NÀSTIC - MÁLAGA

Ambientazo de Primera en la final por el ascenso entre Nàstic y Málaga, manchada por disturbios en la previa

Catalanes y andaluces se juegan regresar al fútbol profesional.

La afición del Nàstic./
La afición del Nàstic.
Marc Mosull

Marc Mosull

Como ya sucedió en Málaga hace seis días, ambiente de Primera en los aledaños de la Rosaleda para el partido de vuelta para al ascenso a Segunda entre Nàstic de Tarragona y Málaga en el Nou Estadi. Desde después de comer, se tiñeron de grana las calles cercanas al campo donde se encuentran la mayoría de bares y restaurantes. También se vieron muchas camisetas blanquiazules a lo largo de todo el día en el centro de la ciudad.

El recibimiento al Nàstic.

A partir de las seis de la tarde muchos aficionados granas ya se pusieron en dos hileras justo enfrente del estadio. Las barras de bar improvisadas que hay al lado del campo ya estaban a rebosar a esa hora, pues la afición llegó con tiempo de sobra para poder recibir al autobús del equipo, previsto para poco antes de las siete de la tarde. A menos diez, apareció el autocar del Málaga, entre insultos y cánticos de apoyo al conjunto local, que necesita remontar un 2-1 para regresar al profesionalismo.

Llegó el Nàstic a las 19:05 entre botes de humo y bengalas y un importante dispositivo policial que acordonaba la zona. Se paró el autobús justo enfrente de las oficinas, donde se había previsto un pequeño pasillo para que pasaran. El primer en salir fue el míster Dani Vidal, que alentó a las masas tras salir del vehículo. Uno a uno fueron desfilando todos y cada uno de los jugadores granas… hasta que le llegó el turno al capitán, Joan Oriol.

El jugador de Cambrils, acompañado por el canario Alan Godoy, agarró un megáfono y se paró justo en la puerta del autobús, en la escalerilla de salida, visible para todos los aficionados que estaban en la parte más cercana a la fachada del Nou Estadi. Se pasó prácticamente un minuto cantando con los seguidores granas el ya mítico "Hasta el final, ¡fuerza Gimnàstic!" y el clásico "Sí, se puede" en un momento mágico que emocionó a buena parte de los presentes.

La impresionante previa vivida fue manchada por disturbios en los aledaños del campo del Nàstic de Tarragona, que pasaron desapercibidos para la gran mayoría de los aficionados que esperaban al autocar de su equipo. En la zona del aparcamiento cercano al campo, hubieron golpes, carreras y empujones que ni el amplio dispositivo policial pudo evitar poco antes de que ambos equipos llegaran al estadio para disputar el partido más importante de la temporada que ambas aficiones han ido calentando a través de Twitter a lo largo de la semana.