El papelón de España en la Candidatura 2030: a remolque, sin protagonismo y retrasando el trabajo
La RFEF no ha conseguido ni las sedes ni las subsedes que quería y Marruecos se ha impuesto en relevancia al resto de países.

España, al final, se queda con las once sedes que tuvo desde un principio a pesar de haber intentado saltarse los acuerdos alcanzados y pedir a última hora 13. Intentó colar a Vigo y a Valencia de manera rocambolesca y dejar el problema de eliminar las que hiciera falta en manos de la FIFA. "Jugaron sucio", llegaron a explicar a Relevo miembros de la candidatura tras esa última polémica reunión en Agadir (Marruecos).
Las dos de Madrid, las dos de Cataluña, las dos de Andalucía, las dos del País Vasco, Coruña, Zaragoza y Gran Canaria son las elegidas. Es decir: las once que mejor valoración tenían y que mejor lo han hecho. Con mención especial para Gran Canaria que, teniendo mucho en contra a priori, ha hecho el mejor trabajo de las candidaturas, haciendo imposible excluirla a pesar de la distancia o el presunto coste de sostenibilidad. En un mundo en el que triunfa el barro, los contactos o las presiones, ellos simplemente han hecho bien su trabajo y se han ganado una plaza de manera incontestable.
No se puede decir lo mismo de la RFEF. Es cierto que no han tenido un año fácil: primero descabezada, sin presidente por el escándalo de Luis Rubiales y después por incontables factores que han dejado la parte institucional del fútbol español en los niveles más bajos de la historia. Los problemas diarios del trabajo de la candidatura pasaron a un tercer o cuarto plano, en pleno tsunami de un Pedro Rocha que, primero en una Gestora y después como presidente, capeaba como podía escándalos, intervenciones policiales, imputaciones y expedientes con el único objetivo de perpetuarse en la presidencia.
Mientras retiraba denuncias incómodas a LaLiga por CVC, otorgaba el concurso del fuera de juego semiautomático a Mediapro y entregaba todo lo que fuera necesario para no enfadar a nadie y conseguir una posición que le garantizase mantener la presidencia, Rocha apenas tenía tiempo, ni interés ni decisión suficientes para afrontar los problemas que surgían en la preparación de la candidatura. Todo quedaba en manos del equipo designado inicialmente, que lideraban el extrabajador de FIFA Jorge Mowinckel, Fernando Sanz y María Tato, ayudados desde Madrid por Chema Timón.
De entre los tres primeros, sólo Mowinckel y Sanz han conseguido tener algo de ascendencia entre el resto de miembros de la candidatura. Al menos por hablar idiomas y haber conseguido algo de prestigio entre sus homólogos de Marruecos y Portugal. Sin embargo, cuando llegaba el momento de tomar decisiones la respuesta en los despachos de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas o no llegaba, o llegaba tarde. A lo largo de los últimos meses han sucedido varios momentos de tensión entre los países porque la RFEF sólo tenía foco para retener a Rocha en el puesto, retrasando el trabajo de preparación de la candidatura.
Con el extremeño ya como presidente, es verdad que la cosa fluyó un poco mejor, a pesar de que enseguida llegaron las tensiones por su expediente en el TAD (y su posible inhabilitación) y por el escándalo de la Operación Brodie. "¿Ahora otra vez se va a parar todo?", preguntaban los miembros de Portugal y Marruecos entonces... No llegó la sangre al río y de hecho sigue Pedro Rocha esquivando, por ahora, esa inhabilitación.
La reunión de Agadir
Cuando todo parecía estar claro llegaron a la reunión de Agadir, celebrada durante la pasada Eurocopa, y España decidió salirse del guion: en vez de once sedes sorprendió a todos pidiendo 13 y bloqueando una cita que debía ser poco menos que una formalidad. Marruecos reaccionó de forma muy dura y Portugal también. No les permitieron lo que pedían y de nuevo el trabajo se retrasó hasta que aceptaron quedarse con las once sedes que tenían planificadas en un principio. De hecho también habían planeado presentar 52 subsedes para entrenamientos y delegaciones, que han tenido que recortar a 45 finalmente.
El verdadero ganador de todo este proceso ha sido Marruecos, que, con mucha diferencia, ha mantenido su discurso y se ha impuesto en todo lo que pedían gracias a un liderazgo fuerte y al apoyo indiscutible que han tenido en todo momento de FIFA y del propio Infantino. A pesar de algunas filtraciones interesadas desde la RFEF, todavía ni se ha empezado a discutir temas como dónde se celebrará la final o las semifinales, pero el país africano arranca desde un claro papel protagonista en esa carrera. Van a construir un gran estadio en Casablanca que será un rival muy a tener en cuenta para el Santiago Bernabéu cuando se pelee de verdad este asunto.
Lo mejor de todo es que a partir del 31 de julio ni la RFEF ni las federaciones de Marruecos o Portugal tienen mucho que decir: pasa todo a manos de FIFA y son ellos los que deciden. Y no es lo mismo que negocie algo María Tato (responsable, por ejemplo, del fiasco federativo de los exámenes para agente FIFA en los que se quedaron sin conexión wifi) a que lo negocie directamente Florentino Pérez, que parece una opción mucho más sólida para que Madrid y el nuevo Bernabéu consigan albergar la final del Mundial 2030.