Pirri, el ojito derecho de Bernabéu, se entrena para ser presidente de honor con Florentino
Fue 16 años jugador del Madrid, 13 jefe de los servicios médicos y 4 secretario técnico. Relevará a Di Stéfano, Gento y Amancio.
"Más madridista que el escudo", así me definió un día Amancio a su compañero Pirri. Ajeno estaba entonces el gallego que sería precisamente él, José Martínez Sánchez (Ceuta, 78 años) quien le tomara el relevo en la presidencia de honor del Real Madrid en la que desgraciadamente solo pudo estar un año (2022-23) y por la que antes habían pasado Alfredo di Stéfano (2000-14) y Paco Gento (2014-22). ¿Y por qué Pepe, como él le llamaba, era más madridista que el escudo? Porque había sido 16 temporadas profesional del primer equipo (1964-80); otras 13 médico de los que se sentaba en el banquillo todos los partidos (1982-95) y cuatro secretario técnico de los que se atrevía a hacer informes sobre su plantilla a pecho descubierto... aunque luego se filtraran y fueran de dominio público (1996-2000).
Pirri, 23 años después, vuelve a su casa. A la que llegó desde Granada con 19 años y dos pulmones dispuestos a dar oxigeno a un equipo del que se acababa de marchar Di Stéfano, pero todavía quedaban Puskas, Gento, Santamaría... Para su presidencia de honor solo falta el trámite de que la Asamblea de socios apruebe su nombramiento en septiembre, pero ya ejerce el cargo. De hecho, lleva unos meses tomando tierra. Primero pasó por la formalidad de ser elegido presidente de los veteranos del club en abril de 2023. Después presidió el sorteo de las entradas para la final de la Copa del Rey y, finalmente, la semana pasada, se desplazó junto al omnipresente Emilio Butragueño hasta Milán para estar presente en el funeral por Luis Suárez.
Su complicidad con Luis Suárez
No es de dominio público que Pirri sentía una devoción especial por Luis Suárez. Tenía dos recuerdos de peso en su memoria. Había realizado sobre él sendos marcajes al hombre en las semifinales de la Copa de Europa de 1966, la de los yeyés. En el Real Madrid todos los que jugaron aquella semifinal aseguran que fue la verdadera final. Más que la real contra el Partizán. Pirri marcó el 1-0 de la ida en el Bernabéu que resultó clave para el pase a la final. La vuelta en San Siro acabó en empate a uno. Él tenía 20 años y Luisito, ya, 30. "Seguro que marqué ese tanto porque le estaba persiguiendo hasta su área y debí recuperar el balón muy arriba... No me acuerdo exactamente, lo que si sé es que me pasé los dos partidos corriendo detrás de él. Me volvió loco. ¡Qué gran jugador era!". Dos meses después los dos coincidieron en la Selección, en el Mundial de Inglaterra, y con la inocencia de la edad se lo reconoció en un momento que estaban a solas.
El ojo clínico del 'Informe Pirri'
Así fue siempre Pirri. "Es que Pepe es muy buena persona...", reconocían sus compañeros, y hasta los rivales. Con los suyos, además de aquella Copa de Europa del 66, ganó 10 Ligas y cuatro Copas. Hasta que un día, (4-6-1980), tras ganar la final de Copa ante el Castilla (6-1), decidió que su carrera en el Real Madrid estaba zanjada. Dos temporadas en México, en el Puebla, para seguir matando el gusanillo y darle un impulso a sus estudios de Medicina y con el título en la cartera a ejercer su nueva profesión. Los que comenzaron a pasar por su camilla para escuchar el diagnóstico de turno, descubrían que ese médico sabía doble. Por lo estudiado en los siete años de carrera, uno más de lo que le hubiera gustado, y por su experiencia como futbolista que le servía, en bastantes ocasiones, para certificar el dictamen porque desde el banquillo había visto más de cerca que nadie cómo se había producido el percance.
Pero por si sus 16 años de futbolista y 13 de médico eran pocos, el doctor Martínez colgó la bata blanca para convertirse en secretario técnico del club y mano derecha del entonces presidente Lorenzo Sanz en todo lo relacionado con el asunto puramente futbolistico. Ya le había ofrecido el puesto con anterioridad un par de veces Ramón Mendoza, pero siempre pensó que no se había sacrificado tanto en los estudios como para dejar de ejercer a las primeras de cambio. Cuando en el 96 dio el salto a los despachos, lo dio convencido de que era el momento. Cuatro años después saltó a la luz pública el informe sobre la plantilla y los posibles fichajes que recomendada y que había entregado al club.
Lo desveló José Javier Santos en el AS. Por lo acontecido después con determinados futbolistas demostró tener un buen ojo clínico y, sobre todo, un gran sentido de la responsabilidad porque expresaba por escrito lo que pensaba de cada jugador tanto en el aspecto puramente futbolístico como en el profesional. Pirri sabe quién filtró aquel documento porque en cada una de las cuatro copias que redactó incluyo una falta de ortografía para si se filtraba el documento, como ocurrió, saber quién había sido el que había enviado el 'fax'.
La primera Laureada del club
Con todo ese bagaje a cuestas llega Pirri a la presidencia de honor. Un puesto para el que parecía predestinado con el tiempo. Él fue el primer futbolista a quien el Real Madrid concedió la primera Laureada, una insignia de oro y brillantes del escudo del club con laureles a su alrededor. Un premio que se inventó Santiago Bernabéu para reconocer públicamente los valores de sus futbolistas y que todavía continúa siendo la mayor distinción individual que puede recibir un jugador del club. Pirri abrió el camino y solo seis futbolistas más la recibieron después: Gento, Benito, Santillana, Di Stéfano, Camacho y Luis Molowny, aunque en ese caso no está muy claro si se le entregó la insignia de oro y brillantes o la Laureada en si. La relación se cierra con, Agustín Domínguez, que fue secretario general en la época de Bernabéu.
Pirri, que estrenó el camino, la recibió por jugar con 38/39 grados de fiebre y la clavícula rota la final de Copa de 1968 contra el Barcelona. El jugador se había infectado del tifus jugando con la selección militar en Bagdag y arrastraba las secuelas, a pesar de lo cual le dijo al entrenador Miguel Muñoz que quería jugar porque solo había 13 jugadores del primer equipo disponibles. Al poco de comenzar el encuentro, en un choque contra Eladio, cayó al césped y se luxó la clavícula. Empeñado en seguir sobre el terreno de juego, fue llevado a los vestuarios, donde le inmovilizaron la zona, le infiltraron para superar el dolor y volvió porque no había cambios... Su equipo perdía 1-0, -así acabó la final-, con gol de su compañero Zunzunegui en propia puerta. El medio blanco no pudo ser operado hasta dos semanas después porque las huellas de Bagdag seguían marcadas en su cuerpo y la fiebre no desaparecía.
A Santiago Bernabéu le impactó tanto el comportamiento de su jugador que ya comenzaba a ser su ojito derecho y justo al comenzar la temporada siguiente propuso a su Junta Directiva la creación de este galardón para premiar los valores de sus futbolistas. A sus 23 años Pirri lo recibió en la intimidad del vestuario y ante todos sus compañeros. "Para mí y a pesar de todo lo que gané después en forma de títulos, continúa siendo el mejor recuerdo que tengo del club. Fue un reconocimiento inolvidable", sentencia el interesado cuando se le pregunta al respecto.
Por cierto, ¿por qué Pirri? como nombre de guerra. Dicen los que saben, que al club llegó como Martínez y así jugó los primeros encuentros, pero luego en el vestuario del José se pasó al Pepe, del Pepe a Pepirri y del Pepirri a Pirri. Tenía 19 años y era uno de los niños de la caseta. A Don Santiago nunca le gustó que su alumno predilecto fuera reconocido públicamente por ese apodo... pero pudo más la costumbre. Debutó en la Liga contra el Barcelona, con el 10 a la espalda y porque estaban fuera de la circulación tres compañeros: Puskas, Félix Ruiz y 'Pipi' Suárez. El Real Madrid goleó (4-1) -tres goles de Amancio- y ya no salió del equipo hasta llegar a los 583 partidos y 183 goles. Una inmensidad para un interior de ataque que pasó por el centro del campo y acabó de líbero.