Vinicius, eres muy, muy bueno pero ya eres cansino

Aún con riesgo de caer en la reiteración y de ser tan 'pesao' como él, las líneas de este artículo de opinión van otra vez, y las que hagan faltas, dirigidas a Vinicius José Paixao de Oliveira Júnior. 'Vini' en las distancias cortas. Más y más de lo mismo. Grandeza y torpeza. Cómo y cuándo llegará a entender este pedazo de futbolista que con el balón en los pies mezcla manjares como el jamón pata negra y el caviar de Beluga, pero que cuando se ofusca sin razones aparentes comienza a ser tan cansino como cargante.
En Pamplona volvió a sacar el tarro de las esencias futbolísticas. Jugando más alejado de la banda, más por dentro, marcó dos tantos y tuvo otros dos mano a mano con el portero que debieron ser gol. Pero al mismo tiempo volvió a abrir la lata de las quejas y de las provocaciones, en un partido del montón, sin excesiva dureza. Osasuna hizo 18 faltas y sus jugadores vieron tres tarjetas amarillas. Nada del otro mundo. Y su equipo dominó con tal autoridad que sobraba cualquier altercado individual.
Está llegando el brasileño a un punto que hasta sus compañeros pueden comenzar a cansarse de tanto protagonismo. Ha vuelto a pasar. La transmisión del partido transcurría por los elogios al buen juego colectivo de los de Ancelotti con él como figura estelar, cuando 'Vini' comenzó a calentarse y la narración y comentarios del encuentro ya derivaron únicamente sobre su persona. Sus desplantes, sus celebraciones, sus ganas de buscar siempre el lado negativo de la situación que surja ningunean y minimizan a sus compañeros.
Es de dominio público que el club, sus compañeros y su entrenador le están dando todo el cariño habido y por haber, abrazos y manifestaciones públicas incluidas. Pero todo tiene un limite y más si en el horizonte aparece la figura de un tal Mbappé que mezcla jamón y caviar con la misma naturalidad, por no decir que mejor. Puede llegar a ser normal en un delantero de su calidad marcar cuatro tantos en cuatro partidos consecutivos y llevar 12 en los 20 partidos de Liga que ha jugado. Lo que no es lógico es que lleve cuatro tarjetas amarillas en esos mismos partidos y que al sumar ya cinco no pueda jugar contra el Athletic la próxima jornada. Sin olvidar, que se presenta al partido de ida contra el Manchester City ya con dos amonestaciones y si ve una tarjeta más, no podrá jugar la vuelta.
No fue el partido contra Osasuna un duelo como para irse al descanso mascullando contra el árbitro de turno porque siempre le enseña amarillas y al final del partido diciendo no se sabe todavía qué contra el banquillo de Osasuna. La desgracia es que parece que el único que puede ser capaz de frenar esta caída libre es él. Todo lo que los demás le dicen, le entra por un oído le sale por el otro. Si tuviera la voluntad de hacer caso, de dejarse aconsejar, de escuchar al prójimo no caería un partido sí y otro también en las mismas tentaciones.
Por lo demás es bueno-bueno hasta decir basta. Su técnica individual roza la magia y su intuición futbolística le catapulta a los mejores del momento... Pero al final se habla más de sus batallitas que de sus maravillas con el balón en los pies. Su futuro está en sus manos... pero en el horizonte se intuye una amenaza en forma de futbolista.