Estuve en el primer partido de Klopp en Anfield, lo que vino después fue la verdadera historia

La principal noticia en el día que Jürgen Klopp se despide del Liverpool es que el Manchester City ha ganado la cuarta Premier consecutiva, la sexta en siete años. Es curioso cómo funciona esto del fútbol: el adiós de Klopp coincide con otro segundo o tercer puesto, pero se va como una de las figuras más transformadoras de los Reds en su historia, como una leyenda de Anfield y se va, por encima de cualquier cosa, como campeón de liga, de la Champions y también del mundo con el equipo que cogió en 2015.
Es aquí donde merece la pena detenerse un momento: Klopp perdió sus primeras tres finales con el Liverpool (contra el City en la Copa de la Liga 2016, contra el Sevilla en la Europa League 2016 y contra el Real Madrid en la Champions 2018). Si algún día mira hacia atrás en su palmarés, comprobará que citizens y madridistas le han negado un listado de trofeos de los que marcan época, y aun así bueno y qué.
Recuerdo la rueda de prensa en la primera de las derrotas, en Wembley, cuando salió a dar explicaciones por haber caído en una tanda de penaltis contra el City. Me quedé con sus palabras para siempre porque explican lo que vino después: "Uno tiene que sentirlo mucho cuando pierde. Es importante. Nada es fácil. No puedes decir que no te importa".

Ha sido en ese camino construyendo a su Liverpool donde, entre muchas victorias, fueron las derrotas las que dieron impulso para volver a ganar. Esos partidos perdidos dieron la perspectiva de dónde se había llegado. Por ahí también fue cuando se comenzó a experimentar con Anfield. En su despedida, en uno de los tantos vídeos que Klopp ha hecho para recordar estos años, menciona una frase: "Me encanta cuando Anfield está rocking", en referencia al ambiente que se vive en el estadio cuando futbolistas, entrenador y afición se fusionan en uno para ganar (a veces remontando) los partidos.
Así se alcanzó otra final de la Champions que sí terminó en victoria y, poco después, un primer título de la Premier que sublimó el fútbol (78 puntos de los primeros 81 en juego) y que se celebró en pandemia. También fichajes que fueron moldeando una plantilla inolvidable: las llegadas de Mané, Wijnaldum o Salah, la de Robertson después de un descenso, la de Alisson tras caer en una final, la de Van Dijk en invierno que dio calor a la defensa y hasta la de un Fabinho que empezó siendo suplente.
El legado de Klopp ha sido recolocar al Liverpool en lo alto, incluso por encima de todos, y eso es lo que permanece en una ciudad y un club que se han sentido representados por un entrenador que no era ni británico pero ya es scouse. Shankly, Paisley, Dalglish o Gerrard han tenido una influencia enorme en el Liverpool. Y en esa lista ya está Kloppo.
Estuve en su primer partido en Anfield hace casi nueve años. Yo era un chaval de 24 años, trabajaba como corresponsal para medios españoles y decidí coger un tren hasta Liverpool para no perderme aquel evento: contra el Rubin Kazan en un jueves por la noche. O lo que es lo mismo: la fase de grupos de la Europa League. Un empate a uno sin demasiada historia al que le seguiría la verdadera historia de esto. Todos los de fuera también hemos disfrutado del camino, de contarlo y de vivirlo. Hoy, más de ocho años después, me ha tocado ponerle voz en DAZN a su despedida. Hemos visto una de las etapas más brillantes del Liverpool delante de nuestros ojos, y eso se acaba esta tarde.
Klopp se presentó al Liverpool como "The Normal One". El otro día, a punto del adiós, añadió: "Sigo siendo un hombre normal, pero no tengo una vida normal".
Let's remember the good times.