Las dos veces que Gianluigi Buffon pudo fichar por el Barça. "Estábamos en Barcelona, pero nos llamó Moggi para decir qué narices hacíamos allí"
Relevo habla con Silvano Martina, el histórico representante del meta italiano. En una ocasión, ya tenían el ok de Joan Laporta, pero Gigi prefirió el Parma. Pese a tener más de 40 años, no quería ser suplente de Ter Stegen.
Una digresión: la portería del Barça siempre fue compleja de entender y descifrar. También hoy, donde Iñaki Peña y Szczęsny se disputan el puesto por la lesión del también complicado -por vanguardista y excesivamente sofisticado- Ter Stegen. En el pasado la situación no fue muy diferente, salvo los periodos tónicos de Zubizarreta o Víctor Valdés, que también estuvieron en entredicho, por otra parte.
Hubo un periodo -a principios de este siglo- en que sí, la meta del Barça literalmente quemaba. Era maldita, y asolaba un paisaje sombrío de tierra yerma. Era el Barça de Joan Gaspart, y en él durante los cursos 2001-2002 jugaron hasta cuatro porteros: Pepe Reina, Dutruel, Roberto Bonano y Arnau. Lógicamente, la crisis de títulos y resultados amplificaba el debate. También es cierto que se quiso poner remedio por la tangente. "El Barça llegó a un acuerdo con el Parma por 55 millones. Estábamos en Barcelona, y el compromiso estaba prácticamente cerrado. Gigi Buffon ganaría, aproximadamente, el valor que pueden tener hoy diez millones de euros netos. Yo estaba empezando en esto. Me acompañó Luisito Suárez. Hablamos con un tal Pereira, entonces creo que era director deportivo o mánager. Vimos un partido en el Camp Nou, y a los dos días, cuando la noticia había dado la vuelta al mundo, me llamó Luciano Moggi", constata Silvano Martina, ex representante del imperecedero Gigi Buffon, que finalmente se decantó por la Vecchia Signora, con la que ganó todo salvo la Champions. "Verás, hace 30 años la mentalidad de jugar en el extranjero era diferente a la de hoy. Buffon era muy joven (22 años), y esa Juve era el top tanto en Italia como en Europa. Por su parte, aquel Barça, recuerdo, era como el United de hoy. No es que lo rechazara, porque siempre ha reconocido estima por ese club… Pero es que Moggi nos convenció ofreciéndonos lo mismo".
No se lo pensaron. Además, la relación, la complicidad entre Martina y el entonces director deportivo del club bianconero ya venía de lejos. Concretamente cuando Silvano era el portero del Torino (1984-87), club donde también se encontraba haciendo de las suyas el máximo ideólogo de Calciopoli. "¿Qué cojones haces viajando por el mundo, Silvano? Gigi tiene que ser nuestro". Al vehicular esa frase, al teléfono, todo se fue al traste con los culés. El resto es leyenda: en poco tiempo Buffon se convertiría en el mejor portero del mundo. Con Italia ganó el Mundial, y en 2006 le disputó a Cannavaro el Balón de Oro. Sus imponentes guantes eran iconoclastas. No admitían maestros.
La segunda vez con Laporta
Tras una vida en Turín, Gigi probó suerte un año en París para después regresar a su casa en 2019. Un bienio en Los Alpes ya como suplente del propio Szczęsny. Cansado de la situación, se replanteó seriamente cambiar de aires. Ahí apareció nuevamente el conjunto azulgrana, con Laporta al mando de las operaciones. Al parecer, el presidente quería inaugurar su segundo mandato con un nombre importante, aunque más impactante que efectivo. "Cuando dejó la Juve, Gigi quería una experiencia nueva. El Barça le seducía mucho. También la idea de poder jugar con Messi", admite Silvano Martina.
La realidad fue otra, porque había algo que le apetecía más, quizás movido por la nostalgia, por la sensibilidad de un portero tan grande y especial. "Volver al club donde todo comenzó" … Era el año 1995, y ese Parma era como el cine de autor. Estaban Cannavaro, Couto, Asprilla, Sensini, Brolin, Dino Baggio. Nesta, Zola, Pippo Inzaghi y un buen puñado de genios más. Eran bohemios y soñadores.
Buffon jugó en el Parma hasta 2001, y -desoyendo al Barça- volvió allí 20 años después, de nuevo para ser titular. Lógicamente, la imponente pléyade de talentos que había dejado años atrás ya había colgado las botas desde hacía tiempo. Gigi no, Gigi siguió jugando hasta los 45 años. Tenía contrato aún, pero estaba mermado por las lesiones. "Sé que Laporta le quería. Teníamos su ok definitivo, pero no llegamos a negociar. Si hubiera tenido treinta años se habría marchado a la Ciudad Condal, pero así, en estas circunstancias, no. No le gratificaba ser suplente, simplemente eso. Él no solo era un portero. Daba mucho a nivel personal. Tenía liderazgo en el vestuario. Le gustaba, necesitaba eso… Y sin jugar, creía, que sería difícil aportarlo. Necesitaba seguir sintiéndose muy importante, pero de no haber aparecido el Parma…".
Las historias son perfectas porque son así. De lo contrario, habrían sido de otra manera. Eso lo suelen decir los psicólogos, algunos de ellos muy atentos a los mensajes que manda el universo. Buffon ha confesado en numerosas ocasiones que fue la pintura quien le ayudó a mitigar su depresión. Cuenta que se quedó impactado viendo un cuadro de Chagall donde estaba él con su mujer Bella. Se daban la mano, pero ella estaba volando. Estuvo una hora ahí delante, y al día siguiente volvió a la Galería de Arte Moderno de Turín. Sucedió esto con la interlocutora que le vendía la entrada… Quizás porque sólo podía ser así.