Ricardo Rocha: "A Benito Floro le dije que yo al banquillo no iba"
El mítico excentral brasileño habla con claridad sobre su llegada al Real Madrid en 1991 y lo que queda de aquello. "Hablo a menudo con Míchel".
![Ricardo Rocha, en la actualidad. /INSTAGRAM](http://s1.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202403/28/media/cortadas/ricardo_rocha-Ryq1RSQ4Vzit2AASrXLX5HI-1200x648@Relevo.jpg)
Muy duro, seguro, bigote y melena al viento, dotado de personalidad, expeditivo al cruce y con calidad para sacar el balón jugado. Con esa carta de presentación llegó Ricardo Rocha (Recife, 1962) a Madrid en 1991. Procedía del San Paolo, y era sin duda uno de los mejores defensas de Sudamérica en aquel momento. En dos temporadas apenas ganó una Copa del Rey y una Supercopa. Se marchó por voluntad propia tras una conversación con Benito Floro, quien no le aseguraba el puesto en el año del Mundial.
Rocha -junto a Hierro, Chendo o Sanchís- lo jugó todo, pero su soberbia identidad fue eclipsada por el todopoderoso Barça de Cruyff, el fantasma de Tenerife y tres autogoles de importancia capital que terminaron por estigmatizarle, por lastrarle de cara a la opinión pública. Pesados como un yugo, no le hundieron, y eso hace que hoy su recuerdo sea el de un marcador de culto exprés, algo aparatoso, capaz de generar el mínimo de curiosidad necesaria, de haber tenido un nicho de seguidores suficientes como para situarle en ese gris que separa el cielo del infierno.
Lo cierto es que fue un fenómeno misterioso e incomprendido. En un virtual referéndum, con aroma de plebiscito, es posible que nunca haya un resultado claro sobre si fue un excelente futbolista o simplemente un jugador algo sobrevalorado. Si fue un fenómeno o, todo lo contrario. Si tenían razón -o bien estaban equivocados- sus admiradores o sus múltiples detractores. En la cuestión lacónica de si fue bueno o malo lo único equivocado es la pregunta. Es insulsa, reductiva, superficial, demasiado osada, y está exenta de las pruebas necesarias para otorgar una sentencia. "Llámame mañana a las doce (hora brasileña). Yo también soy periodista como usted. Comento muchos partidos".
Cuéntenos su fichaje por el Real Madrid. Las expectativas eran enormes. Además, se convirtió en el primer defensa brasileño de su historia. Jugaba en el Sao Paolo, y venía de hacer una Copa América enorme con Brasil (terminó subcampeona, tras Argentina).
A mí me llamó Manuel José, un empresario de Portugal. Me comentó que Ramón Mendoza me quería para el Madrid. ¡Imagínate!
Noventa partidos en dos cursos. Un profesor en el tackle, aunque muchas tarjetas también. Fama de leñero. Incluso le compararon, al menos inicialmente, con Goyo Benito. ¿España estaba preparada para comprender su fútbol?
Llegué con 29 años, y era mi mejor momento. Ya muy consolidado. Puedes tener razón, pero te diré una cosa a tener en cuenta: nosotros, si jugábamos en Portugal (en 1988 estuvo un año en el Sporting), en Francia, en España… Éramos extranjeros. ¿Sabes de qué estoy hablando? Lo de los extracomunitarios y demás. Era mucho más difícil entonces, porque incluso un francés en España era extranjero. Por hacer un paralelismo con el fútbol de ahora: el Inter del Triplete, el de Mourinho, no tenía italianos. Eso era inconcebible en mi época. Los clubes entonces tenían que escoger muy bien qué foráneos fichaban, y no podía alinear a todos juntos. ¡Había que atinar muy bien! Luego había muchas limitaciones por todos lados.
![Ricardo Rocha, en un partido con el Real Madrid en 1993. ABC](http://s1.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202403/28/media/cortadas/rocha_20240328185400-U01877531874fJE-406x720@Relevo.jpg?cw=300&ch=533)
Sí, recuerdo que -en el final de Copa de Europa del 94- Cruyff dejó a Laudrup en la grada para alinear juntos a Romario, Koeman y Stoichkov. El techo se cae al año siguiente con la sentencia Bosman.
Eso es. Ya en el campeonato, cuando había sustituciones solo cambiarnos entre nosotros. Sabiendo esto, uno comprende mejor lo importante que fue llegar hasta el Real Madrid. Entonces tenía mucho más mérito. Estoy orgulloso porque derribé una puerta muy alta, fuerte e infranqueable. ¿Cuántas décadas pasaron hasta que fichó otro brasileño atrás?
¿Quiénes eran los extranjeros del Madrid entonces? Estaban Hagi, Prosinecki…
Un año también lo jugué con Hugo Sánchez. Recuerdo Juan Esnaider, y en ocasiones subía del Castilla el joven Mutiu Adepoju. Era un rápido delantero de Nigeria. ¿Lo conoces? Luego, en el 95, llegó Freddy Rincón. Insisto en que a principios de los noventa tenía mucho más mérito jugar en un equipo que no era de tu país, sobre todo en las potentes ligas europeas. A partir de ahí, enjuicien mi periplo allí.
Usted en el primer año se topa con Beenhakker como entrenador. ¿Qué relación tuvo con él?
Magnífica. Con él y todos mis compañeros. El único problema fue ya en la etapa de Benito Floro, cuando se reunió conmigo antes que comenzara la temporada 1993-94 para decirme que no iba a ser titular porque tenía pensado jugar de otra forma. Le dije que yo al banquillo no iba, porque de lo contrario no habría podido acudir al mundial de USA. Se lo expliqué a Floro: "Mira Benito, Brasil tiene mucha competencia en mi puesto. Están Aldair, Ricardo Gomes, Marcio Santos… Yo tengo que jugar esta temporada". A pesar de todo, me siento muy orgulloso y estoy infinitamente agradecido de haber vestido la camiseta del Real Madrid.
El momento escogido no era fácil.
Insisto. El holandés en España era extranjero, el brasileño también… Y sí, claro, estaba el Barça, muy fuerte entonces. El Madrid venía de ganar muchas ligas con la Quinta del Buitre, y Cruyff estaba empezando. Se veía que era espectacular. Era un cambio de ciclo.
¿Qué recuerdo tiene de las ligas de Tenerife?
Fue muy triste. Solo perdí la primera, porque al año después no jugué por sanción en la isla. Te hablo sobre todo de la primera derrota por 3-2 tras ir ganando 0-2. Me marqué un gol en propia puerta, una pena. Teníamos la liga en las manos, pero se nos escapó. Es fútbol, no pasa nada. Hay que aceptarlo.
![Rocha cubre a Radchenko en un Rusia-Brasil del Mundial de EEUU '94. Getty](http://s1.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202403/28/media/cortadas/rocha_94-U73421226002jub-406x720@Relevo.jpg?cw=300&ch=533)
Sustituyó a Spasic, devorado también por un gol en propia puerta. Ya se hablaba de la maldición del central. Usted se marcó tres decisivos: en la UEFA contra el Torino, en Liga contra un Depor que materializó una remontada heroica y el mencionado del Heliodoro. ¿Cree que le juzgaron cruelmente solo en base a esto?
Solo unos pocos. Por suerte, la mayor parte de la gente me valoró sin tener en cuenta esos tristes episodios. Incluso a día de hoy algunos hinchas del Madrid me dicen que fui un señor, un futbolista espectacular. Me dan las gracias, incluso. ¿Entiendes la magnitud de esto? Es espectacular. Es que era muy jodido, muy difícil llegar en aquella época al Madrid, al Barça… Con casi treinta años. Ese fue el gran mérito. Yo estaba genial en el Sao Paulo, que era un equipazo. Estaban Rai, Cafú… Y me fui al Madrid rechazando ofertas del Calcio, Bundesliga y otra de Portugal, donde querían que volviera. No me lo pensé cuando llegó la del Madrid, pero estaba la Fiorentina pujando fuerte.
¿Es verdad que cuando se marchó de nuevo a Brasil el Real Madrid trató, con su ayuda, el fichaje de Rai?
Sí, algo me comentaron, pero les dije que ya lo tenía hecho con el PSG. Habría sido espectacular verlo de blanco, pero no pudo ser. Se tanteó el fichaje, eso sí.
Hábleme de sus compañeros en defensa. También estaba Villarroya.
Los titulares éramos Chendo, Sanchís, Villarroya y yo. Rafa Gordillo también andaba por allí. Fernando Hierro jugaba de cinco, de volante de contención. Dos o tres temporadas ahí. ¡Menudo futbolista! Un palmarés enorme, mucha jerarquía. Tengo muchos amigos allí. Míchel también. Incluso a día de hoy. Está en Arabia, Míchel. Hablamos a menudo.
Pero el Madrid no quería que se marchara.
Vamos a ver. Benito Floro fue muy claro. Me dijo que no iba a jugar, así que me fui al Santos, y luego al Vasco de Gama. Te cuento una anécdota: el día de la presentación del Madrid 93-94 algunos amigos míos de allí me llamaron para decirme que había gente en el Bernabéu que me dedicaba coros, cánticos. "¿Dónde está Rocha? ¿Dónde está Rocha?" La gente me quería y yo a ellos también. Solo tengo palabras de agradecimiento para el Madrid y toda España.
Tengo la sensación, ahora más si cabe, que no se le valoró como merecía. Se le juzgó con criterios de hoy.
Sólo yo sé lo importante que fui para el Madrid. Dos años como titular indiscutible allí no es sencillo. Sí, la gente aún me recuerda lo de Tenerife, pero yo el segundo partido no lo jugué. Esto quiero subrayarlo.
Ese Tenerife de Valdano, excesivamente motivado, se habló que estaba primado por el Barça.
Sí, estaba a mil. No sé si estaba primado o no. Nadie me dijo nada. Pero nosotros nos jugábamos una liga, y no tiene que haber algo más importante que eso. La perdimos porque merecieron ganar. Jugaron mejor, y ya no hay vuelta atrás.
Hablando del Mundial. El gafe vuelve a cebarse con usted. Juega el primer partido, se lesiona y se pierde todo. Fue un Mundial raro, muy táctico, muy asfixiante.
En la final estuve en el banquillo. Ese partido contra Italia fue muy táctico. Mira, hoy el mejor fútbol es el inglés porque es quien tiene más dinero… El equipo más fuerte es el Madrid… Sí, pero entonces el campeonato más potente era el italiano. Antes de la final nos concienciamos de no encajar goles. Teníamos un equipo ordenado, con Bebeto y Romario arriba moviéndose libremente.
Parreira estaba obsesionado con los marcajes al hombre. El centro del campo era mecánico: Dunga y Mauro Silva. Estaban los laterales voladores, como Jorginho y Branco… Y Aldair. Hace poco hablé con él en Roma. Un central brasileño que triunfó en Europa, donde arribó en 1990. Me habló maravillas de usted.
Aldair fue el mejor defensa central que yo vi en mi vida. El zaguero más completo: iba bien con las dos piernas, de cabeza, tenía fuera, calidad… Lo tenía todo.
Bebeto y Romario fueron decisivos, aunque llegaron tras perder la Liga y la Champions, respectivamente. ¿Qué trabajo de motivación se hizo con ellos?
Ningún trabajo. Estaban tranquilos. Brasil no ganaba un Mundial desde hacía 24 años. ¿No te parece eso motivación? Desde 1970, con Pelé. Fue una alegría, una fiesta eterna. Algo indescriptible.