FÚTBOL FEMENINO

La Supercopa femenina en Arabia Saudí es como esa oscura tentación del 'Juego del Calamar'

La competición es deficitaria y aborda un debate con muchas aristas.

Una aficionada en las gradas antes del partido de la final de la Supercopa de España de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, este domingo en Yeda, Arabia Saudí. /EFE
Una aficionada en las gradas antes del partido de la final de la Supercopa de España de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, este domingo en Yeda, Arabia Saudí. EFE
Mayca Jiménez

Mayca Jiménez

"¿Por qué no una Supercopa de España femenina en Arabia Saudí?". Rafael Louzán, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), acababa de prender la mecha en el descanso del Clásico disputado en Yeda y las reacciones en las redes sociales empezaron a subir como la espuma.

Tras la pantalla, aficionados y periodistas que siguen habitualmente el fútbol femenino alzaban la voz contra esta idea. Porque en ese barco aparece esa sensación que recuerda a la popular serie 'El Juego del Calamar', de Netflix, con un problema (el de la igualdad en Arabia Saudí o el del fútbol femenino español) que no se afronta en su raíz y en el que el dinero aparece, como ese poderoso caballero, como la solución a todos los males. A pesar de las consecuencias.

"Pues porque no se respetan los derechos de las mujeres, por ejemplo. Ni ninguno. Esto es una ABSOLUTA VERGÜENZA", le respondía Paula Lerín, periodista de Agencia EFE especializada en esta categoría, en X (antes Twitter). La opinión de la valenciana fue generalizada en el entorno del fútbol femenino, con un rechazo masivo.

Aunque, por el momento, no hubo reacción oficial de instituciones, clubes y jugadoras, entre los que el debate se llevó de manera interna y presenta un rechazo mayoritario. "Es un paso hacia atrás", señalan a Relevo desde una categoría que no ha dudado en luchar contra las injusticias sociales y contra el machismo, con batallas que sí que derribaron fronteras como el 'Se Acabó'.

El plan de Rubiales y la cuestionada gestión de la Supercopa femenina

Según ha podido saber Relevo, el tema también pilló por 'sorpresa' a las principales entidades y actores del fútbol femenino español. Si bien es cierto que la idea de llevar la Supercopa a Arabia sobrevuela desde tiempos del Rubialismo.

"La Supercopa femenina queremos hacerlo primero en España y luego se ha hablado de llevarlo allí, está sobre la mesa. En Arabia Saudí no tenían ningún problema de que se jugara allí junto a la masculina. Es algo que nos plantearemos de cara al futuro. Estoy convencido de que cualquier mujer que desee la equiparación de las mujeres de allí a la de los hombres, estará satisfecha de las cosas que estamos consiguiendo", proponía en 2019 y en declaraciones a COPE el expresidente Rubiales, investigado -lo que antes se conocía como imputado- por un presunto delito de abuso sexual y otro de coacciones y quien llegó a acuñar el término de la "Supercopa de la igualdad" para hablar del tema.

La historia fue como se planeó. La nueva Supercopa femenina -el torneo se disputó, con otro formato, entre el 1997 y el 2001- nació en 2020, con su primera edición disputada en Salamanca. Ganó el Barça, como en cuatro de los títulos 'supercoperos' que han estado en juego desde entonces. El de 2021 fue para el Atlético y se jugó en Almería. El resto cayeron en Mérida, Las Rozas y Leganés. Esta última ciudad repite este año, con el estadio de Butarque como sede, y la sensación de que hay mucho que mejorar en la gestión de este torneo.

Un asunto que reparte culpas y que evidencia un problema que va más allá del verde. Desde una cultura que, a pesar del cambio y crecimiento estos años, necesita tiempo y sigue mirando al fútbol femenino con 'peros', hasta la RFEF, que ha tropezado una y otra vez en la misma piedra: sedes anunciadas con poco margen y falta de propuestas en firme, una planificación y promoción a contrarreloj...

A todo esto se suma que los premios -el año pasado fueron entre 10.000 y 25.000 euros- no dan para cubrir los gastos de los equipos de fuera de Madrid, por ejemplo, con gastos que rondan un mínimo de 70.000 euros, aproximadamente. Y que la venta de entradas, un año más, no apunta a romper récords, con la única esperanza de que un Clásico en la final, si Barça y Real Madrid superan a Atlético y Real Sociedad en las semifinales, pueda mejorar la previsión de asistencia.

El dinero es tentador pero... ¿soluciona el problema?

Es por ello que la competición empieza a ser más un marrón que una oportunidad, con el Barça como todopoderoso rival al que nadie puede y el esfuerzo económico de quienes tienen que 'hipotecarse' para disputarla. "Económicamente es un desastre", apunta a Relevo una de las personas presentes en la coordinación del torneo con los clubes.

Así, el dinero aparece como solución inmediata -que no quiere decir que sea la mejor o peor-. La RFEF mira a Arabia como esa 'calle del medio' que paliaría los efectos económicos para los clubes y que, de paso, mejoraría su acuerdo con la federación saudita. Un negocio 'redondo' que tiene peros y que, a corto plazo, se olvida del problema en su raíz: el fútbol femenino español necesita soluciones a todos los niveles para que el crecimiento continúe de manera sana. En otras palabras, que sea autosuficiente, profesional y atractivo para el público y las marcas.

Aunque en esto de que Arabia Saudí sea una solución económica, la RFEF no está sola. Hay algunas voces en el fútbol femenino que ven como una doble oportunidad llevar la Supercopa femenina a dicho país: ayudar al cambio de las mujeres a través del fútbol femenino y una fuente de ingresos. "Si te dan 5 o 6 millones, quién hace el favor a quién", comentan.

En el otro bando, mayoritario, del debate se pone en entredicho este objetivo de mejorar la situación de las mujeres en un país que ha sido condenado por organizaciones como Amnistia Internacional por vulnerar los derechos sociales y, entre otras acusaciones, haber ejecutado a 198 personas el año pasado.

Con este contexto social de fondo, el deporte aparece como vía de blanqueamiento en lo conocido como sportswashing. Como en todo, el problema va más arriba y, por mucho que se vea en los campos, la realidad en la calle dista de ser la ideal. Lo que hace difícil prever que una Supercopa femenina en Arabia tendría un efecto positivo en la evolución de su sociedad hacia la igualdad. Porque el dinero no lo es todo y la casa no puede empezar a construirse por el tejado.