El rey Gavi se corona con una exhibición
El centrocampista levantó su primer título como azulgrana en un encuentro donde fue nombrado el MVP.

No tiene que demostrar nada a nadie. Y eso que tan solo tiene 18 años. Gavi ya hace tiempo que se ha ganado la etiqueta que lleva colgada en el pecho: estrella. Un jugador extraordinario que va a marcar una época. De otro nivel. De los que pocas veces aparecen. Prueba de ello fue el partido que realizó en su primera final como azulgrana. Un gol, dos asistencias, título y MVP. Ante el Real Madrid. El póker perfecto.
Muchas ganas tenía el centrocampista de vivir una noche como la que disfrutó en Arabia. Tantas veces lo había imaginado. Desde su llegada a la Masia en edad alevín. Soñaba con levantar un título con la camiseta del primer equipo del Barcelona. Y ya lo ha logrado. Cierto es que es la Supercopa de España, pero para muchos era un título muy necesario para seguir cimentando un nuevo modelo que le tiene a él como uno de los estandartes.
Partido de diez el que cuajó. Más allá del gol y de las asistencias, que ya es decir. Gavi dio una exhibición de jugar bien al fútbol. Y lo hizo delante de Kroos y Modric, dos de los centrocampistas que han reinado en el fútbol mundial durante los últimos años. Gavi los arrolló. Les pasó por encima. En todas las facetas. Demostrando que es mucho más presente que futuro.
MVP pic.twitter.com/hyB5QgybPj
— Albert Rogé (@albert_roge) January 15, 2023
En la mesa de los mayores
En los 88 minutos que disputó, Gavi tuvo 58 intervenciones, recibió cuatro faltas, salió ganador en 10 de los 12 duelos disputados y generó tres oportunidades de gol con sus pases. Unos números a la altura de muy pocos. Y en una final ante el Real Madrid, que venía con una gran racha de finales conquistadas.
A su corta edad, Gavi ya se ha erigido como uno de los referentes de la afición azulgrana. Le adoran. A todos les ha encandilado ese espíritu competitivo que muestra el andaluz en el terreno de juego, desviviéndose por cualquier balón. Todo importa. Su carácter impulsivo choca con su timidez fuera del terreno de juego. Él vive por y para el fútbol. Es feliz con el balón. Y lo más importante, con su juego hace feliz a su afición. Ha llegado para quedarse.