A Silvia Intxaurrondo le ha tocado por familia sufrir lo peor del fútbol: "En un campo he escuchado insultos de todo tipo"
La periodista visita Relevo y se abre en una entrevista en la que habla de su primera novela ('Solas en el silencio'), descubre su afición al waterpolo y se emociona con su Athletic: "Menos mal que los padres de Iñaki y Nico Williams vinieron a Bilbao".

Cuando Silvia Intxaurrondo (Barakaldo, 45 años) sale del ascensor y camina hacia la redacción de Relevo, lo hace con decisión. El paso es firme, como quien no duda dónde está lo que hay que hacer, y su mirada, panorámica. Lo suyo es ver, separar lo importante de lo accesorio y extraer conclusiones. Son ojos de periodista, pero en ellos confluyen los de muchas mujeres de la mar, con las manos frías y duras de coser redes; también los de su abuela; los de su madre. Ellas engrasaron el engranaje de una tierra, la de Santurce, y forjaron el carácter de esta profesional de la información que cumple un sueño con la publicación de su primera novela, 'Solas en el silencio'. Porque ella quiso explorar mundo para escribir, pero la vida le llevó de la mano a la Cadena SER, a Cuatro, a CNN+, a ETB, a Telemadrid y a Televisión Española, donde dirige y presenta La hora de La 1.
En esta primera parte de la entrevista retrocede al origen de la chispa que lo encendió todo. Y en el trayecto hasta el presente descubre su respeto por el periodismo deportivo; su pasión sanguínea por el Athletic de Bilbao, donde su hermano jugó en las categorías inferiores; y su afición por el waterpolo, un deporte que practican sus dos hijos. "La diferencia que he vivido entre una grada de fútbol y una de waterpolo es abismal. Tengo la sensación de que había gente que iba a un campo a ver jugar a sus hijos... aparentemente. Porque a lo que iba era a desfogarse", reconoce. Habla con suavidad granítica, sin titubeos. Esto es La hora de Silvia Intxaurrondo.
¿Qué te dio el valor para dejar el confort de un mundo conocido como el de la televisión o la radio para escribir tu primera novela, 'Solas en el Silencio'?
¿Sabes lo que pasa? Que me he embarcado en el sueño que he tenido toda mi vida. Porque yo venía a escribir. No venía ni a hacer radio ni tele. Eso lo aprendí después. Yo estudié periodismo para escribir. Salí de la carrera y sólo me dieron unas prácticas de radio. Digo 'sólo' porque me tocaron la Cadena SER en Madrid, con Iñaki Gabilondo. Y entonces fue un lujo. Lo aprendí en el momento en el que él me saludó, que me dijo 'Bienvenida, Silvia, esta es tu casa'. Dije 'yo creo que he sido afortunada'. Y de hecho, si no hubiese pasado por radio y por televisión, probablemente tendría una forma de narrar la novela muy distinta de la que tengo ahora.
¿Por qué?
Porque la radio y la televisión me han enseñado a dar plasticidad, a crear imágenes muy potentes, a tirar de sonidos supersugerentes. Toda esa plasticidad que está en Solas en el silencio, que me ayuda a recrear escenas, a recrear paisajes y a hacer que los lectores os metáis de cabeza en la novela, la he sacado de la radio y de la televisión.
Es una novela dura, directa, que aborda la violencia que sufren las mujeres, en silencio. Quien escribe bebe en muchas ocasiones de la infancia. ¿Cómo fue la tuya?
En Solas en el silencio, por un lado, recreo un paisaje que me resulta muy familiar, porque Sopuerta, donde se desarrolla la novela, es el pueblo de mi padre, lo conozco bien, y además es un homenaje a mi tierra. Y por otro lado, las mujeres de la novela, y también los hombres, lo que pasa que los personajes son predominantemente femeninos, tienen muchas características de historias que me han contado o de mujeres que he conocido. Cada personaje no es una mujer que he conocido, pero sí encarna características de esas mujeres. Es cierto, al final se escribe mucho tirando de los recuerdos.
¿Quién construyó tu carácter?
Tuve la suerte de criarme con dos mujeres de bandera que me han enseñado todo lo que sé, que son mi madre y mi abuela materna. Echando la vista atrás me parecen mujeres revolucionarias. Siempre tuvieron muy claro qué era lo correcto y qué no era lo correcto. Creo que ellas han construido mi carácter. Ellas y mi padre, porque los hombres tienen un papel fundamental. Mi padre siempre fue uno de los más feministas de la familia. Yo soy la hija mayor, soy la primera mujer de la familia que llega a la universidad y mi padre me crio con la libertad, la entereza y la intención de que yo fuese siempre independiente y libre. No me trató distinto por ser una chica, todo lo contrario, me dio muchas más alas para que supiera desde el primer momento que era igual que cualquier hombre.
¿Has tenido que apretar mucho la mandíbula en el periodismo?
A veces sí, a veces sí. Pero vengo de una tierra en la que la gente aprieta la mandíbula y aprieta los dientes y tira para adelante trabajando mucho. He tenido ejemplos muy buenos en mi entorno, empezando por mi propia familia. El trabajo duro, pero siempre con humor.
Me resultó curioso cómo te convertiste en lo que hoy se denomina viral por aquel «no es correcto» a Alberto Núñez Feijóo durante la campaña de las elecciones generales. Fuiste noticia por desempeñar correctamente tu trabajo, rebatiendo con documentación y datos. ¿Por qué sorprendió tanto?
A muchos les sorprende, yo lo viví con muchísima normalidad. Es decir, es que como efectivamente sólo estaba haciendo mi trabajo y tenía delante a una persona que no es que no terminase de contestar, es que a veces no contestaba e intentaba colar una mentira... La entrevista a Feijóo se realizó como en una parte dentro del plató. Luego, al volver a la mesa sí es verdad que tuve la sensación de que la tertulia fluía de una forma distinta, como que le costaba arrancar. Y me parece también sorprendente porque la gente que me conoce ya sabe cómo entrevisto. Es decir, esta entrevista le sorprendió quizás por la expectación que había, porque es una entrevista que se hacía en periodo, digamos, electoral y las entrevistas electorales están un poquito más remarcadas precisamente por la época en la que se realizan. Pero vamos, yo llevo ya veintitantos años en el periodismo y mi línea siempre ha sido la misma.
¿Molestó que una mujer acorralara, de forma tan evidente y con argumentos, a un hombre?
Pues si hubo mucho ruido porque una mujer estaba poniendo en apuros a un hombre es para hacérselo mirar, la verdad. Es para hacérselo mirar. Yo no lo veo así. Yo soy periodista y si a alguien le molesta que haga mi trabajo por ser periodista o le molesta que una mujer ponga en apuros con sus preguntas a un hombre, quien tiene que hacérselo mirar es él o ella, pero yo no. Yo tengo claro quién soy.
¿Quién eres?
Pues una periodista que se levanta a las 3 de la madrugada, así que lo tengo claro, tengo claro lo que me gusta. A mí me apasiona mi trabajo y lo que piensen los demás de mí me importa relativamente. Me gustan mucho las críticas constructivas, me ayudan mucho a mejorar y además las incorporo cuanto antes porque creo que si se puede mejorar algo, incluso dentro de una misma con la forma de ejercer el periodismo, por supuesto que hay que mejorarlo. Pero luego son muy evidentes las críticas destructivas o los insultos en las redes sociales. Yo paso por ahí de vez en cuando, los miro y digo 'Vale, genial, estos no'.
"He recibido ataques, insultos y he recibido una oleada de cariño brutal. Esos insultos, que son de unos pocos, que hacen mucho ruido, logran ocultar la montaña de cariño que he recibido"
¿Recibes muchos insultos por las redes?
Sí, he recibido ataques, insultos y he recibido una oleada de cariño brutal. Siempre lo digo, a veces esos insultos, que son de unos pocos, que hacen mucho ruido, logran ocultar la montaña de cariño que he recibido a través de las redes sociales. Probablemente, porque tendemos a fijarnos en lo negativo. Pero yo prefiero quedarme con lo positivo.
¿Qué te enseñó Iñaki Gabilondo?
A mí Iñaki me ha enseñado mucho el oficio, los entresijos del oficio, esas herramientas que no te enseñan en la universidad porque quizás tienes en el aula una formación un poquito más teórica pero que cuando tienes que decidir sobre qué es noticia y cómo la cuentas son cuestiones fundamentales. Es decir, ante una noticia impactante, por ejemplo, que puedes estar recibiendo hay que pensar a veces solamente 30 segundos. De verdad, pensar 30 segundos y decir '¿Cómo la voy a contar? ¿A quién voy a llamar para confirmarla? ¿Cómo voy a intentar ser más rápido que el resto de los medios de comunicación? ¿Y cómo voy a contarla mejor?'. Sobre todo, porque nos tiene que interesar quién está detrás, el espectador, el oyente o el lector, y ser los mejores en contarles la noticia. Iñaki me enseñó que nunca hay que perder la perspectiva.
¿Qué es la perspectiva?
La perspectiva es la honestidad. Confían en nosotros para que les traslademos una información, tenemos que ser honestos y tenemos que ser los mejores a la hora de contárselo. Ese criterio de excelencia me quedó marcado desde entonces.
¿En tu casa erais más de prensa, radio o televisión?
De pequeña, yo siempre tenía la carrera muy enfocada hacia el periódico, hacia el papel. Pero descubrí mucho después que realmente con los medios con los que más contacto tenía eran la radio y la televisión. Me acuerdo que la prensa la comprábamos en casa los fines de semana. Cuando mis padres se relajaban, íbamos al kiosco. Y además yo tengo un recuerdo precioso, que es que cada sábado y cada domingo mi padre me llevaba al kiosco donde vendían la prensa y ese era el momento en el que yo le tiraba de la manga y le decía que quería una chuche. Entonces, siempre tengo un recuerdo muy dulce asociado con la prensa.
¿Se leía periódicos deportivos o en casa entraba más el sonido radiofónico de los goles?
Radio deportiva a tope. La radio deportiva me encanta, creo que los compañeros del deporte tenéis una forma de narrar muy sui generis, es superapasionada, supervibrante. Además, a mí, fíjate lo que me pasa. Cuando escucho un partido de fútbol me da la sensación de que el sonido de la radio es distinto, más clásico, no sale con la misma nitidez o con la misma pulcritud probablemente que el de los informativos. Hay algo que me devuelve a esa cocina de mi infancia donde estaba siempre encendida la radio, siempre, y donde los sábados y los domingos por la tarde es que era un festival de goles.
¡Gol en San Mamés!
En mi casa se escuchaba todo pero el Athletic lo he vivido siempre con una pasión muy especial. Yo he sido siempre del Athletic, he seguido sus partidos, mi hermano cuando era pequeño jugó en el Athletic y la verdad que es que el sentimiento que genera ese equipo es inmenso. Creo que del Athletic, naces. En mi tierra pasa mucho, uno ya nace y es del Athletic de Bilbao.
Y en Barakaldo, con el sello de Javier Clemente, no tenías muchas alternativas.
Fíjate lo que me pasa con Barakaldo. Todo el mundo me dice: 'Eres de Barakaldo'. Efectivamente, nací allí porque es el hospital de referencia, pero…
¿«El dato no es correcto»?
(Risas) Yo soy de Santurce, que es otra de las localidades del margen izquierdo de la Ría del Nervión. Pues allí naces y automáticamente eres del Athletic, no es que te hagan. Imagínate la emoción que sentí cuando sacamos la Gabarra, no me lo podía creer. Era como si toda la vida hubiese estado esperando ese momento porque también los del Athletic somos sufridores. Sabemos festejar porque hemos sabido sufrir mucho. Era superemocionante. Por casualidad ese día me tocó estar en Madrid y decía 'Si puedo me escapo a Bilbao', pero no pude. Lo estaba viendo en directo por la televisión y no me lo podía creer. Era una emoción que intentaba explicársela a mis hijos, que son los dos del Barça. Les decía '¡Estamos sacando la Gabarra!". Y me decían "Sí, sí, estáis sacando la Gabarra", tan normales… Cuando llegaron al Ayuntamiento, cuando les bailaron el Aurresku, cuando esa masa de gente gritaba bajo unos mismos colores… Me emocioné muchísimo. ¿Y sabes lo que más me gustó?
Cuéntame.
El ejemplo que dimos, el ejemplo de un sentimiento único que mueve a toda la sociedad y que hace que toda una sociedad festeje a la vez, que se emocione. Fue un día de verdad para no olvidar.
"El Athletic lo he vivido siempre con una pasión muy especial, mi hermano jugó en la cantera. Imagínate la emoción que sentí cuando sacamos la Gabarra, era como si toda la vida hubiese estado esperando ese momento"
Antes dijiste que le intentabas explicar a tus hijos qué es ser del Athletic. Es un club con muchas particularidades. Entre ellas, su filosofía, con todo lo que incluye dentro. ¿Cómo se transmite ese amor en las familias vascas? ¿Cómo se explica un sentimiento?
Es que es muy difícil, muy difícil. Cuando has estado escuchando el himno del Athletic desde pequeño, cuando sientes que sólo puedes pertenecer a esos colores, es un sentimiento muy bonito pero es muy difícil de explicar. Es un sentimiento asociado a la infancia, es un sentimiento asociado a la vida, a la familia, a los amigos, a los fines de semana, a todos los momentos clave que han marcado al aficionado del Athletic a lo largo de su vida. Por un partido, por una celebración, por una derrota, por una victoria…
¿En ese sentimiento de la infancia encuentras recuerdos en San Mamés, en algún viaje por carretera con la familia para ver algún partido?
No, no. Porque me marché de Santurce a estudiar fuera, a la Universidad de Navarra, con 17 años. Y luego de ahí, a Madrid. He tenido muy pocas oportunidades. He ido a San Mamés, pero no he visto al Athletic jugando en el campo. Eso no resta ni un ápice, pero así de pequeñito, de la afición que yo tengo. Iba a ir a un partido una semana antes de que se desatase la pandemia. Tengo como una espinita de ver un gran encuentro del Athletic de Bilbao en San Mamés, pero uno grande, uno de esos de solemnidad.
La filosofía del Athletic permite también hacer una fotografía de cómo es una sociedad. Hemos pasado de un equipo con apellidos vascos o de gente emigrada allí a un equipo con los Williams, Maroan Sannadi, Djaló, Adama Boiro...
Es que para jugar en el Athletic, aparte de ser buen jugador, claro, hace falta querer ser del Athletic. No hace falta más. ¿Qué otro criterio puede haber? Es como la sociedad. Estamos todos juntos, jugamos todos juntos, no tiene que haber ningún tipo de exclusión. Yo estoy muy orgullosa de que el Athletic tenga los jugadores que tiene, no solo por el ejemplo dentro del campo, sino por el ejemplo fuera. Y ese sentimiento lo compartimos muchos y nos llena de orgullo. Nos llena de orgullo porque es un equipo, es cierto, que lleva los valores del club pero tiene también esos valores, esa humanidad… Para mí, personalmente, es muy importante que esos valores salgan del campo y los jugadores los muestren y hagan gala de ellos.
¿Es un mensaje también social a aquella masa que ve a los inmigrantes como amenaza y no como fuente para aportar talento que haga crecer la economía, la cultura y lo que han venido a denominar la marca España?
Yo cuando veo a los hermanos Williams, por ejemplo, pienso: 'Menos mal que sus padres vinieron porque el Athletic de Bilbao sería absolutamente distinto sin ellos'. Yo creo que ese mensaje, el 'menos mal que vinieron', es como hay que enfocar este debate de los que ven la inmigración como amenaza, menos mal que vinieron. Ahora les miramos y les miramos con orgullo. Pues que no sean los únicos.
¿España es un país racista?
No, yo no lo creo. Hay algunos que quieren meter ruido, que probablemente sean racistas, y quieren meter el debate sobre el racismo. Pero este país no es racista, claro que no lo es, no lo es.
"Cuando veo a los Williams pienso: 'Menos mal que sus padres vinieron'. Ese mensaje, el 'menos mal que vinieron', es como hay que enfocar el debate ante los que ven la inmigración como amenaza"
Silvia Intxaurrondo es periodista, escritora y ¿deportista? He visto imágenes tuyas corriendo...
Mira, por la falta de tiempo y también con el paso de los años… Una ya con 45 no tiene la misma facilidad ni la misma agilidad para correr, no te digo el tiempo sólo, te digo que el cuerpo también cambia. Entonces, poquito a poco hay que ir adaptando el deporte que uno hace a la edad que tiene y a las cualidades físicas que tiene. Al final, el deporte es para que nos sintamos sanos, nos sintamos bien y nos divirtamos. Yo ahora, por ejemplo, hago lo que me permite la vida, que es bicicleta, me gusta mucho. Y ojo, cuidado, que soy buena en la bici. Y luego, cuando viene el buen tiempo, me encanta nadar, lo disfruto mucho.
¿Esa afición tuya fue la que empujó a tus hijos al agua?
Lo que hizo que mis hijos fuesen aficionados al waterpolo viene más por la necesidad de que tienen que aprender a nadar. Nosotros fuimos a la Concepción, que es un club del barrio de la Concepción. Les metimos en natación, pero dijimos 'si tocan una pelota en el agua será más divertido y se aficionarán'. Es impresionante cómo este club, La Concha, consigue un espíritu de equipo que hace que los chavales quieran jugar al waterpolo, quieran jugar en ese club. Y luego el sentimiento de las familias. Al final te conviertes en una única familia, hace que cuando vayamos a los partidos los vivamos con un sentimiento colectivo maravilloso.
¿Tus hijos te han hecho aficionada del waterpolo y experta ya de sus normas?
¡Yo sé eso de 'No, a menos de dos metros', sé eso de 'Sácate' antes de lanzar! Todavía, como cambian por categorías los tiempos y cuánto dura, a veces me giro y le digo a mi marido '¿este qué tiempo es?' (risas). Todavía me estoy adaptando. A medida que van creciendo te vas dando cuenta de que dominan el deporte y las jugadas son mucho más rápidas. Al final mis hijos han hecho que yo me aficione al waterpolo y ahora ya soy una seguidora total de la Selección, de la femenina y de la masculina.
Tú no has ido a San Mamés pero sí has estado en gradas viendo a tu hermano jugar con los alevines del Athletic. Ahora eres asidua en las gradas de partidos de waterpolo. ¿Hay diferencias?
Para mí la diferencia es abismal. No sé si es que ha cambiado, si ha pasado el tiempo y ha cambiado la época en la que estamos o si es el tipo de disciplina deportiva, pero es abismal. También creo que los padres, cuando nos sentamos en una grada, desde luego no voy a que mis hijos pisen al contrario. Y sobre todo los chavales son los primeros que lo tienen claro, van a jugar, van a divertirse y si ganan, estupendo, pero si no ganan y se han divertido, ha merecido la pena porque llevan entrenando toda la semana para esos partidos. Los chavales tienen mucho más claro que los padres qué es la competición. Y la competición para ellos es, en mi opinión, una forma de divertirse entre amigos y de conocer a gente. Y luego si cambian de equipo, pues pueden ser amigos de chavales que han sido rivales suyos antes. En ese aspecto los niños nos dan una lección a los mayores, deberíamos escucharles más.
Intuyo que no eres una madre que vocifera, pero que sí las hay y los hay.
No, no, yo no grito. Y además me molesta muchísimo. Hoy en día en las gradas, al menos en mi entorno, a esos padres que gritan se les mira un poco como 'deja a los chavales jugar, por favor'.
Dijiste antes que las diferencias entre una grada de waterpolo y de fútbol son abismales. ¿Qué escuchaste decirle a tu hermano?
En un campo de fútbol he escuchado insultos de todo tipo. Tengo la sensación de que había gente que iba a un campo de fútbol a ver jugar a sus hijos... aparentemente. Porque a lo que iba era a desfogarse, gritando al árbitro, llamándole la atención, llamando la atención a chavales del equipo de rival y del suyo propio, diciendo unas barbaridades, con un lenguaje… Yo creo que han cambiado mucho los tiempos, afortunadamente, y espero que no sólo sea cuestión de la disciplina deportiva y que esto pase en todas porque es que si no...
¿Cómo llevas la fe en el ser humano?
Yo soy una persona optimista por naturaleza.
¿Y en el periodismo?
También, en este país hay muy buenos periodistas. Yo creo que somos, de verdad, afortunados. Muchas veces nos fijamos en unos poquitos que hacen ruido e intentan reventar nuestra profesión, pero yo creo que la gente tiene que saber que este es un país de muy buenos periodistas, de periodistas muy trabajadores, de periodistas muy documentados y que tienen que tener la confianza en el periodismo que se hace en España.
¿Nunca te ha tirado el periodismo deportivo?
No es que nunca me haya tirado, es que le tengo absoluto respeto.
Pues somos bastante descerebrados.
Los compañeros que os dedicáis al periodismo deportivo tenéis un talento, una forma de narrar, únicos, que yo creo que es un estilo que, o se lleva incorporado o llevándolo incorporado se cincela. Sois periodistas muy especiales y nunca me he atrevido a meter tan siquiera un poquitito el pie ahí. Yo he hablado de información política con compañeros de deportes y me han creado unas metáforas que les he dicho, tienes que dedicarte a cubrir información política. Y me han dicho 'no, no, ni loco me metería ahí'. Un periodista deportivo, además, puede narrar con mucho talento lo que está pasando en otros ámbitos de la vida, puede ser la política, la economía, por supuesto.
¿Se infravalora al periodismo deportivo desde el periodismo más generalista?
Yo nunca me atrevería. ¿Cómo puede hacer vibrar a un oyente un narrador de un partido de fútbol, por ejemplo? Es que eso no tiene comparación.
El periodismo deportivo juega con las pasiones. Supongo que en la política o la economía esto es más rígido.
Esa pasión del periodismo deportivo existe y es la misma pasión que en cualquier otro ámbito del periodismo. Lo que sucede es que, a la hora de comunicarla, los periodistas deportivos tienen la suerte de tener la licencia de mostrarla más. Esa licencia que tiene el periodismo deportivo, muchas veces, a mí, personalmente, me da cierta envidia.
¿Crees que en el ejercicio de esa pasión, el periodista deportivo puede incurrir en el error de utilizar un lenguaje inadecuado con la excusa de acercarse al oyente o espectador?
Eso de que rebajando el lenguaje se llega más a la gente, fíjate, salpica a todos los ámbitos del periodismo. Es una tendencia que salpica a todos. Pero yo sí creo que los periodistas deportivos tenéis una licencia para comunicar de otra manera. Y es una licencia que personalmente la miro con cierta envidia.
¿Las tertulias políticas se han futbolizado?
Un poquito sí.
¿Habláis de deporte cuando se apaga el piloto rojo?
Te voy a decir una cosa. Cuando yo, por ejemplo, antes de empezar la tertulia pongo un partido de fútbol y pido opinión, no solo se cambia la cara de los compañeros de tertulia en ese momento, sino que se les pone en otro tempo para abordar el siguiente tema. Sí, el deporte es una pasión para nosotros.
"Yo no trabajo con egos. Sale distinto el periodismo. Y lo que a mí me ha pasado: los periodistas de más trayectoria con los que he trabajado son los que menos ego han demostrado a la hora de remangarse, como Iñaki Gabilondo"
En Relevo hemos entrevistado a varios periodistas de TVE y da la sensación de que el ambiente es complicado.
¿Complicado por qué?
Por la competencia y, además, se junta el ego que provoca la televisión.
Yo creo que mucho tiene que ver también con la actitud. Es decir, yo cuando me enfrento al trabajo sé que hay que mover muchas cuestiones a la vez. Y que a veces igual el arrancar puede ser farragoso. A la hora de mover un gran ente, como es en el que trabajo, puede ser a veces farragoso. Pero si lo mueves, es muy satisfactorio, consigues cosas. A mí no me cuesta especialmente trabajar en Televisión Española, todo lo contrario. Creo que a la hora de imponer dinámicas... No sé cómo decirte esto. Yo no sé por qué les parece complicado trabajar en Televisión Española, probablemente tengan una experiencia distinta. Es cierto que es un ente muy grande y que uno puede tener la tentación de pensar que cuesta muchísimo moverlo. Pero yo creo que cuando uno se implica, cuando toca los puntos adecuados, creo que es posible moverlo con cierto dinamismo.
¿No hay egos, entonces?
Yo no me he encontrado, yo no trabajo con egos. Sale distinto el periodismo cuando trabajas con egos y sin egos. Cuando uno trabaja sin ego está trabajando con información y ya está. Pero cuando uno tiene que trabajar con un ego, tiene que ser distinto, tiene que ser complicadísimo trabajar con un ego grande. Y fíjate lo que a mí me ha pasado. Probablemente, los periodistas de más trayectoria y más recorrido con los que he trabajado yo, son los que menos ego han demostrado a la hora de remangarse y trabajar.
¿Por ejemplo?
Iñaki (Gabilondo). A la hora de trabajar, trabaja como uno más. Y yo, a la hora de trabajar, trabajo como una periodista más.