El año de Jon Rahm: los tres puntos de inflexión y dos chaquetas que han cambiado su figura en 2023
El golfista vasco ha sido protagonista por sus éxitos en el campo y por su imprevisible decisión de dejar el PGA Tour para fichar por el LIV Golf saudí.

El nombre de Jon Rahm quedará unido para siempre al 2023. Pocos dudan de que es el deportista español masculino más relevante del año por sus actuaciones en el campo de golf y también por sus decisiones fuera. El jugador de Barrika ha tenido unos meses de éxito personal con varios puntos de inflexión que le han cambiado la vida y, aún más, le abre un nuevo camino para el futuro.
Si para muchos el vasco ya fue el deportista español más destacado de 2022 en plena pugna con la irrupción de Carlos Alcaraz, su inicio de los últimos 365 días significó un golpe sobre la mesa del golf mundial con tres victorias en sus cinco primeros torneos de la temporada en el PGA, donde logró el pleno de TOP10. Los trofeos en el Sentry Tournament of Champions (5-8 de enero), The American Express (19-22 de enero) y The Genesis Invitation (16-19 de febrero) le coparon a lo más alto de los rankings.
Con un estado de forma apoteósico, un tropiezo deportivo en el Arnold Palmer y una dura gastroenteritis que le hizo retirarse del mágico The Players hicieron imprevisible el primer cambio en la vida de Rahm este año. El torneo más mediático del golf es, sin duda alguna, el Masters de Augusta y la chaqueta verde el objetivo más ansiado de todos. Tras un doble bogey fatal en el primer hoy, el fin de semana terminó coronando al español como heredero de su ídolo Seve Ballesteros, José María Olazabal y Sergio García. Colocarte la chaqueta verde de Augusta National te hace entrar en otra dimensión.
Damas y caballeros: el campeón del Masters 2023, Jon Rahm.#elmasters #themasters pic.twitter.com/M4PSRlbRQb
— El Masters (@TheMasters_ES) April 10, 2023
Con 28 años, Estados Unidos ya le señalaba como el gran dominador de su circuito y le consagraba como su héroe made in América, aunque fuera español. Con un Tiger Woods desaparecido en la élite, la salida de Dustin Johnson, Brooks Koepka, Bryson DeChambeau o Cam Smith camino del LIV Golf significaron un duro golpe al control norteamericano del panorama internacional por la amenaza del dinero saudí. Rahm y su rechazo a aceptar sus apetitosas ofertas le hacía ganarse los halagos y el apego de la afición tradicional.
En cambio, quien pareció no valorar a su gran protagonista del año fue la dirección del PGA Tour. Tras años de retransmisiones donde se vetó la imagen de Rahm por sus arrebatos en sus malos golpes, el comisionado no valoró la lealtad de su estrella en los momentos más turbios y de tensión sobre el futuro del 'negocio'. A escondidas de los jugadores que habían dado la cara no 'vendiéndose' por dinero, fue el propio circuito estadounidense quien dio el inicio a unas negociaciones con el fondo de inversión saudí anunciándolo en un comunicado sorpresa que dejó boquiabiertos, como al resto del mundo, a Jon y compañía. El punto de inflexión de una relación idílica que se truncó en cabreo y desconfianza.
Más allá de la traición
"Mucha gente siente un poco de traición", confesaba unos días después en la rueda de prensa previa al US Open, el siguiente major. Unas palabras que las llevaría a primera persona ante los periodistas españoles desplazados a Liverpool en el media day del Open Británico a finales de julio: "Tenemos el sentimiento de traición porque no nos dijeron nada". La forma de actuar del PGA Tour no gustó a Rahm que veía así pagada su fidelidad. El LIV Golf seguía sin gustarle, pero ahora ya era de una manera más rebajada e incluso entre bromas con periodistas: "Esto no cambia nada, se llaman LIV porque es 54 en números romanos y no creo que vayan a cambiarlo todo por Rahm, por mí no".
El actual número 3 del mundo se refería con esa afirmación al sistema de juego del nuevo circuito. LIV es 54 en números romanos, por los hoyos que se juegan en la competición: 3 jornadas de 18 hoyos. "He dicho varias veces que el formato no me gusta, a tiros tres días y la fiesta... Soy un poco más tradicional en el mundo del golf", analizaba en la sala de prensa del Liverpool Royal. Unas palabras que le perseguirán por sus decisiones posteriores entre los más puristas, pero que yendo un paso más allá están muy lejos del "si solo existiera el LIV me retiraría" pronunciado por el norirlandés Rory McIlroy.
Tras el verano, llegó su aparición y rendimiento estelar en la prueba más tradicional que viene a la mente: la Ryder Cup. El español lideró al equipo europeo terminando invicto en sus cuatro partidos disputados en el Marco Simone, con un empate en la jornada de individuales que terminó siendo clave para darle la vuelta a la dinámica. Todo esto en una Europa que había decidido la marginación de los 'traidores' que ficharon por el LIV, como es el caso del español y amigo de Rahm, Sergio García.
La decisión del veto al castellonense, con quien había formado una gran pareja en la edición anterior, no gustó a 'Rahmbo' y lo llegó a verbalizar en público considerando la decisión como "estúpida". El desapego del vizcaíno ante las decisiones de los poderes fácticos del golf tradicional eran cada vez más patentes. Al mismo tiempo, el PGA Tour seguía promocionando la imagen de dos veteranos como McIlroy y Woods en su aventura de crear una especie 'Kings League' del golf con jugadores llamada TGL, que se disputará los lunes en horario de máxima audiencia estadounidense con hoyos en un plató de televisión. Con Rahm, poco y solo lo que él mismo se ha ido ganando con sus éxitos.
Fue precisamente la TGL la que provocó la primera señal de alarma. Jon anunció con un escueto comunicado en sus redes que no participaría por no sentirse con el "nivel de compromiso" suficiente. Pocos podían intuir, pero algo ya estaba pasando y el LIV era el responsable. Los rumores crecían y la mayoría —el primero a este al que leen— no se lo podían creer a pesar de que voces bien informadas señalaban que iba a ocurrir y los más cercanos guardaban una misteriosa ley de silencio. Al borde de la media noche del 8 de diciembre saltaba la bomba: "Rahm, nuevo fichaje del LIV Golf".
El dinero —unas cifras alrededor de los 500 millones de euros—, las traiciones y sus imágenes estrechando la mano del CEO de su nuevo circuito Greg Norman cambiaban para siempre la vida de Jon Rahm. Para bien o para mal, su destino no sería el mismo que hasta ahora y el punto de inflexión de su firma era sinónimo de un nuevo rumbo. Para él y para el golf mundial, que deja por primera vez a la potencia de Estados Unidos en un segundo plano.
Y así termina el año en el que, para muchos, el mejor jugador de su deporte se convirtió en una de las piezas más relevantes del puzle mediático. Quien fue capaz de colocarse en menos de 12 meses la chaqueta verde del Masters, la tradición hecha prenda, y después la rompedora chupa beisbolera del LIV, tan poco dada a la estética del golf habitual. [Tan singular que colocarse la segunda le costó que Augusta le impidiera ponerse la primera en su homenaje en San Mamés hace unos días]. Dos imágenes para la historia con varios puntos de inflexión que convierten el 2023 de Jon Rahm en una historia de cine. Eso sí, Hollywood no parece que la vaya a producir.