OPINIÓN

Primero te paro y te canso, después te arrollo y te goleo

Ancelotti y Kroos, en el partido ante el Barcelona./EUROPA PRESS
Ancelotti y Kroos, en el partido ante el Barcelona. EUROPA PRESS

No, no va a ser tan fácil despedir a Carlo Ancelotti antes de tiempo. De momento, ya se ha asegurado la final de Copa y lo ha hecho a su manera. Con los suyos y con sus ideas. Con los denostados, por algunos, Modric y Kroos por bandera. Es cierto que hay momentos en los partidos en los que parece que los dos treintañeros no están, ni se les espera, pero siempre terminan apareciendo. Ellos van a su ritmo. De menos a más. Van desnudando los partidos hasta ponerlos donde a ellos les gusta.

Su otra apuesta fue Camavinga como lateral izquierdo. Ese medio invento suyo, después de que el seleccionador francés, Deschamps, le pusiera sobre la pista. En esta ocasión, el reto encerraba su peligro porque tenía otras variantes a su disposición. Tres más o menos naturales: Alaba, a quien le salieron los dientes jugando en esa posición; Nacho, que saca nota allá donde juegue y, hasta a Rüdiger, que para el técnico tiene la velocidad suficiente como para jugar a pierna cambiada. Camavinga tuvo su mejor actuación en ese puesto. Secó a su enemigo directo y sacó con sentido el noventa y tanto por ciento de los balones. Por supuesto, perdió tres o cuatro con veneno, pero es algo natural en alguien que ni podía soñar que algún día podía jugar de '3'.

Todo análisis de este partido que no recuerde que al Barcelona le faltaban cuatro titulares indiscutibles (Christensen, Pedri, De Jong y Dembélé) tendría un punto de egoísmo y de no entender la trascendencia y el peso que tienen estos hombres en el juego del equipo Xavi, sobre todo cuando hablamos de los centrocampistas. Expuesta la cuádruple ausencia, el resto del comentario tiene que dedicarse a recoger la destreza que tiene el Real Madrid para entender estos encuentros en los que entra en juego la palabra remontada.

Es un traje. Está ahí, en su vestidor. Les gusta sacarlo en las grandes ocasiones de la Champions, pero ya que lo tienen, tampoco está mal ajustarlo en una semifinal de Copa en el Camp Nou en la que comienzas por debajo en el marcador. Carlo y Davide habían preparado el partido a conciencia. Con el sexto sentido que tienen casi todos los entrenadores italianos. Había avisado que tendría que hacer algo especial para la ocasión y su decisión más rotunda fue confiar una vez más en Camavinga a pesar de que enfrente tuviera un extremo con Raphinha. Lo demás, pinceladas. Doble mediocentro: Valverde y Kroos, con el alemán muy pegado a la banda para echar un mano al francés y Modric más adelantado, cerca de la zona de influencia de Busquets.

El Madrid de la segunda parte fue brillante en todas las facetas del juego: defendiendo y atacando. A través del balón protegió a Courtois y alimentó a Benzema hasta que llegara al hat-trick. Tal golpe en el césped a una semana de los cuartos de la Champions debería ser como una rampa de lanzamiento para un equipo que aparece cuando más se le exige. No debe ser fácil ir así por el fútbol del siglo XXI.