El primer Scudetto del Nápoles y la confesión de Maradona en la víspera: "Quiero jugar en el Real Madrid"
El 10 de mayo de 1987, el club partenopeo ganó su primer título de Liga de la mano de un Diego campeón del mundo y de una ciudad enfervorizada con la ocasión

Existen situaciones y escenarios en cualquier carrera profesional que nunca se pueden olvidar por mucho que pasen los años. Ésta que van a leer ahora es una de esas historias. Ocurrió la tarde del 10 de mayo de 1987, por lo que han pasado casi 36 años, y el acontecimiento enloqueció a una ciudad y a una buena parte de un país llamado Italia. El Nápoles de Maradona, era de él más que de nadie, se proclamaba campeón del Scudetto por primera vez en sus 61 años de vida. Era mucho más que un título futbolístico. Era el triunfo del Sur sobre el Norte. De la pobreza sobre la riqueza. Era la victoria de un Santo, San Gennaro, el patrón de Nápoles y de un Rey, Diego Armando Maradona. Juntos los dos, con el Vesubio como testigo, elevaron a los cielos a un club que apenas tenía dos Copas de Italia (1962 y 1976) en sus destartaladas vitrinas.
Ahora que el Nápoles ha conquistado su tercer Scudetto, el segundo fue en 1990, y la ciudad vuelve a enloquecer aunque Maradona ahora solo sea el nombre de su estadio, el viejo San Paolo, no está de más convertir en prosa parte de los recuerdos vividos en directo en la víspera de aquel gran día y sus jornadas posteriores.
La vista desde el avión que aterrizaba en el aeropuerto Capodichino te ponía los 'pelos de Ríver', que diría el mismísimo Maradona. Desde el aire se veía una ciudad teñida de un azul que se confundía con el mar. Los edificios, sus terrazas, las calles... todo era azul. El taxista que nos conduce al hotel no tarda mucho en darse cuenta del motivo de nuestra visita.
Si el Nápoles ganaba a la Fiorentina se proclamaba campeón de la Serie A. Tenía una segunda oportunidad, que el Inter, su rival directo por el título, no ganara en Bérgamo ante el Atalanta y además una última jornada, pero nadie dudaba en esas calles estrechas del barrio español, en ese eterno lungomare (paseo marítimo), ni en los alrededores del mágico Castel Nuovo de que entre San Gennaro y Maradona lo iban a conseguir.
Ese sábado, Ottavio Bianchi, el entrenador predestinado a la gloria, decidió que el entrenamiento fuera en el estadio San Paolo, aunque normalmente el equipo lo hacía en el Centro Sportivo Paradiso, en Soccavo, y, después, allí se quedaba concentrado. Solo seis enviados especiales de la Prensa española, cuatro de Barcelona, este firmante y el fotógrafo, Enrique Serrano, de Madrid (Marca) viajaron para vivir el gran acontecimiento en directo. El objetivo de todos y cada uno de nosotros era hablar con Maradona. Sí o sí.

En el estadio era imposible. Así que todos juntos, como buenos amigos, nos fuimos a la Ciudad Deportiva a la espera de que el argentino y sus compañeros de fatigas se recluyeran en su viejo, pero viejo-viejo, santuario. Detallazo del Diego. Al vernos en la puerta, dio la orden de que nos dejaran pasar. Privilegio absoluto. "Vengan muchachos, vamos a hablar ahí...". Ese ahí, era el suelo. Nos daba igual que nos daba lo mismo. Estábamos hablando con Maradona el día antes de proclamarse campeón de la liga italiana. "Estoy tranquilo, pero también lo estaba el día antes de la final del Mundial y solo pude dormir cuatro horas esa noche. Me levanté antes que Valdano y mira que es difícil eso. A las siete menos veinte ya me estaba afeitando, puede que esta noche me pase lo mismo".
Diez argentinos y la cancion anti-Núñez
Desde fuera del recinto, en plena charla, se escuchan unos gritos. El cántico retumba y la letra se entiende perfectamente. Indudablemente el acento era argentino. "Napoli saldrá 'campión', Napoli saldrá 'campión'... se lo dedicamos a Núñez...". Diego se extraña y le pregunta al conserje qué ocurre. Eran diez seguidores argentinos de Barcelona que habían tenido cierta relación con 'el Diego', como ellos decían, en su estancia en la Ciudad Condal. Habían viajado en una furgoneta matrícula de Madrid para ver campeonar a Maradona. Y allí que también entraron ellos para hacerse unas fotos, desear suerte a su ídolo y volver a cantar la canción de marras con el acompañamiento del propio jugador, que no había olvidado ni perdonado que el todavía presidente azulgrana le hubiese invitado a salir del club con la coartada de la oferta napolitana.
"Sigo queriendo jugar algún día en el Real Madrid, nunca he vestido todo de blanco. En la vida hay 'chance' para todo"
Jugador del NápolesDiego Armando estaba dicharachero. "Ayer hablé con el García por la radio. Y el jueves me llamó Valdano. Sé que está mejor de su enfermedad (hepatitis)... Espérenme chicos, que me voy a comer y nos quedamos otro rato hablando". Y así fue. A los 20 minutos reapareció con una llave de un despacho donde nos recluimos las próximas dos horas. Se le notaba inquieto. Prefería estar con alguien que solo en su habitación. Se mostraba amable y cariñoso. Los compañeros de los medios de Barcelona le tiraron por su pasado azulgrana y Diego se explayó contra el presidente azulgrana. "Núñez tiene tanta plata por su trabajo, pero eso no quiere decir que le haga tanto mal al fútbol como le está haciendo, dejando fuera a Maradona primero y a Schuster después. Él es una cosita así (señala con sus dedos un tamaño mínimo) dentro del fútbol, si es que está dentro del fútbol, que a veces lo dudo. Por eso me da bronca que la gente le crea a él y no a mí. ¿Quién salió campión, los jugadores o el Núñez. Hombre por favor, por favor, si Núñez no se puede poner la camiseta ni en el living de su casa. Él no podría patear una pelota en su puñetera vida...".
Su deseo de jugar en el Real Madrid
Era evidente que Maradona no olvidaba su salida del Barça. Estaba caliente. No dejaba de añadir argumentos para explicar su estancia en el Camp Nou y, sobre todo, su marcha. Sus palabras eran interesantes, pero había que cambiar el foco. Con Maradona por medio, no se podía obviar al Real Madrid y la sorpresa fue mayúscula. "¿Sabe lo que le digo? Que sigo queriendo jugar algún día en el Real Madrid. Nunca vestí una camiseta blanca del todo, además, su presidente, Ramón Mendoza, me parece un tipo bárbaro... No es ninguna insinuación, aunque cada uno se lo puede tomar como quiera. Creo que en esta vida hay 'chance' para todo. El título que podemos ganar mañana es una cosa y el futuro es otra bien distinta. ¿Quién sabe? El fútbol da muchas vueltas. Ferlaino, el presidente, es un hombre de negocios y a lo mejor quiere asegurar el futuro del club con mi venta".
Tal cual. Por supuesto, el partido del día siguiente, tuvo su apartado en la charla. "Vamos a ser campeones. Tengo unas ganas locas de jugar este partido. Estoy bien, quizás no tan bien como en el Mundial hace unos meses. Llevo unas semanas medio lesionado, con una lesión muscular, y me tengo que infiltrar para jugar. Quiero marcar un gol. Cierro los ojos y me veo ganando el encuentro y el título. No les vamos a dejar pasar del centro del campo. Siempre lo más bello es lo que está por venir".
Y llegó. Vaya si llegó. No porque el Nápoles le ganara la Fiorentina, porque el partido acabó en empate (1-1), goles de Carnavale para los locales y Roberto Baggio para los visitantes. Sino porque el Inter perdió contra el Atalanta con un gol de Ferri en propia puerta. Un alirón en la distancia. Esa noche de vísperas, la ciudad no durmió. Fueron cientos los aficionados que se fueron a pasar la madrugada cerca del estadio. Sabían que los controles de seguridad del día siguiente no iban a permitir acercarse a 300 metros del escenario del partido a todos aquellos que no tuvieran 'billete'. Según los datos del club, tuvieron peticiones de entradas para llenar cinco 'San Paolos'.
Una ciudad enfervorizada y 80 heridos
El taxista que nos recogió en el hotel se entusiasmó cuando vio las cámaras de mi compañero. Se despidió de sus colegas de parada. "Son españoles, van al templo a ver al Rey Diego y a su Nápoles campeón". Quedaban seis horas para el comienzo del partido y la ciudad era un atasco en sí misma. Las figuras de San Gennaro y Maradona aparecían allá donde miráramos. Por todos los lados. En forma de poster, de bandera, de tortas, de pizzas... La gente los rezaba, los ponía flores en improvisados santuarios... A tres kilómetros del estadio tuvimos que continuar a pie. Imposible avanzar un metro. Por las calles se vendían entradas. ¿Falsas? ¿Verdaderas? El precio era el mismo, 50.000 pesetas al cambio de las liras de entonces, que en euros pasarían de los 300 euros.
"Maradona fichará por el Madrid cuando tenga 60 años, es más fácil que el Nápoles fiche a Butragueño"
Presidente del NápolesEl partido, ¿quién se acuerda del partido? No fue bueno. La historia solo recuerda que esa tarde del 10 de mayo de 1987 el Nápoles ganó el Scudetto. Inapelable. Líder desde la séptima jornada. Le sobró la última jornada. Sumó 42 puntos, tres más que la Juventus, cuatro más que el Inter y siete más que el Milán... sus grandes enemigos del norte. La celebración duró días y se saldó con 80 heridos, más de los deseados, y muchos graves por percances con los motorinos, cientos y cientos, que parecían salir del mar y reproducirse por esporas.
El lunes la provincia entera se lo tomó como festivo y en una de las celebraciones que se multiplicaban por los hoteles y restaurantes, tuvimos la suerte de encontrarnos con el presidente del club, Corrado Ferlaino. Pura fortuna. Después de las palabras de Maradona del sábado era obligado, no solo felicitarle por el título sino por esa la intención del argentino de jugar en el Real Madrid. Al mandamás napolitano no le gustó que le preguntara al respecto, pero la intervención de su señora, calmó sus ánimos. Sus palabras fueron rotundas.

"Maradona es del Nápoles hasta 1989. No he recibido ninguna oferta del Real Madrid. No conozco al señor Mendoza, pero claro que sé quién es. El Nápoles no vende, compra. No nos interesa escuchar nada sobre el tema. ¿Qué si Diego me ha dicho algo de su intención de ir al Madrid? Él y yo hablamos de otras cosas Yo no soy un comerciante aunque lo diga Maradona, soy el dueño del club y punto... Maradona irá al Real Madrid cuando tenga 60 años...". Nos añadió que tenía fichado al brasileño Careca para la temporada siguiente y en el momento de la despedida, brindando con champán con los cocineros y camareros del restaurante, me preguntó. "Signore, le quiero hacer una pregunta. ¿Quién es el mejor jugador del Real Madrid? ¿Butragueño? ¿Y quién es el mejor del Barcelona? ¿Lineker, Carrasco...? Es más fácil que nosotros fichemos a esos jugadores que ellos fichen a Maradona".
El entrenador del equipo campeón era uno de los clásicos del fútbol italianos, Ottavio Bianchi, el 'rompepiernas', según Maradona, por lo que les hacía trabajar en el aspecto físico. "No sabe sonreír, es como Lattek en el Barcelona". Solo utilizó 17 jugadores en toda la temporada. Era una plantilla sin estrellas, más allá de Diego... Garella, Bruscolotti, Ferrario, Renica, un imberbe Ferrarra, un veterano Bagni, Nando De Napoli, íntimo de Diego; Romano, Carnevale, Giordano... El Nápoles también conquistó la Copa de Italia, ganando los 13 partidos.
Por primera vez en su historia se le abrían al club partenopeo las puertas de la Copa de Europa... y el destino le regaló nada menos que el Real Madrid como primer rival. Se impusieron los blancos. Victoria en un Bernabéu vacío por estar clausurado tras el incidente en forma de pisotón de Juanito con Matthaus la temporada anterior, (2-0) y empate en San Paolo (1-1). La noche anterior la afición napolitana rodeó el hotel de la expedición blanca en las afueras de la ciudad y le dedicó una ruidosa cacerolada que despertó hasta al más dormilón de la plantilla. Era la última muesca de su primer Scudetto.