Salah es la medicina de este Liverpool

Doble partidazo en la Premier League en esta jornada de domingo. Si por la mañana fue el Arsenal quien conquistó Stamford Bridge con un gol de Gabriel Magalhaes, confirmando su primera posición en la Premier League ante un Chelsea que no pudo hacer nada ante el líder (0-1), por la tarde fue el Liverpool quien sumó de tres en Londres (1-2). Los de Klopp, gracias a un doblete de Salah, doblegaron al Tottenham y vencen por primera vez a domicilio esta temporada... y por primera vez en dos jornadas, tras dos derrotas ante Nottingham Forest y Leeds.

Dos goles en la primera mitad, 14 ya esta temporada. Los resultados son irregulares, las cifras de Salah siempre responden. En total, 19 contribuciones de gol en 20 partidos (14 goles, 5 asistencias) que significan su segundo mejor curso con la camiseta del Liverpool en estas fechas, sólo por detrás de la 2021/22 (28). El egipcio hizo el primero con la zurda, recibiendo un pase de Darwin Núñez, y poco después anotó el segundo, aprovechando un fallo de Dier y definiendo con maestría ante Lloris. Apareció contra el Manchester City en un duelo clave y ha vuelto a aparecer contra el Tottenham. Salah, siempre Salah, para intentar darle algo de solidez a un Liverpool que consigue otra victoria contra un rival directo por las posiciones europeas.

Las lesiones no le han impedido jugar casi ningún minuto en esta temporada. De no ser por su estado físico, Konaté sería indiscutible junto a Van Dijk, como ya lo fuera la temporada pasada en toda la edición de la Champions League. A sus 23 años, su superioridad física es abismal, así como su poderío aéreo. Ante Kane estuvo pletórico, y eso que el inglés encontró un rincón para marcar un gol. Pero que Konaté vuelva a estar disponible es una alegría para Klopp en un curso donde Joe Gomez ha dejado múltiples errores y donde tampoco Matip asegura regularidad física. Si su propio cuerpo se lo permite, Konaté será titular indiscutible durante muchos años.

Tiene 38 años y hace algunas semanas regresó a San Siro una década después de partir hacia París. El central ha entrado en el club de las segundas juventudes: el de los Cristiano, Aduriz, Ibrahimovic… No se mudó a Londres para pasear por Camden Town o dar comida a los patos de Hyde Park los fines de semana. Thomas Tuchel se lo creyó como central y el brasileño emergió como el hombre del centro en la defensa de tres. Con Graham Potter en el banco, sigue siendo intocable, sea en defensa de tres o de cuatro. Sea con Chalobah o Koulibaly. Tenía el reto de vigilar a Gabriel Jesús, que esta temporada ha ido de más a menos, un delantero que se disfraza de mediapunta y de extremo. Y Silva no titubeó. Construyó un fuerte en el área blue: nadie se coló. Un día después de la última vez de Piqué en el Camp Nou, Thiago Silva demostró que los centrales de área aún mandan en el fútbol moderno. Tan solo un error defensivo del equipo evitó que Thiago no sellara otra portería a cero.

Cayó en el norte de Londres como si Mikel Arteta llevase años construyendo el Arsenal pensando en él. Aterrizó y el Arsenal elevó su techo competitivo. En sus primeros cinco partidos de Premier, fabricó seis goles. En los últimos cinco, generó dos. El Arsenal sigue ganando porque logra activar a Odegaard entre líneas -cuya sombra en Stamford Bridge fue Jorginho- y desde la banda Martinelli y Saka son dos terremotos. Los centrales ya no dudan en seguir a Gabriel Jesús cuando se olvida de que lleva el 'nueve' a la espalda y se acerca agarra el pincel para crear. Lo mejor es que el Arsenal sigue ganando sin tener que depender ni pivotar sobre el brasileño. Su presencia en el Mundial no está asegurada, pero ha sido uno de los pilares para construir el mejor Arsenal en años.

Llegaba al partido con algunos problemas físicos. De hecho, el calentamiento en Stamford Bridge lo hizo apartado de sus compañeros, con los fisioterapeutas del club. Tenía delante de él a Marc Cucurella. El catalán, sea como carrilero, lateral o tercer central, es lo más parecido a Kanté: mantiene alto el listón de intensidad. El reto para Saka era ese. Con el regreso de Zinchenko en banda izquierda, el Arsenal ganó un generador más. Pero sin Odegaard, bloqueado por Potter, ni Martinelli, secado por Azpilicueta, Saka fue la pieza que escapó de los márgenes. Y terminó inventándose una asistencia de un centro poco inocente al corazón del área. Su partido es otra llamada a Gareth Southgate.