SUPERLIGA

La Superliga vista desde Italia: "Cuando lleguen los millones de Arabia todos querrán jugarla"

Las claves para comprender el feeling oculto entre Italia y la Superliga pasan por conocer la ambigüedad con la que se mueve el país.

Imagen del último Juventus-Inter de la Serie A, disputado en el mes de noviembre. /Reuters
Imagen del último Juventus-Inter de la Serie A, disputado en el mes de noviembre. Reuters
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Cuando a Giulio Andreotti (siete veces primer ministro) le preguntaban por Alemania antes de la caída del muro solía decir lo siguiente: "Me gusta tanto el país que prefiero sean dos". La frase, teniendo en cuenta que Italia era el caballo de Troya americano en el corazón de Europa, era sintomática y sonaba inapropiada. No menos que cuando se pavoneaba -cual macho alfa- de una recalcitrante ambigüedad made in Italy: "EE.UU. es nuestra novia, pero Libia es la amante", y como se encontraba muy bien con las dos concedía sus cielos para que aviones de Gadafi y jets USA ajustaran sus cuentas. Hay algo de toda esa salsa en el embrionario proyecto de la Superliga, que pide la vez para que su nacimiento no vuelva a ser póstumo.

"La Corte Europea ya emitió un veredicto en 2003 donde hablaba de monopolio UEFA y FIFA en el calcio. Ahora la noticia es que este abuso no es justificable. Todos los clubes que ahora la rechazan (Roma, Inter, Fiorentina, Atalanta…) quizás querrán jugarla cuando lleguen cincuenta mil millones de Bin Salman", explica Marcel Vulpis, director de Sporteconomy además de experto en la relación economía, política y deporte. "Los que han dicho no es de cara a la galería, sin más. Saben todos que los campeonatos italianos (especialmente Serie B y C) ya no sirven. Pocas entidades tienes estadios propios, y casi nadie supo invertir para mejorar el producto… Es la venganza de Andrea Agnelli", exclama haciendo referencia al comentario que soltó en redes sociales el ex mandatario juventino valiéndose de un célebre tema de U2: 'Where the streets have no name'. Un alegato a la libertad.

"Agnelli es mi amigo. Es su victoria final. ¿Sabes? He hablado con Florentino Pérez…", adelanta Luciano Moggi a Relevo desde un céntrico restaurante romano. "Está feliz, pero hay que ver cómo evoluciona todo. Es un amigo, y lógicamente había que romper el excesivo poder FIFA-UEFA". Al habla uno que movió los hilos del Calcio durante lustros con prácticas fraudulentas. "Lo de ahora no funciona, porque incluso los grandes clubes (la Premier va por su lado) tienen déficit. Florentino para comprar a Zidane tuvo que vender al Ayuntamiento de Madrid la Ciudad deportiva", recuerda.

Lo cierto es que, a sus casi noventa años, no olvida esa escandalosa recalificación que sirvió de paradigma para que los magnates entraran en el fútbol convirtiéndolo en lo que ahora es: un negocio desorbitado que acaba de estallar. "No es verdad que esta Superliga sea elitista y sólo para ricos. Ya no habrá cesiones de jugadores, sino compras… Y eso creará más movimiento de dinero entre los grandes y escuadras menores. Además, ¿no te das cuenta que el fútbol ya no cautiva ni es atractivo?" La pregunta, lógicamente, es retórica y se basa en una realidad: desde hace algunos años varias plataformas-sociedades se juntan (en Italia son Amazon Prime, Sky y DAZN) para adquirir derechos Serie A o Champions. Luego se los reparten a su antojo ahorrando dinero, haciendo que el cliente gaste más, pero sobre todo devaluando el producto, cada vez más lejos de la exclusividad.

La geopolítica del balón

Italia es una herida mal curada, y no quiere ser otra cosa. Escurridiza como nadie, siempre huye de la precisión y la claridad, porque se mueve bien en el equívoco, la indeterminación, la tergiversación y los asteriscos. Decía el escritor Leonardo Sciascia que era "un país sin verdad". Y no le faltaba razón, porque nadie como Italia huele la sangre para poder sacar tajada. Si en el pasado fue Andreotti, ahora es Matteo Renzi (ex Premier; actual senador de Italia Viva), quien -a cambio de ingentes sumas económicas- ejerce como consultor en Ryad de su amigo bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudí. Suelen hablar del Renacimiento, temática que controlan ambos: Matteo es florentino; Salman es el nuevo dueño del mundo. El programaReport (RAI TV) fue más allá: "Quería vender la Fiorentina a los árabes".

"Invertir en el fútbol está dentro de una ofensiva diplomática que está llevando a cabo bin Salman", argumenta Fabrizio Maronta, uno de los mayores expertos de geopolítica del país. "Quiere aumentar la influencia en Occidente en general y en Europa en particular. El fútbol es clave para acreditarse como un actor principal, porque los Emiratos Árabes también miran a los Estados Unidos en clave alianza contra Irán. ¿El dinero? Del petróleo, aquí no hay sorpresas, pero esta novedad del fútbol es un capítulo más. Antes invirtieron en compañías aéreas…". Una ofensiva diplomática, en definitiva, que necesitaba a gente como Florentino, Laporta, De Laurentiis, el propio Agnelli-y muchos más en la sombra- para abrirles las puertas del Viejo Continente.

La tormenta se ha hecho notar, y las reacciones al respecto han azuzado un país ya de por sí invertebrado. El más vehemente ha sido el presidente de la Federación Italiana -Gabriele Gravina-, quién amenazó con expulsar a los hipotéticos partidarios de esta liga Deluxe. Le ha secundado -aunque de forma más flexible- Giovanni Malagó (presidente del Comité Olímpico Italiano). También han alzado la voz algunos tótems del antiguo régimen, que reclaman cierta cautela: "Sí, muy bien, pero despacio. Hay que ver qué sucederá con los campeonatos nacionales. Estoy de acuerdo, aunque hay que elaborarla con precaución porque las reglas las saben ellos. No hay que ofender al fútbol, desde la categoría más baja a la más alta: Serie A. No sé si hará bien que ahora estalle una nueva guerra. ¿Lo que dice Gravina? Hay que tener cautela, insisto", explica Dino Zoff en exclusiva.

Ni Santo ni demonio

Decía el cantautor italiano Lucio Dalla que "lo más difícil del mundo es ser normal". En Italia es arduo complicado porque cada individuo anida diversas personalidades que se retroalimentan entre sí. Es una tierra donde los mafiosos van a misa y están enterrados en iglesias, donde la masonería abraza al Vaticano y hay obeliscos con la estampa DUX (Duce, en referente a Mussolini). Andreotti, acusado de todos los escándalos que sacudieron el país durante su mandato, lo definió mejor que nadie: "El problema no es que haya mucha gente, porque cuando los romanos eran dos uno mató al otro".

El abogado De Rensis, ex de la familia Pantani, resta importancia al asunto. "Ni hay que demonizar la Superliga ni tampoco santificarla. No es abominable, luego hay que comprenderla. La Corte Europea ha confirmado que se puede hacer no que se deba hacer. Las principales ligas, salvo la Premier, si quieren competir con los árabes tendrán que tutelarse. Las Federaciones deberán ser inteligentes para evitar una invasión de capital extranjero. Porque sí, lo de Arabia durará mucho; en nada se parece a lo de China. Es una economía mucho más potente. Un poder infinito, mundial", repara con observación.

De ese poder, salvando las distancias, ha gozado la Juve a nivel local estableciendo una dinastía oligárquica. Todos esos manchones bianconeri están recogidos en el libro 'Juventopoli', escrito por los periodistas Paolo Ziliani y Fabrizio Pistocchi. "Con Andrea se comenzó el procedimiento para la famosa Superliga, pero en teoría la Juventus después decidió salir para evitar más sanciones por el fenómeno plusvalías. Habrá que ver si está o no dentro de ella, y qué firmó con la UEFA", reconoce Pistocchi. "Hay algo claro: no se han distribuido bien los recursos económicos, y esto es una estructura piramidal con la cúspide en forma de Champions League. Nada que ver con deportes americanos: nacen en los Colleges, luego viene el profesionalismo… Hay mecenas. No, aquí las directivas pagan a sus jugadores, les compran, y quieren más autonomía. No estar sometidas a nadie", advierte.

Paradójicamente, no ha sucedido nada aún. Sin embargo, ha pasado de todo. Es probable que, más allá de sucintas polémicas navideñas, los cambios estructurales se produzcan en tres o cuatro años, según vaticinan los especialistas. "Habrá que ver", como dice uno de los autores del libro, "quiénes serán los árbitros, que hoy dependen de las Federaciones. También las fechas, los jueces federales, qué será de la ECA y sus quinientos clubes… Una cosa es importante: en 1988, Berlusconi lanzó un proyecto de un campeonato europeo para escuadras de clubes. La UEFA se negó, y en esa Copa de Europa recuerdo que los árbitros le robaron, aunque luego terminaron ganándola. Justo después nació la moderna Champions que conocemos hoy". Es, o fue, la fábula de la oruga y la crisálida, que hoy podría repetirse.

Nuevos escenarios

"La sentencia de la Corte de Justicia Europea ha sido clara: la UEFA no puede sancionar a los clubes que decidan jugar otra competición. Es ilegal. Sin embargo, en las veinticinco páginas precedentes, surgen cosas innovativas, casi revolucionarias… Por ejemplo: está permitida la existencia de un sistema de monopolio en la organización de la industria calcio. El tema es que esta industria opera en los mercados, y dentro de la Unión Europea están sujetos a reglas. Los clubes podrán participar en otros campeonatos, y si la UEFA quiere sancionarles tendrá que cambiar sus propias reglas ¿entiendes?". Habla alto Pierfilippo Capello, quien además de ser hijo del ex entrenador Fabio, es un abogado experto en derecho deportivo nacional e internacional. Como socio de Deloitte Legal, presenta varios escenarios posibles a esta madeja que está a punto de deshilvanarse. "Además del tribunal de Madrid, es posibles que cuestiones similares se sometan a otros tribunales, otras jurisdicciones, otros países, y esto podría traer diversos problemas a la hora de aplicar una serie de principios".

El futuro, según Capello, podría escribirse de tres maneras posibles: una guerra mundial de todos contra todos, un hipotético acuerdo UEFA-A22 o que la Unión Europea considere al fútbol como una industria estratégica, y por lo tanto haya que crear una reglamentación ad hoc. "La primera sería terrible, la segunda opción es improbable y esta última es factible. Quizás la menos dañina para las partes, aunque sería la primera vez en 120 años que las reglas del fútbol no las decidiera el propio fútbol sino un tercero, probablemente un ente político".

Se avecinan cambios importantes, y aunque si Italia siempre tuvo miedo al futuro lo curioso es que jamás rehuyó de él. Le costó arrancar, pero cuando emprendió marcha nadie nunca la detuvo. "En este país", decía Flaiano, "el camino más recto entre dos puntos es haciendo zigzag". En esos arabescos se mueve como nadie.