Brentford, el recolector de diamantes en base al 'Big Data'
El equipo inglés basa su éxito en descubrir y pulir el talento que los más grandes codician.
De pequeños solemos mirar atónitos desde la vidriera el reflejo de las joyas. Podemos entrar a verlas, pero no podemos permitírnoslas. Sin embargo, desconocemos qué se puede ir un paso más allá. Descubrir la joya antes de llegar al escaparate. Uno que el Brentford lleva dando una década. El paso de sumergirse en la lóbrega profundidad del océano en busca de aquella concha olvidada, de aquella perla desconocida. Y es que perlas, como futbolistas con talento, hay muchas, pero personas dispuestas a arriesgarse por ellas, pocas.
Arriesgar. Un término romántico, pero obligatorio para aquellas personas ambiciosas que no tienen nada que perder. Matthew Benham, un banquero multimillonario fundador de la consultora de apuestas Smartodds, era, y sigue siendo, uno de ellos. En 2014 el nuevo propietario llegó a un club embargado de tercera división inglesa. Apenas ocho años después, tiene al Brentfod séptimo a un punto de Europa. De hecho, este mismo fin de semana consiguió puntuar en el Emirates, frente a un Arsenal líder, prolongando su racha hasta 10 partidos sin perder.
El Brentford de Benham arriesgó porque no tenía nada (más) que perder. Adoptó un modelo divergente, completamente contrario al resto. De ahí su éxito. Así lo resume su director deportivo, Rasmus Ankersen: "Para que David venciera a Goliat, este tuvo que utilizar un arma diferente".
En busca del dorado
El arma del Brentford son los datos. El 'Big Data', como se conoce ahora. Las cifras y estadísticas son imperantes en su filosofía de fichajes para detectar futbolistas infravalorados. En otras palabras, la táctica se basa en buscar futbolistas comúnmente desconocidos cuyo rendimiento presente sea óptimo, pero cuyo potencial sea enorme. De esta forma, se incorporan jugadores muy asequibles que a la larga puedan llegar a ser vendidos por una abrumadora suma de dinero.
A modo de ejemplo, los ojeadores del club parten a lugares inusuales como la liga danesa o segunda francesa. Allí, se analizan cuantitativamente los jugadores discerniendo a aquellos con mejores estadísticas en función del sistema de juego del primer equipo. Séase localizando mediocentros con un elevado porcentaje de robos en campo contrario y acierto en su pase. Consecuentemente, se ficha al perfil exacto de jugador que se quiere. Gracias a los datos. Así, se anticipan al resto debido a indagar en competiciones ignoradas sacando, entonces, perlas a un ridículo precio que más tarde destrozarán la banca. Todo ello, gracias a los datos.
El equipo de Londres adquirió a Ollie Watkins por cinco millones, Neal Maupay por 1,6 millones o Benrahma por 1,7 millones para luego venderlos por 36, 22 y 23 millones de euros respectivamente a clubes demasiado ocupados como para ajustarse el bañador y arriesgar su tiempo entre las olas. Y es que el Brentford considera a sus jugadores como activos en los que apostar potenciando su desarrollo. Un desarrollo que ha llevado a David Raya a revalorizarse desde los tres de su fichaje a los 22 millones que vale ahora o hasta los 45 millones de valor de mercado, ambos según Transfermarkt, que tiene Toney después de una módica transferencia desde el Peterborough por 5 millones de euros. Hallaron el dorado.
Filosofía del “expected”
"Expected", del inglés esperar, como quien espera en la parada del autobús o quien espera acabar haciendo historia. Esperas hay de muchos tipos, unas más ambiciosas que otras y el conjunto del Community Stadium tiene las suyas propias. Por ejemplo, esperar que, un jugador por quien incluso ni él mismo confía, se pueda convertir en una estrella. Aunque el "expected" más sagrado en Brentford es el de los "xG" (expected goals o goles esperados).
Se trata de la misma historia: Benham y su obsesión con los datos. Unos datos que orquestan su método de fichajes, pero que también actúan como verdugos a final de temporada. Ganar o perder no importa, pues aquí la suerte no se tiene en cuenta. La importancia reside en merecer, en rendir según lo esperado y ahí los datos, como los xG, dictan sentencia.
Según su director deportivo, las clasificaciones no reflejan lo bueno que es uno. En ocasiones, el vencedor lo es evitando la mirada reveladora de la justicia. Por ello, evitando cuestiones de azar, el entrenador del Brentford debe rendir según el club espera aunque su puesto no corresponda a la "realidad esperada". Se espera que genere suficientes ocasiones con claridad como para ser un equipo de mitad de tabla. Si se generan aunque su puesto limite con la salvación, el entrenador tendrá el puesto asegurado. No obstante, si se salva cumpliendo el objetivo, pero sin generar tanto como es "expected", será destituido. Y si no se lo creen, busquen a Mark Warburton en las oficinas de empleo.
El mundo es su cantera
En 2016, el Brentford decidió eliminar su sistema de cantera tras considerar las opciones reales de la misma. Esta implicaba 1,5 millones de euros de gasto por temporada en una estructura que solo suponía pérdidas: formar jugadores que a los 16-17 años abandonaban el club por uno mucho más grande sin suponer beneficios a la entidad. Y es que, a esa edad, los precios de las transferencias son simbólicos o incluso los jugadores pueden llegar a marcharse libres. Demasiadas pérdidas para un adicto a las cifras.
En su lugar, se decidió implementar un modelo que solo supondría beneficios. La vieja estructura tradicional dejaría paso a un único equipo, Brentford B, formado por descartes de otras grandes canteras nacionales y jugadores ojeados mediante su, anteriormente comentada, red de cribado de diamantes. El temor a la fuga de talentos llevó a apartar a este equipo B de las competiciones nacionales desde 2016. No obstante, al ser ya un club instalado en la Premier League, esta misma temporada, se ha creado un equipo Sub-18. Asimismo, el B ha vuelto a ser inscrito en tanto liga como copa domésticas.
Además, los contratos son de apenas dos años de duración. Tiempo suficiente como para disputar un mínimo de 35 partidos estipulados en el mismo, tiempo suficiente como para demostrar su valía. Una vez agotado el último segundo del acuerdo, el Brentford podrá extenderlo o, en caso de no cumplir con la "filosofía del expected", dejarlos marchar sin asumir una sola libra más.
Se trata, entonces, de una cantera en constante movimiento. Una globalizada, ya que podrá captar talento de cualquier lugar recóndito del mundo. Incluso en aquella concha olvidada que atesoraba aquella perla desconocida. Al menos, hasta que el Brentford cambió sus planes.