Sacchi: "Berlusconi no quería fichar a Ancelotti para el Milan"
Arrigo Sacchi y Ariedo Braida, desde Parma, charlan en exclusiva para Relevo sobre su experiencia con Carlo Ancelotti, tanto de jugador como de entrenador.

Hay un episodio que define al Doctor Carlo. En la ida de semis de Champions contra el Real Madrid (1989), el Milan empató a uno en el Santiago Bernabéu. Anotaron Hugo Sánchez y Van Basten. En ese choque se lesionó Evani, clave para Sacchi pues cubría perfectamente -por delante de Maldini- toda la banda izquierda, donde percutía un tal Míchel. Para la vuelta, contra el parecer de propios y extraños, el técnico colocó ahí a Ancelotti, con el número once a la espalda para disuadir.
Le aconsejó no moverse demasiado ni cabalgar la línea de cal, sino ubicarse en el espacio eligiendo el instante correcto para correr. El Milan se impuso por 5-0, y el velocista ficticio inauguró el marcador. Esta anécdota la contó el periodista Luigi Garlando (Gazzetta dello Sport) durante la gala que condecoró al reggiolese con una laurea universitaria. Ese era Ancelotti, pragmatismo, ductilidad, versatilidad y sapiencia.
"A nivel humano, hablamos de una persona extraordinaria. Como entrenador, es único: posee equilibrio, conoce el fútbol, tiene experiencia. Es un sabio, como pocos. Cuando quise ficharle para el Milan en el 87, recuerdo que Berlusconi no quería. Era reacio porque había tenido dos lesiones de rodilla (1981 y 83, entonces en la Roma). Le respondí al presidente que lo importante era que tenía la cabeza perfectamente bien. Es inteligente, generoso y paciente", expone Arrigo Sacchi, quien le tuvo como segundo entrenador durante el Mundial de 1994, donde Italia salió subcampeona.

Uno que trabajó -como director deportivo- con Sacchi, con Capello e incluso al lado de Ancelotti, fue Ariedo Braida, actualmente mánager de la Cremonese. "Es sabiduría y honestidad, Ancelotti. Jugamos juntos en el Parma, de eso nadie se acuerda. No sé si irá o no a Brasil, lo único cierto es que es joven aún y tiene una larga carrera", advierte a Relevo.
En sus 27 años con el club rossonero, Braida siempre se caracterizó por su estilo proficuo a la hora de hacer fichajes. Y es que los Van Basten, Gullit, Boban, Rijkaard, Savicevic, Kaká, Weah, Nesta, Inzaghi o Sheva fueron algunas de sus obras maestras, contratados para hacer perpetua la dictadura hegemónica, la epifanía del Milan berlusconiano.
No pudo liberar, sin embargo, esa argucia cuando colaboró con el Barça del 2015 al 2019, ejerciendo de ojeador y consultor con Bartomeu en la presidencia. Le tocó la difícil papeleta de suplir a Neymar. "Tuvimos incomprensiones durante todo ese tiempo. Sí es verdad que tenía jugadores atados (se habló de Verratti o Dybala; incluso Allegri como sustituto de Luis Enrique), y quienes trabajaron conmigo lo saben. No se pudo llevar a cabo, aunque es inútil hablar de eso hoy, porque hoy toca honrar como se merece al gran Carletto".