Cuando un empate vale tanto o más que una goleada

Partido de verdad. De los que miden la real categoría de los contendientes. Partido de los que señalan quién es quién y que podía haber sido perfectamente una semifinal del Mundial. Un empate que mantiene a España en su escalafón. El mismo en el que llegó a Catar y que no es otro que el pelotón de los aspirantes. Ni más, ni menos. Si no fuera porque los siete goles a Costa Rica tuvieron el premio de los tres puntos, a la igualada ante Alemania le daría el mismo valor, sino cuantitativo, sí cualitativo.
A esta selección de Luis Enrique se le respeta cada día más. Y eso, en un campeonato tan cerrado como este, es un lujo. Si alguien tenía alguna duda al respecto, solo faltaba ver cómo una tetracampeona del mundo perseguía al hombre por todo el campo a los jugadores españoles. Gundogan sobre Busquets, Kimmich en la órbita de Pedri, Goretzka en la de Gavi, Rudiger atento a Asensio, Kehrer a Olmo, Raum a Ferran... En estos tiempos modernos en los que futbolísticamente se vive en zona, estas marcas individuales dicen mucho sobre el equipo que las realiza y también sobre quien las sufre y es capaz, durante muchos minutos, de liberarse del yugo.
Alemania saltó al campo con miedo. Temor a España y pavor a llegar al tercer partido con cero puntos. Por eso cedió el balón y el espacio a España. Por eso Flick inundó su equipo de centrocampistas. Por eso pensaba más en defender que en atacar. Su mérito, metro a metro, minuto a minuto, fue saber invertir el rumbo del partido y llevar a la Selección a terrenos donde no se siente cómodo y terminar jugando sin complejos. El resultado de esa metamorfosis fue un notable partido de fútbol.
En el terreno de las individualidades. Plebiscito para Rodri como central. Tuvo ocasión de medirse en las distancias cortas con Muller y en las largas con Musiala, que llegaba desde lejos. Notable en el juego aéreo y holgado en la salida del balón. Luis Enrique puede haber encontrado un central diestro. Una buena noticia para un equipo que quiere tener el balón y ser protagonista del juego.