OPINIÓN

¿Cuánto vale un partido como este? Lo compro con Griezmann dentro, claro

Griezmann besa el escudo del Atlético tras marcarle al Sevilla. /AFP
Griezmann besa el escudo del Atlético tras marcarle al Sevilla. AFP

Solo él sabe, si es que lo tiene decidido, si cumplirá su contrato con el Atlético, que finaliza en 2026, o se marchará el 30 de junio de 2025 con el permiso y la aquiescencia del club como agradecimiento a los servicios prestados. Solo él, Antoine Griezmann, conoce dónde está su futuro, pero lo que ya nadie debería poner en duda es que mientras continúe vistiendo esa camiseta rojiblanca será imprescindible, por no decir insustituible. Este Atlético del cambio palpita en francés. No son solo sus goles. Es su visión de juego. Sus pases inverosímiles. Su capacidad para colocarse donde puede ser más decisivo. En definitiva, es Antoine Griezmann.

Salió bueno-bueno el Atlético-Sevilla. Para los que veníamos de la primera sesión, del Tottenham-Chelsea (3-4) de la Premier, nada que envidiar. Otros estilos. Otras maneras de entender el juego, pero igual de valiosas o más. Uno de esos partidos, el del Metropolitano, que abrillantan la Liga, sea cual sea su resultado final. El mejor escenario para medir, enjuiciar y contrastar dos estilos futbolísticos tan diferentes es el que se plantea cuando se miden ambos frente a frente. Este Atleti de Simeone, que crece y crece en cada cita, parece haber encontrado un método que le permite competir contra cualquier rival. Ahora sí se sabe a lo que juega. El Sevilla de García Pimienta, también en fase de desarrollo, tiene otro modelo bien distinto, pero ambos son dignísimos de ver. Un placer.

Puro fútbol. Trabajo de pizarra. Despliegue físico. Batalla táctica. Se trataba, desde que el balón comenzó a rodar, de encontrar al duelo la temperatura justa que mejor complaciera a cada equipo. Los rojiblancos querían un partido físico, de ida y vuelta, de duelos individuales, de contacto... En resumidas cuentas, una contienda caliente. Si quemaba, mejor. Los blancos, todo lo contrario. Querían vivir de la pausa que suele dar la tenencia del balón para después acelerar a través del pase las acciones de contraataque. Cuanto más frío estuviese, también mejor.

En ese intercambio de golpes colectivos brillaban las individualidades. De unos y de otros. Griezmann y Lukebakio; Julián Alvarez y Juanlu; De Paul y Sow... Durante muchos minutos, mientras caían los goles en una y otra portería, fueron el argentino y el suizo los cabecillas de las operaciones. Gran actuación de dos centrocampistas con condiciones futbolísticas muy distintas, pero capaces de imponer su estilo y que sus compañeros jugaran a lo que ellos proponían, que era en definitiva lo que pedían sus respectivos entrenadores.

La noche en la que el Atlético tenía que ratificar todo lo bueno mostrado en los últimos partidos para meterse de pleno en la lucha por el título, se encontró con un Sevilla notable y respondón, tanto ofensiva como defensivamente. Situación que engrandece aún más su victoria. Los de Simeone terminaron llevándose los tres puntos porque nunca dejaron de creer en la victoria. Ni con el 1-3. Andan ahora tan enchufados que comienzan a creer en sí mismos y en sus compañeros. Los titulares confían en los suplentes y los que salen más tarde en los que salen desde el principio. Sin ese convencimiento mutuo, De Paul no hubiera marcador el primer gol de la forma que lo hizo, ni Lino el tercero. Los de Griezmann son de otra cosecha, la suya propia.

Tratándose del Atlético, de su historia, de sus vicios adquiridos, es peligroso lanzarse al elogio absoluto, pero cuando un equipo es capaz de conectarse como lo está haciendo el de Simeone en los últimos partidos, y más ahora con la remontada ante el Sevilla, lo normal sería que esta Liga, en cuanto al título se refiere, fuera razón de tres. Al menos durante unas cuantas semanas más y que luego, como decía Luis Aragonés, en las diez últimas jornadas que el más fuerte imponga su ley. La rojiblanca ahora reúne un buen puñado de argumentos futbolísticos... además de una buena ración de autoestima.