Rodrygo silencia la alegría del Sevilla

Los últimos días en la oficina antes de las vacaciones son los peores. Ni estás aún tomando el sol, ni estás rindiendo al 100% en tu jornada laboral. Eso fue lo que les pasó a los jugadores del Real Madrid hasta que apareció el empleado del mes, Rodrygo Goes, que se empeñó en mantener la honra del equipo blanco en Sevilla, con un doblete fantástico por el continente (19 tantos este curso) y por el contenido (oro en todo lo que hace, ya sea de falta o de jugada). Además, el brasileño silenció la alegría en el Sánchez Pizjuán, algo que parecía imposible bajo el estado de felicidad que ha impregnado Mendilibar desde su llegada (segunda derrota en 15 partidos).

Y al Sevilla le pasó justo lo contrario, con la mente en un proyecto aún por culminar (su séptima Europa League) después de superar los objetivos en LaLiga. Los hispalenses también tenían la cabeza en otra parte, por motivos muy diferentes. Pero por momentos hicieron temblar el final de temporada del Real Madrid con ese temprano gol de Rafa Mir, que de no haber remontado iban a llevarse una buena cornada de sus jefes aunque, a priori, no hubiera 'nada' en juego. El Sevilla dice adiós, prácticamente, a sus opciones de clasificarse para la Conference (mañana puede producirse de manera matemática).

Pero la sensación de que este partido sobraba a todos fueron los diez minutos finales, donde al colegiado del partido, Soto Grado, se le escapó el control del partido por completo. Con una entrada fea y durísima de Acuña a Ceballos, que provocó una calentón en cadena del exbético en esos minutos finales y varios piques entre los jugadores de ambos equipos.

Pagar 45 millones de euros por un chaval de 17 años para que rompa el cascarón en su cuarta temporada es una inversión que firmaríamos todos. Es el caso de Rodrygo, que hizo una burrada (en el buen sentido de la expresión) en el segundo tanto del Madrid en Sevilla, tal y como tuiteó nuestro compañero Jorge Castro Picón. Miró a Montiel en carrera con el balón en los pies, como diciendo "se mira pero no se toca"; hizo fácil lo que es difícil, es decir, pensar, driblar y ejecutar una acción como si estuviera jugando al FIFA en la Play: y definió con la serenidad y clase de un tío de 30 años, aun teniendo cara de niño. Ocupó el vacío del Madrid sin Benzema. Palabras mayores. Por algo pagaron más por él que por el francés (36 millones). El tiempo pone a cada uno en su sitio. Al propio Benzema, del que muchos renegaban; a Rodrygo, que sigue en evolución como Vinicius...

Tchouaméni y Valverde han sufrido un bajón tras el Mundial. El Madrid se jugaba en el Sánchez-Pizjuán poco más que un subcampeonato, una cuestión menor para el Real Madrid en comparación del Atlético de Madrid, toda vez que acabará la temporada con tres títulos (Copa, Mundialito y Supercopa de Europa) con la sensación de que no es suficiente. El uruguayo y el francés contaban con la oportunidad de algo más importante que la honra: tapar bocas a plumillas que llevan semanas relatando lo que es una realidad. Al final, en este Madrid tiraron del carro los de siempre, Kroos y Modric, junto a un inspiradísimo Rodrygo. Al final, no todas las inversiones le pueden salir bien al Real Madrid: Tchouaméni costó 80 millones más 20 en variables...

Cuando la cabeza está en otra parte (Budapest para los sevillistas, Ibiza o las Seychelles para los madridistas), meter niños en la alineación es un dulce que no amarga a nadie. Eso pensó Mendilibar al meter a Manu Bueno, centrocampista de 18 años que entró en el once titular ante la ausencia de Fernando; el de Zaldibar no tenía mucho dónde elegir, más si cabe con la final de la Europa League a diez días. Bono, Gudelj, Rakitic, Lamela o Bryan fueron los únicos previsibles para la gran final. Ancelotti, en cambio, decidió no apostar por su 'otro' niño, Álvaro Rodríguez (también de 18 años), pese a que recetó por enésima vez jarabe de banquillo para Hazard. No le habría venido mal una referencia en ataque al equipo violeta, más allá de que Rodrygo, le pongas donde le pongas, juega siempre extraordinariamente. Pero, claro, para Ancelotti poner a Álvaro Rodríguez acabaría convirtiéndose en un dulce 'envenenado'. Si al niño le hubiese dado por marcar, Carletto tendría menos fuerza para pedir un nueve para la 2023-24. Al final, no ayudó al Castilla (que estaba jugando al mismo tiempo en Algeciras), salió en el 65' y marró en el 72' una ocasión que habría puesto en aprietos a Ancelotti...

Bono se enfrentó al pánico del bufet libre en el minuto 28. Cojas lo que cojas, vas a engordar. Ahí estaban Rodrygo, Alaba, Kroos y Valverde amenazando la 'línea' del guardameta marroquí. Tirara quien tirara, existía peligro de engordar la cuenta goleadora del Real Madrid. Tal vez por esa amenaza que rondaba por la cabeza de Bono, jugó a adelantarse al disparo del lanzador para evitar lo que al final resultó inevitable. Su elección fue demasiado arriesgada y acabó mal. Fue como pedir un refresco light, pero comer con coca-cola y helado de postre: iba a coger peso seguro. Luego quiso echar la culpa a Acuña y algún otro miembro de la barrera. ¿Cómo engordo si tomo refresco light? Rodrygo, como si fuera consciente del tremendo menú con el que contaba el Real Madrid para ejecutar esa falta (de los 13 goles de falta que se han marcado en LaLiga, tres han sido del equipo blanco), eligió el menú clásico, en lugar de cocina gourmet para sumar su 18º gol esta temporada (8 en LaLiga, cinco en Champions, cuatro en Copa y uno en el Mundial de Clubes). Tiró al palo del portero y Bono, nunca mejor dicho, se la comió con patatas…

Dicen que la lluvia en Sevilla es una maravilla. Como el pelo y el oportunismo de Rafa Mir a los dos minutos de partido. Da igual que cayeran chuzos de punta minutos antes de que se celebrase este Sevilla-Real Madrid. Los futbolistas son hombres de supersticiones, usos y costumbres. La de Rafa Mir es la de salir guapo en la foto porque en todo momento puede marcar un gol. Ese peinado inmaculado del cartagenero, pese a la cantidad de agua que cayó, resultó tan estético como el zurdazo que cazó en una segunda jugada que provocó Bryan Gil, con melena desaliñada al aire. El '12' sevillista anotó su octavo gol de la temporada.