuera de la RFEF. El CSD, sin él, obligaría a la Federación a celebrar unas nuevas elecciones.

Y eso que lo más probable es que tanto Louzán como su equipo de afines en la Federación intenten otras vías de escape. El primero es discutir la mayor: argumentar que el famoso artículo 60.6 que destroza sus opciones de permanencia cuando la condena sea firme, es de una Ley posterior a cuando Louzán delinquió. Y, por lo tanto, no se puede aplicar retrospectivamente. Parece un triplazo desde el centro del campo, pero cosas más raras se han visto en estos procesos judiciales. En cualquier caso a priori no parece que esta vía vaya a tener un índice elevadísimo de opciones de éxito.

La otra es una vieja conocida: discutir la autoridad del CSD, intimidar al TAD, filtrar amenazas de que UEFA y FIFA vengan a España y expulsen a sus clubes de las competiciones europeas, de la OTAN, de Eurovisión y hasta de La Isla de las Tentaciones y, por último, llegar a la fase de aceptación, como ya ocurrió con Pedro Rocha y Luis Rubiales.

Porque, recordemos, ese no es su último cartucho. La Federación tendría que volver a abrir las urnas de manera inmediata, celebrando unas elecciones sólo a la presidencia con la Asamblea actual. Y ya manejan un plan B para que cambien las cosas sin que nada cambie en realidad: presentar a su hombre de trapo, el ahora vicepresidente Sergio Merchán. Que gane, claro, que para eso lo van a elegir los mismos que eligieron a Louzán, y una vez con el señuelo en el sillón de presidente, inventarse un nuevo cargo de CEO de la RFEF para que Louzán siga mandando al margen de molestos inconvenientes como inhabilitaciones o la justicia en general.

Todo eso hasta que ocurra lo que siempre suele ocurrir en este tipo de maniobras: llega un momento en el que el hombre de trapo se da cuenta de que la decisión que vale es la suya. Y suele ser rapidísimo. Y entonces la convivencia con el CEO que pretende mandar contando con su sumisión y obediencia suele saltar por los aires.